¿Golpe de Estado?

Aun si se logra evitar la contaminación clientelista, la nueva entidad tendrá el efecto de debilitar la rectoría que el Ministerio de Salud ejerce sobre el sector.

Pasó de agache, en la discusión de la ley del Plan de Desarrollo, un artículo que crea una de las entidades más grandes del Gobierno. La nueva institución será el corazón financiero del sistema de salud y reemplazará en ese papel al Fondo de Solidaridad y Garantía (Fosyga), que desaparece. Ejecutará un presupuesto de más de 25 billones de pesos y se llamará Entidad Administradora de los Recursos del Sistema General de Seguridad Social en Salud.

A más de uno le sonará el nombre Salud Mía (así se iba a llamar la entidad similar que el Ministro de Salud propuso crear en el 2013 y que nunca se aprobó en el Congreso). Entre la institución propuesta hace 2 años y la recién creada hay similitudes de forma, pero una diferencia de fondo. Salud Mía estaba concebida para pagar directamente a los prestadores, lo que relegaba a las EPS a un costado. La nueva entidad, en cambio, girará a las EPS una suma mensual por afiliado, tal como hace hoy el Fosgya. La figura de las EPS queda intacta.

¿Dónde está el cambio entonces? En que tendrá personería jurídica, autonomía administrativa y patrimonio independiente. Ello marca una diferencia frente a Fosyga, que ha funcionado como una cuenta sin personería jurídica, cuya administración el Ministerio encarga a unas fiduciarias. Tal movida es, en apariencia, meramente operativa.

Administrar los recursos y las bases de datos del sistema de salud implica una carga operacional considerable. Los ministerios están diseñados para formular políticas y producir regulación, no para operar el día a día de las transacciones del sistema. Podría tener más sentido una entidad especializada, con capacidad operativa. Quizá el Gobierno tuvo esa motivación. Pero la movida podría salir al revés.

Fosyga siempre ha tenido directores de perfil técnico. Aunque con debilidades operativas, su administración se ha mantenido al margen del juego burocrático. La nueva entidad tendrá, en cambio, un director nombrado por el Presidente, y una junta directiva integrada por los ministros de Salud y Hacienda, el director de DNP y representantes de gobernadores y alcaldes. ¿Qué calidad de directores produce un esquema así en el sistema político colombiano?

Si la historia sirve de referente, se podría esperar una similar a la de los directores del desaparecido Instituto del Seguro Social, también nombrados por el Presidente. Con excepciones, no fueron propiamente técnicos. Y, a nivel de mandos medios, el ISS siempre estuvo capturado por intereses clientelistas. Con algo de optimismo también se podría esperar una institución de calidad razonable, del estilo de Fonade o Findeter.

Aun si se logra evitar la contaminación clientelista, la nueva entidad tendrá el efecto de debilitar la rectoría que el Ministerio ejerce sobre el sector. Hoy, el Ministro produce la regulación con una mano y maneja la chequera del sistema con la otra. Eso le da la capacidad de alinear el sector. En adelante, los actores del sistema encontrarán en el director de la nueva entidad un interlocutor más importante, pues tendrá el manejo de los recursos. Hay razones para temer que se revivan épocas superadas, en las que el director del Seguro Social no le pasaba al teléfono al Ministro.

Otra posible consecuencia inesperada es que el nuevo Fondo se vuelva blanco de las tutelas que hoy se van a las EPS, pero en el futuro podrían dirigir al representante legal de la entidad que maneja la chequera sectorial.

¿Es buena idea crear esta entidad? Dependerá de cómo se implemente. En el mejor de los escenarios, habrá un soporte operativo más robusto para el día a día del sistema de salud, y un ministerio relativamente más débil. En el peor, los males superados del antiguo ISS revivirán en el corazón financiero del sistema de salud.

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