La paz en el contexto del “yo gano, tú pierdes” o el juego de la papaya madura

"Querido Winston, una vez más se lo diré, porque hoy ha sido un día muy duro en estas negociaciones y después de este exquisito vodka me siento relajado. Cada vez que negocio utilizo solo un lema y con eso me basta: 'Lo mío es mío, y lo tuyo es lo negociable."

Carta de Stalin a Winston Churchill

Todos queremos la paz. ¿Pero entendemos lo que sucede en La Habana y el país de acuerdo con constataciones de lo que piensan y dicen los actores y especialistas? Las negociaciones decentes entre demócratas son las del Gana – Gana. Pero al negociar, por necesidad o capricho, con un sistema o una mentalidad totalitaria lo normal es “Yo gano, tú pierdes” como lo constatamos con Stalin y los pronunciamientos de las Farc. Como esa sería una negociación que ni el gobierno ni las Farc podrían plantear abiertamente a la sociedad, debido al rechazo natural contra los terroristas, el Gana – Gana para las Farc, y supuestamente el Gobierno, o Santos, tiene que darse en secreto; por lo tanto, es riesgoso para el Estado y la sociedad. Ese es el meollo.

Nuestra situación, como una sociedad libre de opinión vigente, abriga la esperanza de que los negociadores del gobierno, si no están amangualados con las Farc, (una duda razonable dada la falta de claridad y el secretismo que ha habido sobre el proceso) tengan la sabiduría para negociar con el diablo. Surgen entonces conductas y expresiones de fanatismos, negociación limpia, riesgos, oportunidades, procesos, tristezas, razones, moderación, transigencia, tolerancia, ecuanimidad que son realidades humanas que nos atropellan, anidan en el alma, vemos en lontananza, o creemos imposibles en esta aventura llamada paz con el mayor enemigo del país.

En ese contexto, no sé si lo políticamente correcto sea la sabiduría para negociar sobre la paz con personas de mentalidad totalitaria y sus adláteres combinando la justa medida de conocimiento y aplicación de inteligencia, amor, ternura, pasión oportuna y sensatez, a las conductas y conceptos que hemos mencionado, porque a la mentalidad fariana le vale cinco. Surge entonces la sensación de hacer lo políticamente incorrecto como mal necesario. En eso está el gobierno con sus opositores que no son sino demócratas enfurecidos, pensantes, que no tienen el poder para jugar sucio, solamente para sacarles la piedra a Santos y sus amigos.

Por otra parte los apoyan aquellos que con su tonto fanatismo por la paz, como una adhesión incondicional a lo que dicen y piensan el Presidente y las Farc, pueden llevar a pensar a una opinión acrítica que esa política es la MEJOR, la ÚNICA VÁLIDA, por lo que menospreciarán o se burlarán de la opinión de los demás. Así el deseo de imponer una idea sobre la paz puede desembocar en una dictadura de conveniencia compartida que es una forma de debilitar al Estado de Derecho; por lo que, la lógica de Perogrullo, de que la vida es mejor que la guerra, se trasladaría a realidades que no son perogrullescas, como son la justicia o el negociar. La falta de racionalidad o de conocimiento de con quién se negocia, puede llegar a tal extremo que, por el fanatismo de apoyo al Presidente o una idea de paz, una persona o un sistema anulen al opositor democrático que en realidad es un aliado, desarrollando todo un sistema mediático para la imposición de sus creencias políticas, castigándolos con la cárcel, o incluso la muerte. Es la supresión del pensamiento crítico, el fundamento de la democracia. Dicen los sicólogos que ese fanatismo surge a partir de la necesidad de SEGURIDAD que experimentan las personas que, justamente, son inseguras. Se trata de una especie de compensación frente a un sentimiento de inferioridad.

El gobierno y, supuestamente, las Farc se han empeñado en una paz negativa como es la ausencia de guerra o violencia, que vemos que es selectiva y coyuntural, mientras que el pueblo, la ciudadanía, todos, queremos una paz positiva que fácilmente se identifica con la tranquilidad, pero que en el siglo 21 yo llamaría calidad de vida política y civil. Obviamente que para que no haya violencia, hay que eliminar, apaciguar, neutralizar o negociar con la fuente de violencia. Mientras que para que haya calidad de vida se necesita algo diferente, por ejemplo, la adaptación política de los conceptos de calidad. La pregunta es, entonces, ¿cómo es la naturaleza de esa fuente de violencia para abrigar la esperanza racional de que se pueda apaciguarla o negociar con ella? ¿Con qué, cómo? ¿A qué costo? Ese esfuerzo es el que se ha llamado ‘negociación’. Entonces si la ‘negociación’ no funciona en términos prácticos para los beneficiarios reales que son el pueblo, ¿qué otra opción lógica queda? La eliminación, que no es un deseo de los guerreristas, sino el resultado normal del comportamiento de la naturaleza sociópata y totalitaria de las Farc y de su alucinación política.

En La Habana, Gobierno y Farc se han autonombrado ÚNICOS beneficiarios de la paz; han dicho que los diálogos se darán a pesar de lo que ocurra en Colombia; es decir, que como a ellos no les tocan las bombas ni las balas, secuestros o abusos, es fácil suponer y hacer que nos traguemos el cuento de que LA NEGOCIACIÓN ESTÁ POR ENCIMA DE LA SOLIDARIDAD ÉTICA porque están lejos del riesgo de ser víctimas. Es, precisamente, esa FALTA DE SOLIDARIDAD POLÍTCA Y HUMANA CON EL PAÍS la que ha hecho posible la INDIFERENCIA de la que se quejan a conveniencia los ‘orientadores’ de turno, como el Mayor General (r) Eduardo Herrera Berbel en su columna “¡ El convencimiento de la paz!” (El Tiempo, Junio 12/15)

Entonces con ese ordenamiento de valores (la negociación está por encima de todo) se puede: soltar pestes, llorar sin consecuencias, bombardear, matar a mansalva, REPETIR EL DISCURSO DE IMPOTENCIA, perder sin que nos demos cuenta, etc.

¿Por qué negocia Santos con las Farc? Porque tenía el conocimiento, la información y el poder estratégico sobre la condición militar de debilidad de las Farc y supuso que ese conocimiento, y la promesa de la paz, le ganarían la anuencia de la sociedad con un apoyo positivo que serviría de ‘defensa’ ante las tensiones que se producirían. Pero jamás consideró la posibilidad remota de NEGOCIAR con sus electores porque consideró que una ELECCIÓN ES UNA NEGOCIACIÓN y no es así.

Durante esta negociación, ¿han escondido las partes sus verdaderos intereses? Siempre es ventaja saber lo que quiere la otra parte y sus límites, lo cual es casi imposible de lograr con un negociador experimentado. Las Farc quieren el poder. ¿Se puede negociar el poder? Santos dijo que sí. Convénzanse leyendo: COGER EL TORO POR LOS CACHOS – Archivo … – El Tiempo www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-801577 Por: JUAN MANUEL SANTOS. 4 de septiembre de 1998. Es decir, no necesitamos esperar las 'revelaciones' de las Farc con la carta que Santos les envió y con la que lo chantajean.

Por eso las Farc aprovechan que tienen información humana sobre las fallas del sistema, las necesidades y miedos de Santos quien ha demostrado que ‘tiene que tener la paz,’ (desde 1998 y a cualquier costo) luego siempre tendrá que afrontar el precio máximo por ese algo; por lo que, dentro de su metodología soviética, las Farc siempre estarán midiendo a Santos.

Ahora bien, la paz es la CARTA ENTREGUISTA de Santos, según lo probamos con su escrito. Pero nosotros expresamos nuestra carta de DIGNIDAD, así: Nos gusta la paz como supresión de la violencia política, pero hay algo que nos interesa más, la democracia de calidad. Y asumimos el riesgo de decirlo y demostrarlo porque hay mucho en juego por lo que podemos considerar siempre la posibilidad de compartir el riesgo, por ejemplo, con la oposición, como parte de la democracia. ¿Pero qué riesgo podemos compartir con las Farc para la construcción de una sociedad mejor, si no creen en nuestro sistema? No podemos, porque ellos están regidos por el fanatismo de la imposición de SU sistema; luego no hay post conflicto, sino tregua. Ahora bien, si el riesgo debe ser una decisión racional, no impulsiva y divorciada del orgullo consideremos lo que sabemos sobre este proceso.

Como brújula para el Proceso de Paz de La Habana se han utilizado las experiencias en procesos similares, la teoría de los escenarios posibles, la de los juegos. Santos enfocó la Paz como una oportunidad política debido al debilitamiento militar de las Farc y lo llamó proceso. Pero vemos que la naturaleza de las dos denominaciones es antagónica. Ahí está el problema de reingeniería política.

Un proceso tiene una vida útil de tiempo y esfuerzo relacionada con variables como fase de diseño, planeación de la implementación, (diálogos de exploración) implementación (diálogos, postconflicto, acuerdos, etc.) mejoramiento continuo, etc. que estaría por verse. Ahora bien, vemos que en la fase de implementación, se están discutiendo diseños (desminado); como esto es un descalabro en cualquier ingeniería, pues suena a improvisación, no se puede vislumbrar el uso del producto en el postconflicto (hasta ahora 64 páginas de borradores con muchos pendientes) lo que genera miedo en la conducción del carro de la paz al que le puede fallar el ‘air bag.’

Una oportunidad es, por el contrario, una situación que no se puede planear, pues está sujeta al parecer de un contrincante político; solo podemos aproximarnos a un resultado no predecible. Un ejemplo hipotético de trabajo sería una ‘Matriz de Oportunidad’ en la que la columna vertical definiría la esencia de una sociedad con los siguientes componentes: 1. Proyectos o realidades claves de su estructura, sistema político, económico, Fuerzas Armadas, propiedad, etc.; 2. Concepción o cambios de los procesos de trabajo que se requerirían en relación con esas realidades; 3. Impacto en los sistemas sociales.

La fila horizontal de la matriz cubriría los siguientes aspectos: 1. Impacto de la estrategia; 2. Costos; 3. Ahorros; 4. Costos /Beneficios; 5. Impacto en la calidad de vida de los consumidores; 6. Tiempo requerido; 7. Beneficios y riesgos. En el cruce de esas dos variables habría una evaluación sucinta de, por ejemplo, el costo /beneficio de cambiar o no una estructura clave del sistema; cuál sería el impacto en la calidad de vida de los consumidores, etc. Es decir, una ‘oportunidad política con un grupo terrorista’ es mil veces más compleja que un ‘proceso de paz’ entre demócratas, pero a Santos le parece un juego de póquer. Y la opinión pública no sabe la diferencia entre proceso y oportunidad. Estamos jodidos.

Si Santos hubiera enfocado el deseo de lograr la paz como un ambicioso proyecto de reingeniería social, en el cual la guerrilla no sería el factor determinante, utilizando una matriz de oportunidad, en nuestro lenguaje cotidiano hablaríamos de retroalimentación de los múltiples aspectos complicados del cruce de variables. Pero como lo ideó como una oportunidad política tradicional para conseguir votos, aplausos, o quién sabe qué, pues entonces tenemos amigos y enemigos de su parecer, en vez de una cuidadosa y responsable reingeniería social cuyo resultado sería la paz, sin tener de ‘enemigos’ a sus aliados.

Llámese proceso u oportunidad ¿por qué es difícil este escenario buscado por Santos? Porque La honestidad, decencia y cooperación en la mesa, que equivalen a tener una garantía de convivencia decente entre los negociadores de un acuerdo con reglas democráticas, debería ser equivalente al comportamiento de las partes en Colombia, pero no es así porque no es un juego Gana – Gana, es decir, democrático. Haber acordado lo contrario “Yo gano, tú pierdes” (el juego soviético) a ratos tú, a ratos yo, fue y sigue siendo un error, ya que no se puede CONSTRUIR CONFIANZA con ese juego, pues si las Farc y el Gobierno quieren cerrar un trato que deben vender luego a la sociedad, deben mostrarle a la gente la importancia del negocio en la compra de un producto que se llama paz, en términos de satisfacción de necesidades y deseos. En las plazas de mercado de provincia del interior y en los supermercados de ciudad esa vaina se llama ¡DEGUSTACIÓN! del producto; es decir, tú ganas dinero – yo gano placer gustativo. Sencillo. Así que los burros son… (Llene usted el resto) que no han probado la dulzura del arequipe con breva.

En una negociación siempre experimentamos satisfacciones y frustraciones con la esperanza de un acuerdo Gana – Gana. Pero si el odio de clases, la desaparición de la clase burguesa son la agenda invisible de las Farc, las satisfacciones de La Habana y las frustraciones en Colombia serán eternas. ¿Por qué?

Preguntémonos lo siguiente:

1. ¿Nos sentimos cómodos negociando nuestro futuro con una organización estalinista, terrorista, sociópata, con un método de negociación duro que no comprendemos ni compartimos?

2. ¿La negociación dará satisfacción a todas nuestras necesidades democráticas de seguridad, bienestar, calidad de vida, futuro para nuestros hijos?

3. ¿El gasto de tiempo, energía, impuestos, tranquilidad, vidas humanas, voladuras de oleoductos, torres de energías, asaltos a pueblos, secuestros, ignorancia de las víctimas, ofensas con el cinismo rampante, violaciones, etc. valen los beneficios que recibiré, quién sabe cuándo?

Si las respuestas a esas preguntas son: ¡SÍ! ¡Adelante con La Habana! Pero si son ¡NO! ¿Qué nos está pasando? Simples preguntas de sentido común que no se incluyen en las encuestas, no las de un enemigo.

Ahora bien, las Farc quieren el poder que nosotros hemos creado y que ellos perciben como unos que mandan, hacen y deshacen; y otros que obedecen y sufren. Ven privilegios para pocos y otros que aspiran a obtenerlos. Por otra parte, hemos acordado que la LEGITIMIDAD del poder la otorga la elección popular y las Farc aspiran a obtener el poder en cabeza de terceros por ese medio.

Si eso llegara a pasar, tendrían que luchar contra otra clase de poderes, como lo han venido haciendo durante 50 años y no han entendido. ¿Por qué no han obtenido el poder político para tomarse el país? No ha ocurrido ni sucederá porque no tienen EL PODER DE COMPETIR con la mejor vida de otros sistemas democráticos que la gente puede constatar, por ejemplo, EE UU. Por lo que su poder sería un PODER CHIMBO, frustrante. Como las Farc no han competido bien, porque no tienen los recursos, la gente pensante y honesta siempre ha tenido el PODER DE ARRIESGARSE PERMANENTEMENTE para producir un cambio positivo, defender lo bueno conocido, perseguir lo malo; a eso lo pueden llamar de muchas formas (enemigos de la paz, derechas cavernarias, etc.) los estafadores del poder; nosotros lo llamamos pensamiento crítico y dignidad que se cohesionan en El PODER DEL COMPROMISO contra un posible gobierno abusivo que sería ejercido en conciencia y en actividad por el pueblo; hoy se llama conciencia patriótica, oposición. El PODER DE LA PERICIA GUERRERA de nacionales y potencias de apoyo amenazaría permanentemente la estabilidad del usurpador. Hoy la tienen las FF AA y es el principal objetivo de neutralización de los farianos. El PODER DE LA INVERSIÓN desaparecería por lo que se cancelaría la capacidad de crecimiento. Hoy lo tienen los empresarios, banqueros y comerciantes por lo que están amenazados. El PODER DEL PREMIO Y EL CASTIGO no estaría solamente del lado de las armas usurpadoras, sino en las múltiples maneras de hacer sufrir moral y estratégicamente a un dictador. Hoy lo ejercemos las personas libres y de buenas costumbres. La víctima siempre tendrá el PODER DE LA MORALIDAD; el victimario no. Por eso ignoran a las víctimas en La Habana. Un pueblo que ha vivido de manera libre, democrática, productiva, si es atropellado, engañado, sometido, SIEMPRE TENDRÁ EL PODER DEL PRECEDENTE que será un aliciente permanente para deslegitimar existencialmente al usurpador. Lo vemos en Venezuela y Cuba. Conocerían los de las Farc las amarguras del PODER DE LA PERSISTENCIA OPOSITORA en la resistencia pasiva o armada. Lo vemos en Venezuela y Cuba, lo vimos en Chile. El PODER DE LA CAPACIDAD DE PERSUASIÓN será ejercido contra la posible dictadura por parte de la comunidad internacional libre. Ahí están la CPI y los escondederos que buscan las Farc en Nicaragua. Y no podrán apagar EL PODER DE LA ACTITUD PATRIÓTICA.

Porque las Farc ignoran que existen esos otros poderes y otros que no comprenderían es por lo que estúpidamente creen que pueden conformar un CAPITALISMO MILITAR DE ESTADO que es una versión transitoria del infierno, como lo prueba la URSS.

Si las Farc quieren el poder, el dominio del país, entonces el juego de La Habana es “Yo gano, tú pierdes;” pero si el juego fuera el Gana – Gana, otros serían los comportamientos de ese grupo. He presentado las distintas fases del poder porque éste no es bueno, ni malo; es neutral. Si las Farc no se han tomado el país, existiendo tanta inequidad, es porque los pobres de la sociedad civil también ejercen un poder que las Farc no entienden, distinto a lo económico, el prestigio, o lo mundano.

Los poderes de la sociedad civil son la sacralidad de la pobreza y la riqueza bien habida, con el esfuerzo que ayuda a desarrollar las virtudes de la honestidad, el carácter recio, la persistencia en el trabajo duro, la dignidad, la radicalidad del compromiso; son la fuerza del liderazgo de calidad que, cohesionada por un ideal que se encarne en el gobernante digno, no dejará solos y al garete los destinos de la patria. Es decir, ES EL PODER DEL CAPITAL MORAL DE COLOMBIA que no se le entrega ni a oportunistas de ocasión, ni a dictadores en ciernes o sus amigos. Por eso, a los que convocan ese capital se les llama enemigos de la paz. Esa es la lucha entre el verdadero capitalismo y el comunismo; la lucha entre el espíritu y la mente humana como un canto que inspira a romper las cadenas de la esclavitud y el subdesarrollo y aquellos que creen que la paz es una firma.

Debemos mantener la conciencia de ese poder. Pocos admiten como evidencia la razón y los ejemplos ilustrativos; otros necesitan sentir la bota del dictadorzuelo para asumir la responsabilidad de combatir con la razón y el argumento el oprobio en ciernes que medra por una oportunidad.

Pero aun si no llegamos a ese escenario extremo, según la teoría de los juegos las posibilidades que se dan, son las siguientes:

1. Las Farc obtienen acuerdos por encima de sus objetivos mínimos (conservar la vida) antes de la negociación. (Ganan)

2. Las Farc obtienen acuerdos y experiencias por debajo de sus objetivos mínimos (pierden vida en los bombardeos, pierden apoyo con los ataques a la población, al ejército, y saboteos a la infraestructura) (Pierden)

3. El gobierno y la sociedad obtienen acuerdos y expectativas por encima de los objetivos mínimos. ¿Cuáles son? (Ganan)

4. El gobierno y la sociedad obtienen acuerdos y expectativas por debajo de los objetivos mínimos. (Pierden)

Con los elementos anteriores entendamos ahora la asimetría de la llamada negociación.

1. El Gobierno gana con el objetivo máximo que es ‘parar el baño de sangre,’ pero es el mínimo de las Farc. ¿Quién gana o pierde? El gobierno gana a medias, porque las Farc no han renunciado a su máximo objetivo: el poder, ni a su guerra asimétrica, explotando las debilidades del Estado y las de Santos; y debilitando las fortalezas de la sociedad con el terrorismo, el cinismo, el engaño, las componendas judiciales. La asimetría de Las Farc en la mesa se traduce en permanecer a la defensiva y reclamar; utilizan las quejas contra el sistema, el reclamo, las protestas y demás artificios que ponen a los negociadores del Gobierno en la incómoda posición de dar explicaciones; esa metodología la institucionalizan con “COMISIONES DE VERDAD” para demorarse todo lo necesario, según el estilo soviético de negociación; el negociador tiene poca autoridad o limitada y son muy pocas las concesiones que pueden hacer. Despacio que voy deprisa, es el lema. Mostrar o exigir prisa es algo que rara vez acelera las negociaciones. Amenazan o atacan física y sicológicamente para obtener resultados. Su lema es:

Si no logras convencer a tus enemigos amenázalos, fácilmente cederán. Las muestras de fuerza de las Farc buscan eso. El desafío físico y psicológico, antes y durante una negociación con la mentalidad soviética, la de las Farc, Castro y Maduro, tratan de menguar psíquica y físicamente al adversario. Santos comenzó la negociación con una premisa éticamente verdadera y respetable en UNA SOCIEDAD CRISTIANA, pero estratégicamente débil, según el pensar y sentir comunista: “parar un baño de sangre.” Y para todo lo anterior tienen cajas de resonancia y el sistema judicial.

2. Por otra parte, los hombres que pierden las Farc son insumos renovables de ese objetivo que lo consiguen con los campesinos pobres. (El Secretariado gana, los pobres pierden) Pero ganan participación política internacional las Farc y podrán utilizar a esos mismos pobres mediante otros medios. (Gana el Secretariado, pierden los pobres y el país no ha ganado tranquilidad.)

3. Aparentemente, en la mesa, las Farc pierden, porque no se les entrega el país, su objetivo máximo. Pero ganan posición política internacional, que es un punto de apoyo para su objetivo mayor. El Gobierno gana prestigio, pero la sociedad pierde porque no tendrá tranquilidad al saber que tiene un enemigo temible compitiendo por el poder político. Los políticos de élite, o los ricos, siempre pueden abandonar el país amenazado; es decir, ganan; los que frenteamos podemos perder o ganar.

4. En una guerra regular, el triunfo y la derrota militar son claros; en una guerra asimétrica se puede entregar o perder el poder sin que nos demos cuenta. A eso le apuestan las Farc y a crear o APROVECHAR una coyuntura que haga caer la papaya madura. Santos le ha metido mucho periódico, lo que hace madurar más rápidamente la fruta, porque eso se llama INVERTIR O APOSTAR DURO. Nos corresponde vigilar para que no sacudan el papayo porque nos van a partir la dignidad. ¿Entendemos el juego de la papaya madura? Hay que estar blindados.

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