Pensando con el deseo

No me parece raro que la información aparecida en el portal financiero español El Economista América, que asegura que la plana mayor de las Farc, que a su vez hace parte de la mesa de negociaciones de La Habana, habría recibido la nacionalidad o el asilo político por parte de Nicaragua desde hace tres meses, sea cierta.

Tengo un par de razones que me inclinan a pensar así.

La primera, porque creo que así como las Farc tienen la certeza de que con la justicia colombiana pueden hacer lo que se les venga en gana, saben muy bien que con la Corte Penal Internacional (CPI), las cosas son a otro precio y que a pesar de contar con una sarta de gabelas que les ha brindado el gobierno del presidente Juan Manuel Santos, y de tener a su disposición un fiscalillo valiente que ha hecho hasta lo imposible para tratar de ajustar y modificar sus delitos, casi hasta hacerlos aparecer como virtudes, no ha sido posible quitarse de encima la amenaza que sobre ellos se cierne.

Recordemos el inmenso rechazo que manifestaron por declaraciones como la que dio el exsecretario de Naciones Unidas y premio Nobel de Paz, Kofi Annan, cuando dijo que “…si el gobierno colombiano, no soluciona los asuntos de justicia, no establece un tribunal (…), la CPI interviene”; o bien, cuando Fatou Bensouda (fiscal del tribunal de la CPI), manifestó que para aquellos miembros de las Farc responsables de crímenes atroces que se desmovilicen, reconozcan sus faltas, contribuyan con la verdad y garanticen que no volverán a cometerlas “estas circunstancias, sumadas a la prohibición de participar en la vida pública, podrían justificar la reducción de la pena, siempre que la condena inicial sea proporcional a la gravedad del crimen”.

Entonces, como vieron que la justicia internacional no quita sus ojos del proceso de La Habana, y que amnistías o salidas como el perdón y olvido son completamente inviables, es muy factible que hubieran salido corriendo a pedirle a Nicaragua, país que no solamente no ha ratificado el acogimiento a la Corte Penal Internacional, sino que, además, tiene como presidente a su incondicional amigo y colega, Daniel Ortega, otro comandante del grupo guerrillero Frente Sandinista para Liberación de Nicaragua, para que les diera la nacionalidad o el asilo político. Ser “nicos” o tener el asilo los protegería de las garras de la CPI.

La otra razón que considero es que ya tengan el terreno preparado por si les da por levantarse de la mesa de La Habana. Los conocemos de sobra y sabemos cuán grande es su desfachatez y su falta de compromiso para con el pueblo colombiano. En cualquier momento y por cualquier motivo podrían dejar tirado el tal proceso de paz y nadie se sorprendería, por el contrario, sería el procedimiento que más se ajusta a su aborrecible naturaleza. Saldrían, entonces, felices y dichosos para Nicaragua, a continuar con sus tenebrosos y lucrativos negocios, e igualmente, estarían fuera del alcance de la CPI.

En fin, ojalá se confirme la información. Poder deshacernos de esos individuos tan fácilmente sería la mejor noticia que pudiéramos recibir en muchos años.

Ojalá no esté yo pensando con el deseo.

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