Responsabilidad del Estado

El poder que han adquirido las guerrillas, los señores de la guerra y los narcotraficantes en sectores periféricos del país, ha dejado una gran lección histórica: la negligencia del Estado para cumplir demandas sociales como la seguridad, la justicia y el orden en todo el territorio, siempre pasa su factura.

En el caso colombiano, como lo afirma el académico Gustavo Duncan en su libro “Más que plata o plomo”, la cuenta no solo ha sido sangrienta, sino que ha implicado un esfuerzo histórico sin precedentes por controlar esos poderes alternos una vez surgen y crean subculturas que los avalan.

Un esfuerzo no solo económico, sino con grandes implicaciones sociales y morales. Lo que ha costado el conflicto no es más que una deuda que el Estado ha adquirido durante años.

Los espacios que no han sido copados por la institucionalidad propician la confrontación y eso es una verdad incontestable. Pero muy pocos le exigen que asuma un nuevo compromiso y cambie su lógica elitista.

Teniendo la capacidad para hacerlo, el Estado colombiano en su historia se ha negado a cumplir sus funciones y las demandas sociales en muchas zonas del país. Eso ha sido el germen de un orden alterno, uno donde se fragmenta nuestra soberanía. Y las élites han sido estáticas hasta que han visto en peligro sus intereses políticos y económicos.

Quizás el Estado lo haya hecho por lo costoso que es llegar con sus funciones a la periferia o simplemente por su característico segregacionismo.

Pero en cualquiera de los casos, y por más que se busquen chivos expiatorios como Pablo Escobar o las Farc, no se puede negar su responsabilidad en el surgimiento del conflicto y los desajustes sociales.

La lógica de la exclusión que se ha manejado en las esferas de poder es la primera que debe cambiar en caso de un proceso de paz, pues para nadie es un secreto que es una de las causas de nuestras tensiones sociales y que es parte de nuestro atraso político. La institucionalidad también debe responder.

*Taller de Opinión es un proyecto de El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades e instituciones vinculadas con el proyecto.

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