Tragedia griega en Colombia

La economía colombiana, con un déficit en la cuenta corriente de su balanza de pagos del orden del 6% del PIB, es especialmente frágil y vulnerable. Un eventual cierre de los flujos internacionales de capitales puede causarle grandes perturbaciones.

En 1998, cuando también existía un gigantesco desequilibrio macroeconómico, ocurrieron las crisis asiática y rusa, se pararon los flujos de crédito e inversión extranjera, y la economía colombiana padeció la mayor recesión de su historia reciente. Y, en 2008, después de la crisis causada por el colapso de Lehman Brothers, a pesar de un déficit externo bastante menor que el de 1998, cayó el crecimiento del PIB y se estremecieron los mercados financieros y bursátiles.

En los últimos meses se ha venido gestando una crisis en Grecia. Este país necesita créditos frescos, pero las autoridades europeas están dispuestas a autorizarlos sólo si Grecia reduce sus pensiones y eleva el impuesto al valor agregado. El gobierno de este país, en manos de Syriza, un partido que llegó al poder con la bandera de ponerle punto final a la ortodoxia, no está dispuesto a aceptar estas exigencias. Y queda poco tiempo para que se venza el plazo para el pago de 1.600 millones de euros. Ninguna de las partes quiere ceder.

No se puede anticipar el impacto que tendría la moratoria griega (que, contra el reloj, se trata de evitar por medio de dramáticas negociaciones). Se sabe, eso sí, que Grecia sufriría una crisis bancaria y una profunda recesión, tal como lo ha advertido el gobernador de su banco central. Se habla, además, de su abandono del euro (y el regreso del dracma) e incluso su retiro de la comunidad europea. Aunque algunos analistas piensan que los efectos sobre las economías europeas serían moderados, otros, como el propio Jeffrey Sachs, señalan que las consecuencias podrían ser catastróficas.

Lo que sí es claro es que, en el corto plazo, inmediatamente después de la moratoria, habría una estampida de capitales europeos que, predeciblemente, buscarían refugio en papeles del Tesoro de Estados Unidos (relativamente seguros ante a la tormenta). El dólar se revaluaría y se elevaría el riesgo de las economías afectadas. Las economías del sur de Europa y las de países considerados vulnerables, con desajustes macroeconómicos considerables, serían castigadas con menor financiación y mayores costos de crédito. Colombia y otros países de América Latina, infortunadamente, sufrirían el impacto debido a sus serios desequilibrios macroeconómicos y, en especial, las incertidumbres fiscales (el déficit fiscal colombiano, sin una reforma tributaria, rozará el 4% del PIB en 2016).

El libreto de lo que sucedería en Colombia frente a la crisis griega ya está escrito; se puede leer en el desarrollo de las crisis pasadas. La tasa de cambio saltaría por encima de los niveles actuales y los costos del crédito, multiplicados por el riesgo país, se elevarían. Ante la dificultad de financiar el déficit externo, parte del ajuste se produciría a través de un menor crecimiento económico. Lo que no se puede predecir es la magnitud y la duración de estos efectos.

Aún si evita la tragedia griega, mientras Colombia mantenga su vulnerabilidad externa, seguirá expuesta a riesgos derivados de eventos como las alzas de las tasas de interés del exterior o el paro súbito de los flujos de capitales.

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