Aumentan las dudas sobre el Proceso de Paz

La declaratoria del grupo terrorista de las Farc, acerca de un cese unilateral de fuego solamente por un mes, a partir del 20 de julio, es una manera de ganar tiempo por lo impopular de las negociaciones de la Habana en la gran mayoría del pueblo Colombiano, ya que los únicos enemigos de la paz que exaltan la violencia y subliman la guerra para la toma del poder son los cabecillas de la narcoguerrrilla, muchos de los cuales se encuentran en Cuba negociando con el gobierno de Santos, pues no hay que olvidar la naturaleza criminal y terrorista de la llamada “violencia revolucionaria” practicada por el comunismo totalitario cuya doctrina es seguida por las Farc sin vacilaciones, por eso en la población aumentan las dudas sobre el proceso de paz.

Por eso la entrevista de Juan Gossaín a Humberto De La Calle, jefe de la delegación del gobierno en los diálogos de paz en Cuba, publicada en diferentes medios de comunicación, sobre la posibilidad de que se rompa el proceso o que se firme un acuerdo a corto plazo, está demostrando que los diálogos a perpetuidad que buscaba el grupo terrorista de las Farc, para acomodarse mejor política y militarmente, siguiendo las enseñanzas del comunismo totalitario en Vietnam en la década de los setenta del siglo pasado, se pueden acabar en cualquier momento y lo que se esperaría por parte del gobierno para finiquitar dichos diálogos es lo que conocemos como un florero de Llorente.

En varias ocasiones hemos dicho que la firma del acuerdo de paz, no depende de la voluntad del gobierno o de la comprensión de la sociedad, sino única y exclusivamente de las Farc, quien declaro desde hace 51 años una guerra irregular para la toma del poder siguiendo la cartilla del marxismo, que tiene para ese propósito como credos a la violencia, la mentira y el terrorismo los cuales ha usado durante 160 años de su existencia.

Entonces las declaraciones del doctor De La Calle no son de poca monta, porque en tres años de conversaciones, la estrategia de la guerrilla no es llegar a un acuerdo definitivo, sino chantajear al gobierno y a la población mediante el terrorismo para alcanzar un cese bilateral de fuego y así lograr el equilibrio estratégico, buscando la desmoralización y claudicación del estado.

Es evidente que el proceso de paz fue mal concebido, al no exigirle desde el principio a las Farc un cese al fuego unilateral, verificable y definitivo, la devolución de los niños que se encuentran en sus filas, el retiro de minas antipersona y la entrega o información sobre los secuestrados de los cuales no se sabe nada, de ahí que las declaraciones de Humberto De La Calle son la síntesis de algo que empezó mal y que puede terminar peor.

Para muchos las declaraciones del vocero del gobierno se pueden tomar como un ultimátum, sin embargo dijo estar de acuerdo con la participación de los guerrilleros en la política en caso de la desmovilización, asignándole unas curules en el congreso sin concurrir a elecciones, y también recoge la propuesta del Expresidente Uribe sobre la concentración de la guerrilla en un sitio, antes de desarmarse, claro que dentro de su concepción absolutista la banda armada hace exigencias desaforadas y todos los días se muestra mas pedigüeña, ya que busca sacarle el mayor provecho a los diálogos, para lograr todo el poder o el cogobierno como lo pedía en el Caguan, intimidando al país con el terrorismo.

Las Farc en toda la historia de la humanidad, es la guerrilla marxista leninista que más ha durado intentando la derrota de un estado para tomarse el poder, sin lograrlo, lo cual es una vergüenza, sin embargo la terquedad, el alucinamiento de sus cabecillas y el narcotráfico no le permite ser reflexiva y a ello se agregan los dogmas del comunismo totalitario sobre el destino manifiesto que los miembros de esa secta criminal y burocrática creen poseer para dominar a los demás mortales, siguiendo las supersticiones del materialismo histórico y la inevitabilidad, en donde la predestinación y el hado son los fetiches que no los dejan superar la irracionalidad y bestialidad para ponerle fin al conflicto Colombiano.

Las ultimas encuestas aparte de la baja popularidad del gobierno, muestra el escepticismo sobre el proceso de paz con las Farc que tienen los ciudadanos, lo cual hace sonar las alarmas en el ejecutivo y por ello el negociador del gobierno con sus declaraciones intenta mandarle una señal a los cabecillas guerrilleros, para que muestren su verdadera intención de paz, sin embargo es bien conocido que el obscurantismo de la banda armada es absoluto y ceder en algo significa una rendición y por eso la expresión de Humberto De la Calle, acerca de que el proceso de paz está en su peor momento.

En Colombia las Farc no representan a nadie y para ese grupo violento, cuando usa la palabra pueblo, la toma como una anfibología, pues en la semántica marxista existe el pueblo social o masas, rango en donde prácticamente se encuentra toda la población Colombiana, que es despreciable para la narcoguerrilla y se utiliza de acuerdo a las condiciones mediante la violencia para satisfacer los apetitos y caprichos de los jefes comunistas, y existe el pueblo político compuesto por los 7.000 guerrilleros que tienen las Farc, además de la minoría insignificante que les colabora y uno que otro idiota útil que le sirve coyunturalmente, así que en las negociaciones con la banda terrorista no se le pueden imponer a los ciudadanos ninguna de las exigencias de las Farc.

Con las declaraciones del negociador del Gobierno, como se dice popularmente hay que volver a barajar frente a los diálogos de Cuba, reconociendo en primer lugar lo mal diseñado de las negociaciones, resaltando además que en el proceso no se ha tenido en cuenta el componente ideológico del conflicto, ya que las Farc por ser una guerrilla marxista leninista, posee una doctrina totalitaria la cual se tiene que cumplir estratégicamente al pie de la letra y por ello el gobierno debe concientizarse, sobre el componente ideológico del conflicto para saber a ciencia cierta con quien se negocia.

Con base a lo anterior habría que pensar en una suspensión temporal de las negociaciones en La Habana, para que en ese tiempo las Farc demuestren que tiene verdadera voluntad de paz suspendiendo su accionar terrorista, porque además el proceso no puede interferir en las elecciones regionales de Octubre, también el gobierno nacional debe después de retomar los diálogos ponerle un plazo perentorio a la narcoguerrilla para firmar el acuerdo, con entrega o destrucción de armas y justicia transicional para los cabecillas, evitando más adelante la intervención de la Corte Penal Internacional, porque de lo contrario estamos ante el epilogo de los diálogos en la Habana en donde habría otra frustración.

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