Como vamos, vamos mal, muy mal

La última encuesta Gallup, relegada a planos secundarios por los grandes medios, arroja unos resultados que deben preocuparnos muy seriamente por la suerte del país.

En muy pocos aspectos se salvan del desastre algunas políticas públicas sin que eso quiera decir que en ellas se estén obteniendo buenas notas.

Por ejemplo, el 87% de los colombianos están en desacuerdo con el manejo dado por el gobierno al problema de la seguridad. La desaprobación a la gestión del presidente Santos va en aumento, cae al 66%. El 84% considera que el manejo de la corrupción está empeorando, el 77% está en desacuerdo con el manejo dado a la guerrilla, el descreimiento de que se va a llegar a un acuerdo con la guerrilla se elevó a 62%. Piensan que vamos por mal camino un 63%. Aumenta el porcentaje de quienes están por derrotar militarmente a las guerrillas, mientras decrece el de los que siguen creyendo en la salida negociada 45%. Se oponen a la participación de guerrilleros en política un 85%.

Comparadas con encuestas anteriores, se puede concluir que no estamos ante una respuesta coyuntural sino ante una tendencia, al parecer irreversible. Señal inequívoca de la sensación de estar mal gobernados y de estar viviendo una situación delicada y peligrosa.

Al comparar el manejo de unas cuantas variables entre Alvaro Uribe y Juan Manuel Santos, los resultados confirman una caída estrepitosa. Las cifras deben leerse en porcentaje. Algunos datos iniciales de Uribe en 2002 son herencia de Pastrana y los de Santos en 2010 son herencia de Uribe. Veamos:

Consideran que el país está mejorando (2002-2015): Uribe recibió en 32 y entregó con 52, con pico más alto en 73 (operación Jaque). Santos recibió en 52 y cae al 22, pico más alto 61 (luna de miel de 2010 y muerte de Jojoy).

Piensan que se maneja bien la economía (2006-2015): Uribe subió de 42 a 46, Santos cae de 46 a 27.

Sobre empeoramiento en manejo de la guerrilla (2006-2015): Con Uribe se redujo de 46 a 36, con Santos de 36 se subió a 77.

Inseguridad (2006-2015): mejorando: con Uribe bajó percepción de 48 a 22, con Santos bajó de 22 a 8. A la inversa, empeorando: Uribe de 41 a 62 y Santos de 62 a 87.

Aprobación de gestión del presidente (2002-2015): Uribe inicia con 30 y termina en 75, Santos inicia con 75 y cae a 28. Rechazo a gestión del presidente (2002-2015): Uribe inicia en 25 y termina en 17, Santos inicia en 17 y cae a 65.

En materia de favorabilidad personal (2002-2015): Uribe inicia en 70 y terminó en 75, su pico más alto fue 85 y el más bajo 63. Santos inició en 75 y cae a 57, su pico más alto fue 80 (muerte del Mono Jojoy) y el más bajo 46 (paro agrario).

La desfavorabilidad del Congreso (2002-2015): con Uribe subió a 56 en todo el apogeo de la “parapolítica”, con Santos ha subido a 72.

La imagen negativa de los partidos políticos (2006-2015) mantiene su caída constante, con Uribe alcanzó tope máximo de 61, Con Santos llegó a 81.

La Fiscalía General tuvo un nivel alto de favorabilidad con Uribe hasta un 60, con Santos cae al 42.

La favorabilidad de las Fuerzas Militares (2002-2015) Con Uribe subió de 79 a 85, con Santos cae de 85 a 77.

Favorabilidad de la Corte Constitucional (2001-2015): con Uribe subió de 53 a 63, con Santos cae de 63 a 33.

Favorabilidad del sistema judicial (2005-2015): Con Uribe cae de 49 a 37, con Santos cae de 37 a 19.

La favorabilidad de la Corte Suprema de Justicia (2008-2015): Con Uribe va de 60 a 61, con Santos cae de 61 a 29.

Creencia de que Fuerzas Militares están en capacidad de derrotar a las guerrillas (2002-2015): Uribe aumentó de 63 a 85, Santos la redujo de 85 a 72.

Creencia de que guerrillas se pueden tomar el poder por las armas (2002-2015): Uribe la redujo de 33 a 13, Santos la subió de 13 a 35.

El presidente Santos presenta mejores resultados en los rubros de empleo y relaciones internacionales, y hay pocas diferencias en vivienda de interés popular, infancia, percepción sobre democracia, garantías y medios de comunicación.

El país, pues, está retrocediendo a ritmo constante, en algunos temas hasta los niveles críticos de 2002. Se ha deteriorado la confianza en las instituciones, en particular, es grave la caída de la confianza en los órganos de la Justicia. Hay retrocesos en el manejo de las guerrillas y la seguridad. Entretanto, aumenta la desazón con las negociaciones en Cuba y crece la idea de que la guerrilla si puede llegar a tomarse el poder por la vía militar.

Ahí están las cifras, contundentes y a la vista. En mi concepto, todo ello es el fruto de políticas erradas, de propuestas fracasadas, de la violencia guerrillera y del mal gobierno de Santos. Urge una profunda reconsideración para recuperar el terreno perdido y evitar que las guerrillas se aprovechen del caos reinante y de la falta de fe de la población en las instituciones. Llegó el momento de ponerle, cuanto antes, un tope cronológico, temático, procedimental y penal a las conversaciones de paz.

Si el gobierno no reacciona en defensa del Estado de Derecho, de sus instituciones, de la democracia y la libertad, a la Oposición no le queda otra alternativa que convocar a la población a la resistencia civil y callejera, pacífica pero clara, en el objetivo de evitar que Colombia se convierta en un estado fallido.

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