Quien pestañea primero

“La clave es no ceder y la culpa es del otro”

Los regímenes autocráticos y los demagógicos son más exitosos en sus negociaciones con las democracias y como prueba tenemos hoy día no un caso, sino al menos cinco: Irán, Cuba, Grecia, Siria, Farc. Esto se aplica igualmente a relaciones con grupos sediciosos como el llamado Ejército Islámico en el Medio Oriente y en las negociaciones que el Gobierno colombiano adelanta desde hace treinta y dos meses (“unos pocos meses” dijo el presidente Santos) con las Farc, sin término a la vista. Los gobiernos democráticos dicen establecer plazos inamovibles y “líneas rojas”, es decir, temas sobre los que no transigirían y antes de hacerlo preferirían terminar las negociaciones, para luego echar marcha atrás, en medio de profusa retórica, como en lo referente a una tregua bilateral que piden las Farc y que nuestro Gobierno repitió que solo sería posible a la terminación del conflicto, pero que ahora ya la encuentra posible. O como la liberación de Simón Trinidad sobre la que el primer mandatario les dijo a las Farc que pedir la presencia en la mesa de diálogos de “Simón Trinidad”, no es realista. Y mientras Humberto de la Calle afirmaba que la presencia de Simón Trinidad no estaba en discusión, “no es un hecho que pertenece al Gobierno ni a la guerrilla”, el Comisionado para la Paz Sergio Jaramillo declaró que “Si usted me pregunta si (Trinidad) debería estar al final de un acuerdo de paz, en caso de alcanzarlo (con las Farc), yo contestaría que sí, definitivamente”, añadiendo que ya habían tocado el tema con Estados Unidos.

La debilidad en negociaciones no es particular a Colombia. En Irán los plazos “inexorables” se extienden semanalmente y el secretario Kerry, quien dirige las conversaciones por parte de los países occidentales, hace permanentemente “pequeñas” concesiones llevando a que los israelíes, directamente amenazados por la teocracia iraní, protesten por estas concesiones e insinúan que no permitirán un Irán con el arma atómica en poco tiempo. En Siria, Bachar Al Assad ha literalmente arrasado con sus oponentes con agentes químicos y bombas de petróleo sin que los occidentales osen confrontarlo, permitiendo que los fanáticos del EI extiendan el territorio bajo su control. El régimen castrista de Cuba, manteniéndose inamovible, obtuvo el imprimatur de Washington sin ninguna concesión aparente. La clave del éxito para estos países ha sido mantenerse firmes en sus peticiones trasladando a Occidente “la responsabilidad” del fracaso de las negociaciones, si no se le condona buena parte de la deuda a Grecia (por tercera vez) la culpa de las desgracias de los helenos sería de los capitalistas, que, como dijo alguien, no quieren quedarse con el cadáver de Grecia en sus brazos. Se trata de ver quien pestañea primero.

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