Campanazos del narcotráfico

El aumento de cultivos de coca en el país, en especial en la zona del Catatumbo, y la continuidad del contacto entre carteles mexicanos y bandas colombianas deben alertar a las autoridades.

El incremento de las hectáreas de coca en Colombia (de 48 mil a 69 mil), según los últimos informes de Naciones Unidas, y la permanencia de poderosas alianzas y redes entre carteles mexicanos y bandas criminales en Colombia deben obligar al Gobierno Nacional a repotenciar los planes de erradicación de cultivos ilícitos y de combate contra el narcotráfico, como estructura criminal.

Las cifras reportadas precisan que en el territorio nacional se pasó de producir 290 toneladas métricas, en 2013, a 442 en 2014. Y en la última semana el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, y los altos mandos militares aceptaron que en Norte de Santander, especialmente en la región del Catatumbo, aunque los estudios oficiales hablan del nueve por ciento, la realidad permite estimar que allí el aumento de las hectáreas cultivadas es del 45 por ciento.

“El año pasado, en los primeros siete meses, incautamos 300 kilos de clorhidrato de cocaína. Este año, para el mismo período, es decir, desde el 1° de enero hasta el 31 de julio, incautamos casi cinco toneladas de esta droga, lo que quiere decir que los cultivos sí han aumentado”, advirtió el coronel Marcos Pinto, comandante de la Trigésima Brigada.

Entre tanto, este diario publicó un informe especial hace un par de semanas que confirma las vigentes y potentes alianzas que mantienen organizaciones como la del fugado Joaquín Guzmán Loera, alias “Chapo Guzmán”, cuyas redes se extienden incluso a las calles de Medellín.

Saludamos el esfuerzo que hacen Ejército y Policía en la región del Catatumbo donde habría sido abatido Víctor Ramón Navarro Serrano, alias “Megateo”, al parecer alcanzado por un bombardeo oficial en las últimas horas. Sería una importante baja para golpear la estructura criminal de un capo de las drogas por el que Estados Unidos ofrece cinco millones de dólares, y quien al tiempo se presenta como jefe de una reducida disidencia del Ejército de Liberación Popular, Epl, en los santanderes.

Además del valor mismo de la operación, es clave que las autoridades retomen el control de esta zona de frontera con Venezuela donde también operan frentes de las Farc y del Eln y pandillas de “los Urabeños”, todos asociados al cultivo de coca y a la producción de alcaloides ilegales.

A lo largo del año El Colombiano ha informado sobre la crítica situación de violencia y violaciones de derechos humanos que sufren comunidades como La Gabarra y Tibú, azotadas por actores armados al margen de la ley que imponen allí sus estructuras y “negocios” y su régimen de terror a sangre y fuego.

Luego de tres meses de suspensión de las fumigaciones con glifosato, habrá que monitorear con mucho rigor y precisión el comportamiento de las plantaciones de coca en el país, pues como está visto se muestran en alza, y con redes muy activas de tráfico hacia Centro y Norteamérica. Las incautaciones gigantescas de cocaína este año a bandas como “los Urabeños” son la constatación de que la empresa criminal y perversa del narcotráfico aún amenaza y permea la vida colombiana.

Se trata del peor combustible de nuestros conflictos armados urbanos y rurales y de una fuente chorreante de corrupción y de muerte. El país vivió años aciagos cuando sufrió las guerras entre carteles y Estado, y ha perdido a muchos de sus mejores hombres en esta lucha que no puede decaer y que, ante señales tan recientes e inquietantes, debe continuar.

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