Constitución al garete

No se sabe qué va a pasar. El presidente Santos dijo que no habría cese bilateral antes de firmar acuerdos, y lo va a haber anticipadamente, si es que ya no está en práctica.

Dijo Santos que no se alteraría la Constitución y hoy se habla de un “Congresito”, para ese efecto; afirmó que el pueblo refrendaría los pactos de paz, como decir me gustan o no me gustan, pero toda consulta o referendo están descartados.

Santos y su altavoz, el jefe de delegación, dicen una cosa y otra, no importa si contradictorias, y se enredan cuando ocurren emboscadas o naves averiadas (así el presidente deja escapar, por lapsus: “…cuando derribaron el avión”). El otro altavoz del mandatario, ya lo sabemos, el amado hijo político, su alter ego, el de lengua impávida para complacer a la tropa, fue finalmente silenciado y enviado a la gran embajada pre-presidencial, donde hablará de paz en inglés, que por cierto domina.

Miren, yo sigo con alguna constancia el programa Semana en vivo, conducido en la TV por María Jimena Duzán, con no poca gracia (en cuyas vacaciones fue difícil reemplazarla, bien por el amigable sombrerón, Eduardo Arias, cuya gracia es no tenerla, o bien por Rodrigo Pardo, diplomático esencial, discursivo, neutro). Pues en ese foro, el nuevo presidente del Congreso, Luis Fernando Velasco, dichoso en el cargo, renegó de su santismo para discutir y enfrentar la idea presidencial del “Congresito”, que subsume las facultades legislativas y pone en riesgo la esencia y la permanencia misma del Congreso.

De otra parte, el profesor Rofolfo Arango, frecuente contertulio de María Jimena, dio en el clavo cuando afirmó que la idea del Congresito fue lanzada por el presidente para eludir lo que ya va siendo un imposible, como es la refrendación popular de los acuerdos, por la impopularidad misma del proceso, que lo llevaría a un fracaso en las urnas.

¿En dónde está y en qué queda hoy la Constitución Nacional? Pues está en vilo y en vísperas de ser reformada por la vía rápida del Congresito. ¿Cómo se haría esto? Por un Acto Legislativo que lo autorice, el que no es tan rápido; puede tomarse un año. Pero no, el presidente quiere algo pronto, una vez obtenida aprobación de La Habana. Y que no se preocupen, parece decirles a los miembros del actual congreso, pues ellos bien podrían hacer parte de la sin igual comisión. Habrase visto: hacer parte de lo que son el todo.

Estas son hoy, con una más y si alguna no me falta, las distintas formas de reformar la Carta Fundamental: por Acto Legislativo, por Asamblea Constituyente, por Plebiscito, por Referendo y por Congresito. Esta última, una manera, si se quiere la más expedita, precedida de levantamiento armado, que coloque al Estado, valga la redundancia, en estado de indefensión.

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