El General y la Oficina

El crimen organizado hace todo sin dejar rastro. Esta es la insólita explicación que da la Policía Nacional ante la falta de judicialización de los integrantes de la denominada “Oficina de Envigado”.

La explicación la dio, según medios de comunicación, el mayor general José Ángel Mendoza, comandante de la región de policía occidental (n°. 6), que cubre Antioquia, Córdoba y Chocó, al referirse a la identificación de varios de los integrantes de La Oficina por autoridades estadounidenses y constatar que solo uno de ellos tiene orden de captura en Colombia. Dijo el general: “Estas personas han aprendido a ser jefes en la sombra. No existe una respuesta específica sobre por qué no tienen una orden de captura, porque en realidad son unos criminales, pero la judicialización es difícil porque manejan todo sin dejar rastro”.

Las palabras del oficial producen rabia y frustración. Expone que la Policía no ha logrado hacer su trabajo porque “estas personas” aprendieron a hacer lo suyo muy bien. Además, constata que, en efecto, son “unos criminales” pero que es difícil judicializarlos, porque saben hacer su trabajo. Y, la tapa: no se sabe por qué no se han judicializado. ¿Ah? No hay derecho.

Quizás deberíamos agradecer la honestidad del general. No obstante, su posición es inaceptable: predica el desbordamiento del aparato estatal y el triunfo de la criminalidad organizada. Este tipo de fatalismo explica en parte por qué el cuerpo de policía se comporta como se comporta.

Además del derrotismo que expresa el general, sus palabras están llenas de pereza. Es difícil entender de qué se queja el general: será que le hace falta el organigrama que amablemente las denominadas “Autodefensas Unidas de Colombia” colgaron en Internet para que todo el mundo “supiera” cómo estaban conformadas y cómo operaban; o será que quiere que uno de estos oriones o mateos o rogelios se siente a su lado y le cuente pormenorizadamente cómo es el cuento y quién usa cuál alias.

Es entendible que los ciudadanos que se dedican a trabajar y sobrevivir día tras día en oficios varios tengan percepciones distorsionadas sobre la criminalidad organizada. Las novelas y los dramatizados gringos no ayudan. Tampoco ayudan medios de comunicación que replican versiones sin constatación de cómo opera el bajo mundo del crimen.

Pero cuando policías hacen eco de esos facilismos no solo se presentan como payasos sino que dañan el poder público y corrompen nociones primas, tales como seguridad pública y justicia.

Si algo sabemos de La Oficina de Envigado es su maleabilidad y dinámica de adaptación a través del tiempo. Igualmente, conocemos su tremenda capacidad para corromper, penetrar y trabajar en colusión con empleados públicos, incluyendo miembros de la Policía Nacional y de la Fiscalía General de la Nación. Entonces, General: ¿los quiere en bandeja de plata?

Quizás el general tuvo un mal día y los medios lo sorprendieron en un mal momento o quizás eso es todo lo que tiene para dar. Sin importar la respuesta, las palabras del oficial deben generar reflexión y, ojalá, indignación. Nadie dijo que ser policía era fácil, pero si algo se necesita en el proceso de transformación que se propone Colombia en la construcción de la paz, es una Policía civil moderna, dinámica y respetuosa de los derechos humanos, que sea efectiva en la lucha contra la criminalidad organizada, que -a propósito, General- no saldrá de la sombra.

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