Le ganamos a Venezuela

Se ha hecho mucho ruido por los presos políticos en Venezuela y con razón. Una juez que condena a Leopoldo López a trece años, nueve meses, siete días y doce horas de cárcel. Esas doce horas son como para mostrar una justicia milimétrica aunque le faltaron los milímetros de segundo de Maduro. Puede ser que la señora jueza es algo más instruida que ese dictador pero no menos cruel e injusta. Lo condenó, el “reo” sabía bien que la sentencia sería condenatoria cuando le advirtió: “Señora jueza, si la sentencia es condenatoria usted tendrá más miedo de leerla que yo de escucharla, porque usted sabe que soy inocente”. Valeroso él y débil quien lo condenó a pesar de saber de su inocencia. Las órdenes de su superior son para cumplirlas.

También han condenado al alcalde de Caracas y al gobernador del Zulia por ser opositores al gobierno. Seguramente la lista no parará ahí pero estos son representativos.

Aquí en Colombia no nos quedamos atrás, vamos mucho más adelante, les ganamos por mucho. Arias Cabrales, Bernardo Moreno, Andrés Felipe Arias, Rito Alejo del Río, Plazas Vega, Óscar Arboleda, Luis Alfredo Ramos, Sabas Pretelt, Alberto Velásquez Echeverri, Luis Carlos Restrepo, Luis Alfonso Hoyos y tantos otros que se haría interminable la lista. El espacio no da para tanto. Unos en la cárcel y otros que han tenido que pedir asilo por la inocultable persecución política.

Allá por orden de un dictador que hasta sabe hablar del milímetro de segundo, aquí por un gobernante más inteligente y preparado pero que parece haber perdido la memoria. Se decía que sabía de café cuando representó a la Federación de Cafeteros en el Reino Unido, pero parece que algo se le ha olvidado, o nunca aprendió, porque los cafeteros van hacia la ruina en este gobierno. Aparentemente tuvo éxitos persiguiendo a los terroristas, se hacía tomar las fotos en primera línea, ahora no ha sido capaz de seguir con la política que le enseñó el presidente Uribe y quiere más bien entregarles el país a los amigos de su hermano y de sus vecinos que atacan a Colombia, que la amenazan, que ordenan sobrevuelos irregulares para “medirle el aceite” que se le acabó.

Juanpa (como le gusta que le digamos) manejó las finanzas del país, parece que se le olvidó, porque vamos hacia la ruina. Se perdieron las exportaciones a pesar del dólar “Cárdenas”, las importaciones se hacen imposibles por ese dólar, la deuda externa impagable, la agricultura arruinada, la producción industrial bajando, la salud en cuidados intensivos, eso sí, el derroche en su fina para pagar favores y para ganar elecciones, la publicidad desbordada. Pobre país.

Puede ser más preparado que su nuevo mejor amigo pero más peligroso porque, por lo menos, sabe para dónde va. Se dirige hacia la entrega a los verdugos de Colombia, hacia donde le indican sus vecinos y su hermano. Es débil, derrochador de los dineros públicos, cambiante en sus opiniones, traidor de quien lo llevó de su mano a pesar de su incapacidad para gobernar.

Pobre Colombia, ¿quién podrá salvarnos?.

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