Pesimismo y juicio crítico

La crisis con Venezuela derrumba uno de los únicos indicadores que en las encuestas registraba bien este gobierno. Y en el proceso de paz, los colombianos reafirman sus ansias de justicia.

En las encuestas Gallup Poll que cada dos meses publica este diario, los indicadores más favorables para la administración de Juan Manuel Santos eran la construcción de vivienda popular y el manejo de las relaciones internacionales.

En el Gallup Poll más reciente (el N° 108 de agosto de 2015), el de las relaciones internacionales tiene un descenso vertiginoso. En junio el 64 % de los encuestados consideraba que el manejo dado por el Gobierno a las relaciones exteriores del país era acertado. Hoy, solo el 36 % lo considera así. El juicio positivo tiene una caída de 28 puntos. Y el 49 % responde que en esta materia el manejo del gobierno está empeorando.

La razón de tal cambio es evidente: la crisis política y humanitaria derivada de las expulsiones de colombianos desde Venezuela y el sentimiento de dignidad nacional herido. Este Gallup Poll se realizó entre el 22 y el 31 de agosto, es decir, justo en el momento de agudización de la crisis, de las agresiones de Nicolás Maduro y su régimen, de la reacción inicial del Gobierno colombiano, moroso y débil -aunque al final enderezó el rumbo- y de la advertencia hecha por varios sectores sobre las pocas posibilidades de que esta crisis se supere pronto, por las hondas ramificaciones que tiene y por el problema, aún no abordado, de qué hacer con la emigración colombiana a Venezuela.

En estas encuestas, el actual presidente venezolano siempre ha sido castigado mediante una valoración negativa de la opinión pública colombiana. Desde que asumió el cargo, en abril de 2013, su desfavorabilidad siempre ha sido superior al 73 %. En este Gallup Poll de agosto, se dispara a su máximo histórico: 94 %. Y es que los colombianos aguantarán más o menos sus peroratas y desatinos verbales, o considerarán dañino su despotismo contra la oposición política y contra la prensa independiente, pero no toleran bajo ningún punto de vista el maltrato, la humillación ni la arbitrariedad contra los connacionales que viven o trabajan en el territorio vecino.

De hecho, a pesar de las recurrentes invocaciones a la hermandad entre las dos repúblicas (“hijas de Bolívar”) y al sentimiento de “naciones con destinos comunes” tantas veces desmentido en la realidad por los constantes desencuentros y hostilidades de los gobiernos de allá, ahora los colombianos también manifiestan su poca confianza en que las relaciones bilaterales vayan a ser más respetuosas y prósperas: el 67 % considera que eso no va a ser así.

Por otra parte, y cambiando al plano interno, la encuesta revela que persiste un alto grado de pesimismo. Todavía un 65 % de los encuestados creen que la situación de nuestro país está empeorando. Y dentro de esos índices negativos, el de las perspectivas económicas es muy preocupante: 71 % de la gente cree que son malas.

En cuanto al proceso de paz, la proporción de opinión pública que considera que no debe sacrificarse la justicia a la hora de negociar la paz sigue siendo alta: 62 %. Y aún más alta (81 %) la población que cree que no puede ser posible la participación en política de los cabecillas de las Farc sin que antes hayan pagado cárcel por sus delitos. Indicadores que sin duda alguna el gobierno tiene presentes, y de allí su afán por encontrar fórmulas que permitan sortear no solo las limitaciones legales, nacionales e internacionales, para esa participación política, sino el juicio severo de una opinión que no parece dispuesta a entregar toda la institucionalidad de buenas a primeras.

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