Preguntas sobre la venta de Isagén

¿De verdad no hay alternativas a la venta de Isagén para financiar la inversión en infraestructura?

Siguen las dudas sobre la pertinencia de vender Isagén. La discusión, que se revivió por el fallo del Consejo de Estado que le permite al Gobierno vender el 57,6 % de su participación en la generadora de energía por un monto no menor a los $5,2 billones, no es de menor envergadura, y enfrenta al Ejecutivo con voces críticas.

Para el Ministerio de Hacienda, en cabeza del ministro Mauricio Cárdenas, la operación es urgente y necesaria. En sus palabras, “la venta de Isagén tiene como propósito aumentar el empleo, lo que beneficiará a nuestra economía a través de las obras de infraestructura”. Lo mismo dijo Simón Gaviria, director de Planeación Nacional, quien celebró la decisión del Consejo, pues va a jalonar la inversión en infraestructura.

La posición del Gobierno es unánime: el dinero por la venta de Isagén será mejor invertido en infraestructura que en mantener la participación en la generadora de energía.

Sin embargo, las críticas provienen de varios sectores. Hélbert Castaño, secretario general de Sintraisagén, dijo en mayo que es poco creíble que los proyectos de 4G sean el único argumento para vender Isagén. Además, y en esto hacen eco varias voces, como las del Centro Democrático, para Castaño “hay un detrimento patrimonial”, pues se está subvalorando la compañía, más aún con la fortaleza actual del dólar.

Ante eso, Gaviria responde que “la devaluación del peso ayuda a que se reciban más pesos ahora por concepto de la venta y por lo tanto nos puede ayudar a tener más cierres financieros para obras de infraestructura”, pero que aún debe evaluarse cómo se da la puja por la compañía.

Nadie —ni en el Gobierno ni en la oposición— niega la eficiencia de la administración de Isagén y, por eso, su atractivo económico es considerable. ¿De verdad no hay alternativas para financiar la inversión en infraestructura?

Cuesta creerlo, como también es difícil entender la lógica detrás de enajenar un activo rentable de la nación a cambio de inversiones que, sí, producen empleos en corto plazo y son una prioridad, pero cuyos beneficios de larga duración parecen opacarse en comparación con lo que Isagén podría representarle al país.

Todo esto sin siquiera tocar otras preocupaciones: un posible monopolio privado de la generación de energía que aumente los costos para el colombiano particular y la cantidad de impuestos que se dejen de obtener de Isagén si sus dueños son extranjeros y responden a otra jurisdicción tributaria.

Es frustrante, entonces, ver la determinación del Gobierno para la venta. Tan pronto salió el fallo del Consejo de Estado, el ministro Cárdenas anunció una reunión “con todo el equipo de la banca de inversión y con los abogados que han acompañado el proceso para reorganizar el cronograma de la venta y saber cómo debe seguir el trámite”. La venta parece imparable.

Le pedimos al Gobierno, no obstante, que tome en cuenta las voces que cuestionan su vehemencia y evalúen otras posibilidades de financiación de la infraestructura que necesite al país. El dilema no es una decisión entre inversión e Isagén, debe buscarse conservar la compañía y financiar los proyectos 4G. O, por lo menos, explicar, más allá de declaraciones generales, por qué esta idea no es adecuada. Hasta entonces, nos oponemos a la venta de Isagén.

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