Una zurda inútil

Es una verdad de a puño que la guerrilla colombiana, con sus incoherencias y mentiras, sus secuestros y asesinatos, le puso un collar de plomo a la izquierda política para que no salga a flote. La opinión pública confunde injustamente una vía con la otra y los partidos políticos no han sido lo suficientemente claros en sus intereses programáticos para desligarse. Es cierto también que a esta odiosa amalgama contribuyen cada tanto las falsas acusaciones que lanzan otros sectores sociales o, incluso, los medios de comunicación.

A los prejuicios, la izquierda le ha sumado además un rosario de torpezas, algunas de ellas cometidas por falta de claridad en su discurso y otras por absurda terquedad. Un ejemplo de lo último es su comportamiento en el caso de la frontera con Venezuela. Líderes como Iván Cepeda o Piedad Córdoba se mantienen fieles al insostenible chavismo, mentiroso y violento, por el simple hecho de no dar el brazo a torcer en una de sus luchas más longevas: la defensa del proceso bolivariano.

Lo que hace Maduro es inaceptable. El comportamiento de la Guardia Venezolana dista mucho de la fuerza de un gobierno que promueve lo social, desterrando a empujones a familias enteras mientras les destrozan sus casas después de marcarlas con aerosol. Meter en una misma bolsa a siete mil personas por su nacionalidad para acusarlas a todas de paramilitares, contrabandistas y desestabilizadores de una democracia que ya voló en pedazos hace mucho tiempo, es una estigmatización al individuo totalmente contraria a la filosofía liberal.

El delirio chavista asusta desde hace mucho tiempo pero la izquierda radical colombiana insiste en que es asunto de complots, de intereses transnacionales, de infiltración paramilitar uribista, de guerra económica. Mientras el Ejecutivo venezolano se carcome por una acelerada corrupción y una comprobada infiltración del narcotráfico, Miraflores busca el enemigo afuera. Es obvio que le da mayores ventajas. La arenga nacionalista le permite controlar zonas para las parlamentarias de diciembre.

Iván Cepeda y Piedad Córdoba no representan toda la izquierda pero el daño que le hacen a ese proyecto político es irreparable. Sus voces fanáticas, alejadas de lo racional, los dibuja exactamente como sus contrarios. Y es que Maduro y el chavismo en general, dejaron de ser un gobierno de izquierda hace muchos años para tomar tintes del peor autoritarismo de derecha.

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