Falsos culpables

Cuando el pícaro de Miguel Nule afirmó que “la corrupción es inherente a la naturaleza humana”, no sólo habló de la familia que lo educó, sino que usó la frase como artimaña para diluir su responsabilidad en falsas generalidades. Falacia que algunos funcionarios públicos utilizan, pero que se debe desenmascarar.

Decir que el desplome de la acción de Ecopetrol es “inherente” a la caída del precio del barril del petróleo es ocultar la perjudicial extracción de su liquidez por parte del Gobierno, para financiar su gasto derrochón con insostenibles dividendos. Irregularidad financiera advertida en esta columna cuando el precio del barril de petróleo aún se mantenía a cien dólares.

Decir que el menor crecimiento económico es “inherente” al volátil comportamiento de los mercados internacionales es ocultar que siempre se supo que el auge de materias primas tarde o temprano se revertiría y que el desbordado gasto público, como combustible de una prosperidad artificial, no era sostenible. Irresponsabilidad fiscal que ahora pone en cintura el Banco de la República, con una política monetaria restrictiva que, aunque es oportuna para moderar la acelerada inflación, en nada ayuda como política anticíclica. No obstante la crisis fiscal, se acaba de prorrogar por sesenta días la declaratoria de Panamá como paraíso fiscal, ¿para que los pícaros puedan seguir blanqueando su dinero, ese sí “inherente” a la corrupción?

Decir que el apocalíptico desabastecimiento de agua en el país es “inherente” al cambio climático es ocultar la falta de previsión de las corporaciones autónomas regionales y su naturaleza clientelista, como lo prueba el ejemplo de que, a pesar de innumerables denuncias de ciudadanos sobre la depredación ambiental en los cerros orientales de Bogotá de la vía Codito-La Calera, la incompetente y corrupta burocracia de la CAR Cundinamarca no hace nada y diluye su irresponsabilidad con el “inherente” calentamiento global, contra el que supuestamente no se puede hacer nada.

Los pocos cínicos pintan falsos culpables y hacen creer a los buenos que todos son malos, induciendo abstención política que potencia sus pocos votos, cooptados por chantaje burocrático. En un país serio, los administradores de lo público renunciarían por tanto fracaso. Acá se autogradúan de víctimas de las circunstancias. Económicamente vienen cosas malas y, si siguen los mismos al mando, después no nos quejemos. Usted decide. Esto sí tiene arreglo.

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