Los verdaderos enemigos de la paz

Pocas personas han causado más animadversión contra el proceso de paz que el fiscal Luis Eduardo Montealegre y “Timochenko”, jefe supremo de los narcoguerrilleros de las Farc.

El proceso de La Habana sufre de temblores y derrumbes cada que el fiscal o el “supremo” de las Farc hacen declaraciones. Estos dos personajes, por sí solos, pueden enterrar fácilmente el esfuerzo de los tres años de negociaciones que han transcurrido.

Es fácil ver cómo, cuando uno de estos dos personajes habla, el proceso se resiente. Lo vimos recientemente cuando sin conocer el texto firmado sobre la jurisdicción especial para la paz, el 23 de septiembre, Montealegre, salió a deslumbrar al país con su interpretación sobre los posibles alcances de dicho acuerdo, como el posible enjuiciamiento a expresidentes de la nación (mencionando específicamente a Álvaro Uribe), por sus actuaciones, antes y después de ser presidente.

Esto causó “mala sangre” entre la mayoría del pueblo colombiano que ve con gran preocupación cómo los narcogerrilleros, si confiesan la verdad, obtendrán “libertad restringida”, o sea, una simple palmadita en la mano, aun si son culpables de crímenes atroces, mientras el expresidente Uribe y su equipo de gobierno serán enjuiciados por crímenes amañados por sus máximos enemigos, la misma narcoguerrilla a la que combatieron ahincadamente en defensa de la democracia y sus instituciones.

Y qué decir de la insensatez de “Timochenko” cuando, inflado como un sapo, antes de croar declara; que no se arrepiente de nada de lo que ha hecho. ¡Y pensar que este es uno de los sapos que nos tendremos que tragar para obtener la paz! Pero así será. Aunque la indigestión que nos cause lleve a la muerte de nuestra democracia.

Pero, “Timochenko” y Montealegre no son los únicos enemigos de la paz. El secretísimo del gobierno también ha jugado un papel importante en la poca credibilidad del proceso y el rechazo expresado por la mayoría de los colombianos.

¿Con qué derecho pretende el gobierno mantener a los colombianos a oscuras en lo referente a lo que está ofreciendo y concediendo a los asesinos, narcotraficantes, secuestradores, violadores, de las Farc para que terminen su guerra? ¿Es acaso que los colombianos no tenemos derecho a saber algo que determinará el futuro de nuestra nación? ¿Es que lo que se negocia es tan turbio que se debe mantener oculto o camuflado hasta el último momento?

Colombia es una democracia donde los representantes del pueblo, electos por su voto, inclusive el presidente, debe dar razón y explicación de sus actos y debe actuar de acuerdo al mandato del pueblo.

Quizá este secretísimo se debe a que lo que se negocia en La Habana, como muchos sospechamos, no cumple con lo expresado por la mayoría de los colombianos que apoyan unas negociaciones sin impunidad, donde los cabecillas de las Farc reconozcan sus crímenes y pidan perdón a las víctimas y al país, donde haya garantía de no repetición, entrega de armas y promesa de respetar la democracia y sus instituciones.

Esta claro, los verdaderos enemigos de la paz han surgido del mismo proceso. Pero quizá, si se logra acallar el revanchismo y el odio de Montealegre y “Timochenko”, y si se corre el velo de secretos y artimañas desplegado por el gobierno, los colombianos finalmente apoyemos el proceso de paz.

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