Semáforo económico en amarillo-rojo

Dos hechos de coyuntura económica, sumados a los ya conocidos de déficit en cuenta corriente, comportamiento del déficit fiscal y caída en los precios de los bienes básicos que nos afectan, especialmente por exportaciones, plantean la urgencia de poner el semáforo de la economía entre amarillo y rojo, y nos deben poner a reflexionar sobre medidas urgentes a corto plazo.

Me refiero al comportamiento de la tasa de desempleo de un lado, y del otro al anuncio de esta semana del último dato de inflación. El semáforo amarillo-rojo se hace aún más necesario en momentos en que para nuestros vecinos de América Latina se anuncia por parte de la Cepal una caída en las estimaciones del crecimiento de 0,5% a una cifra negativa de recesión de -0,3%.

En este escenario no es suficiente con decir que la nueva previsión de crecimiento de la economía colombiana (2,9%) es superior a la de México, Brasil, Chile o Perú, o que somos el tercer mejor crecimiento estimado para la región. Es indispensable seguir diseñando estrategias que hagan frente desde lo interno para contrarrestar los factores determinantes de este menor crecimiento que ellos relacionan con asuntos externos, como el regular desempeño de los países desarrollados, la baja sensible de la dinámica de algunos emergentes (China), la caída de los precios de los bienes primarios, la volatilidad de los mercados financieros y la fortaleza del dólar.

La Cepal encuentra que el camino a seguir, además de animar el consumo interno, es evitar que la inversión disminuya y dinamizarla.

Por ello resulta de la mayor importancia explorar con cuidado las cifras de empleo, y reaccionar cuanto antes a ellas, y tener enorme atención con el comportamiento de los precios.

En referencia a los datos de empleo, que en el último mes anuncian el aumento en la tasa de desempleo del 8,8 al 9,1%, y si bien dicho dato sigue siendo de un solo dígito, es necesario poner de presente asuntos de preocupación.

Mirando detenidamente, dicho resultado refleja ya un impacto en la generación de empleo por el debilitamiento del sector minero, pero especialmente el mal comportamiento del agro y de la industria. Es un hecho que la construcción e infraestructura siguen siendo las grandes jalonadoras del empleo en el país, pero viendo a largo plazo, ellas no serán suficientes para sostener la alta tasa de participación. A lo que hay que pararle igual atención es a que hay ya evidencia de un deterioro de nuevo en los índices de trabajo de calidad y que está aumentando el índice de trabajo informal, tal como lo sugiere el investigador Hugo López. De continuar, estos hechos pueden afectar la dinámica interna de consumo y rebotar más el escenario económico.

Dicho lo anterior, preocupa de igual forma el comportamiento de los precios del mes de septiembre que anticipan que la inflación anual podría estar por encima del 5,2%, dato que supera significativamente la meta del Banco Central, ratificando la preocupación que el banco tenía de unas expectativas de precios al alza muy altas. Esto, a su vez, anticipa eventuales nuevos aumentos de la tasa de interés que pueden afectar en contra aún más el crecimiento de la economía y seguir deteriorando las previsiones de crecimiento de Colombia para ponernos más cerca del 2 y no del 3%.

Mientras que reaccionamos a mediano o largo plazo a ser más competitivos, o que logramos avances efectivos en el proceso de paz que genere más confianza a inversionistas nacionales e internacionales, es indispensable enviar mensajes contundentes al sector productivo sobre ajustes al modelo tributario oneroso que está ahuyentando la inversión, reducir los costos que nos hacen menos competitivos (energía, transporte y logística) y agilizar decisiones en tierras, consulta a comunidades o licencias ambientales, para generar dinámica productiva en agro, minería e industria.

De igual forma, revisar con pinzas la decisión de aumento de costos de salarios para 2016 y dar una respuesta urgente a las dudas sobre el tema fiscal que se ciernen sobre el país para 2016 y siguientes.

El riesgo de no actuar a tiempo es que el semáforo se nos ponga en rojo.

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