La Habana: voces indecisas

Gobierno y Farc firmaron ante el mundo (23/09/15) el acuerdo sobre víctimas y justicia transicional. Hoy la guerrilla dice que el tema no se cerró y que aún no cuentan 6 meses para el fin del conflicto.

No hay que pensar en escenarios hipotéticos, sobran los adjetivos, se pueden ahorrar las opiniones. Basta citar textualmente: “El jefe del Secretariado de las Farc y yo hemos acordado que a más tardar en 6 meses deben concluir las negociaciones. Es decir que, a más tardar, el 23 de marzo de 2016 debe estar firmado el acuerdo final”.

Son palabras pronunciadas por el presidente Juan Manuel Santos en un día que se calificó como histórico, porque hacía suponer que, superado el complejo, sensible y espinoso punto de las víctimas y la justicia transicional (el quinto de la agenda), se abría un camino expedito al entendimiento de las partes y al avance conclusivo de las conversaciones y el fin del conflicto y el proceso.

Estuvieron presentes figuras internacionales. Desde el enviado especial de Estados Unidos a La Habana, Bernard Aronson, hasta el mismísimo jefe del gobierno cubano, Raúl Castro. Acababa de salir de la isla caribeña el Papa Francisco, que llegaba a Washington, y el meridiano de la actualidad mundial trazaba una línea que unía a Cuba, E.U. y Colombia.

Esos anuncios los selló para la posteridad un fotografiado apretón de manos entre el presidente Santos y el máximo jefe de las Farc alias “Timochenko”, Rodrigo Londoño Echeverri.

Algunas personalidades y dignatarios presentes, aquel 23 de septiembre de 2015 en La Habana, auguraron una bitácora inalterable, la que puede conducir el país al fin del conflicto y a una paz estable y duradera. En ese decorado auspicioso, los flashes, los aplausos.

Otra vez: no hacen falta hipótesis forzadas. Basta la textualidad. La cita es de una declaración de anteayer, lectores, de un integrante de la delegación de las Farc en Cuba, alias “Carlos Antonio Lozada”:

“Ese es un debate que se tendrá que analizar en la mesa, cuando tratemos de ver en qué momento se cierra definitivamente el tema de justicia, en ese momento se podrá ver a partir de qué día comienzan a contarse los seis meses”.

Sin faltar a la literalidad y la verdad de lo anunciado en septiembre, con una ceremonia para la firma, de puño y letra de los jefes de las partes y de las delegaciones de los países garantes, es posible advertir dos contradicciones evidentes: ni los contenidos del acuerdo estaban definidos y acordados por completo, ni los seis meses corrían a partir de esa “fecha histórica”.

Entre los veteranos linotipistas de las imprentas de otrora y sus lectores había un contrato implícito: “lo escrito, escrito estaba”. Por eso aquellos geniales artesanos y componedores de palabras cuidaban cada letra que ponían, para que después no se entendiera otra cosa. De ahí el énfasis en nuestras citas textuales.

El país no puede recibir más mensajes contradictorios, apresurados. Programarse a partir de calendarios y contenidos equívocos. No es que este gentío que lleva 50 años sufriendo un conflicto tan destructivo y arbitrario desdeñe la paz. No es que haya excesiva amplificación de las voces guerreristas y odiosas. Es que las galeradas de lo que se anuncia en La Habana quedan grabadas en la mente de los colombianos, y toca sus corazones sufridos. No se les puede acusar a ellos de impacientes e incomprensivos. Son otros los que no dimensionan el calado de sus compromisos.

Por eso la necesidad de recordarles al Gobierno y a las Farc que la palabra dicha es como la flecha lanzada: no tiene marcha atrás.

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