Tema recurrente

En las discusiones de política pública agrícola hay algunos temas que recurrentemente aparecen sobre la mesa. Entre ellos se destaca la presunción de que el sector agropecuario colombiano está sobrediagnosticado.

Recientemente, desde el Gobierno y el sector productivo se dijo que es hora de que el país se “centre en la acción” y no haga más estudios, pues se dispone de un acervo de información, análisis y estudios suficiente para ejecutar una política agrícola eficaz. Ello se afirma, presumiblemente, con el convencimiento de que, por fin y gracias a este propósito, la agricultura va a alcanzar el dinamismo que por décadas no ha exhibido.

No deja de ser extraño que un país que por más de cuatro décadas no tuvo información proveniente de un censo sectorial y que por años los temas agropecuarios y rurales no han hecho parte de las prioridades de la investigación y de los estudios académicos, ahora, en virtud de la información derivada del último censo, que no es ni puede ser una investigación exhaustiva, sea dable decir que se sabe todo sobre la agricultura.

Ni siquiera con dicha información y con los estudios y los análisis realizados por la Misión de Transformación del Campo, mejor conocida como la Misión Rural, y el informe de la Ocde sobre las políticas para el desarrollo de la agricultura en Colombia se podría afirmar que nos encontramos en la frontera del saber sobre los sectores agropecuario y rural.

Además, es muy equivocado pensar que algún día un sector podrá graduarse con el cuestionable y nada deseable título de sobrediagnosticado. Ni siquiera en los países desarrollados, muchos de los cuales tienen centros de investigación y universidades de primer orden que adelantan permanentemente estudios en los campos agrícolas y rurales, han tenido la osadía de hacer semejante afirmación, que pareciera nacer más del oscurantismo que de la sapiencia.

En realidad el país sabe muy poco en muchos campos del conocimiento agrícola y rural que son de gran interés para los investigadores y los expertos y que también son útiles para los hacedores de política.

El mejor ejemplo lo constituye el mercado laboral rural. El nivel de desconocimiento comienza por el hecho de que, como lo han expresado muchos expertos nacionales y latinoamericanos, la tasa de desempleo que se deriva de las encuestas de hogares rurales es un indicador poco veraz, pues el concepto de desempleado tiene en el campo unas características y connotaciones muy diferentes a las urbanas. Igualmente, las categorías de los empleados que se utilizan en dichas encuestas están más asociadas a lo que acontece en los mercados laborales de las ciudades.

Algo parecido ocurre con el mercado de la tierra rural y agropecuaria. En igual sentido se puede hacer referencia a la maquinaria agrícola.

En fin, si desconocemos mucho de lo que pasa con los mercados de los tres factores más importantes de la producción agrícola, ¿qué no diremos de los otros asuntos?

Aún así, hay quienes dicen que debemos olvidarnos de nuevos estudios para centrarnos en la acción. ¡Qué futuro tan lúcido el que nos espera!.

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