2016, ajuste duro y costoso

El fuerte ajuste al que se vio sometida la economía colombiana en 2016 implicó la desaceleración del producto y la pérdida de la estabilidad macroeconómica. El Gobierno deberá jugarse a fondo.

El año 2016 cierra como uno de los de más bajo crecimiento de la economía en los últimos años. Aunque el duro ajuste al que se vio sometida determinó, mayormente, el comportamiento de la misma, hubo otros factores, como el fenómeno de El Niño y el paro camionero de mitad de año, que agravaron la situación.

Por tal razón, aunque en los primeros meses del año la economía presentaba una desaceleración progresiva, la que respondía a las decisiones adoptadas por las autoridades monetaria y fiscal, en el tercer trimestre el crecimiento fue de solo 1,2 por ciento y el acumulado a septiembre de 1,9 por ciento.

Lo agudo que resultó El Niño afectó seriamente la disponibilidad de agua para las actividades agrícolas, la generación de energía y el consumo humano. La menor oferta de alimentos disparó los precios y, de contera, la inflación total.

El problema inflacionario tuvo en la devaluación del peso un factor adicional que llevó a que el nivel general de precios se situara muy por encima de la meta de inflación establecida por el Emisor, lo que obligó a la Junta del Banco de la República a acelerar el alza en las tasas de interés.

De otra parte, las cuentas externas se vieron seriamente afectadas por lo que ocurría adentro del país.

En particular, la desaceleración de la actividad económica y la mayor devaluación llevaron a que las importaciones se contrajeran. Sin embargo, el estímulo de una tasa de cambio más alta no consiguió impactar suficientemente el crecimiento de las exportaciones. La conjunción de estos dos hechos llevó a que el déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos se redujera lentamente.

Sin duda, la falta de respuesta de las exportaciones no solo se debe a problemas de ajuste del aparato productivo a las nuevas realidades, sino que el entorno internacional sigue siendo difícil para aprovechar nuevas alternativas.

En particular, el crecimiento lento de las economías desarrolladas y de las principales naciones emergentes junto a un comercio internacional que crece a tasas históricamente bajas se constituyen en barreras para un sector exportador tan poco robusto y diversificado como el colombiano.

Durante 2016, la situación fiscal se agravó, lo que obligó al Gobierno a realizar recortes en el gasto público afectando no solo los gastos de funcionamiento sino también los de inversión.

A pesar de ello, el panorama fiscal continuó comprometido, lo que hizo aún más apremiante la aprobación de la reforma tributaria por parte del Congreso. Aunque la misma no responde mayormente a las expectativas generadas y a las necesidades del fisco y del aparato productivo, sirve para solventar la situación.

De esta forma, en 2016, la estabilidad macroeconómica, que durante los últimos tiempos ha sido uno de los logros más importantes para el desarrollo y el progreso del país, se vio comprometida.

El proceso de ajuste de la economía, aunque ordenado (como lo destacan las autoridades económicas), ha tenido su costo en el debilitamiento de las actividades productivas, la demanda y la inversión internas, y el mercado laboral. Para evitar daños mayores, la Junta del Emisor inició, en este mes, el ciclo de baja en la tasa de interés.

Considerando que lo peor ya pasó, están dadas las condiciones para que, en 2017, la economía retome su dinamismo. Para ello, el Gobierno deberá adoptar políticas más pertinentes y eficaces.

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