Decencia e inocencia de Samuel Hoyos

“Fiscalía está politizada y eso la hace muy peligrosa”

Cada periodo congresional resalta figuras, las más de las veces jóvenes, por sus gallardas posturas y sus refrescantes propuestas. En esta ocasión el turno le tocó al Representante del Centro Democrático, Samuel Hoyos Mejía.

De noble cuna política, a este sicólogo, sociólogo y politólogo la actividad parlamentaria le ha significado hacer un llamado a la decencia, a la postura ética del servicio público, a la capacidad de responder con eficiencia y eficacia desde las postas del poder pero sin trampas, triquiñuelas o agendas ocultas.

Eso lo aprendió en casa (pueda ser por el ejemplo familiar que desde su abuelo se ha hecho famoso en las faldas caldenses) y eso es lo que viene a materializar en y desde el Congreso de la República.

Su defensa de la moralidad pública le ha valido una investigación en la otrora Honorable Corte Suprema de Justicia, ahora por cuenta de la denuncia que por injuria y calumnia le interpusiera el tantas veces cuestionado director del CTI, Dr. Danny Julián Quintana. ¿La razón? cuestionar su competencia y su reputación por tener en el seno del ente de control penal a una delincuente, muy probablemente lavadora de activos y narcotraficante, en el cargo de confianza de “secretaria privada”.

Denunciar la entrada ilegal de un millón de dólares a manos de la señora Sofía Carreño Daza fue tarea del mismo señor Presidente de la República, pero el haberla colocado en ese trascendental cargo fue obra de quien aún hoy sigue siendo director del CTI en la inefable fiscalía del Dr. Montealegre.

Así las cosas, la delincuente esta presa y enjuiciada pero su jefe (¿cómplice?) continúa en el cargo a merced del Fiscal General y moviendo denuncias a diestra y siniestra contra la reputación de Samuel Hoyos Mejía, persona de bien que hace las cosas bien.

La Fiscalía está podrida y politizada lo que la hace altamente peligrosa, especialmente para los que como el Dr. Hoyos se han declarado en oposición política. Esperemos que la CSJ no utilice esta situación como una espada de Damocles en contra, una vez más, de quienes profesan una ética pública diferente, muy diferente a la del señor Montealegre.

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