Editorial de “The New York Times”

“Habiendo gastado 10.000 millones de dólares durante los últimos 15 años entrenando y apoyando las fuerzas de seguridad de Colombia, afirma el editorial del diario arriba citado, los oficiales de Washington se sienten satisfechos en forma justificada por la su valiosa contribución al cambio positivo en la paz de este país. Después de tres años y medio de conversaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –Farc- movimiento de inspiración marxista, esperan firmar un armisticio en marzo próximo”.

“Todos sabemos que es más fácil iniciar una guerra que terminarla. Pero después de medio siglo de nocivo conflicto, ha llegado el tiempo de la paz, afirmó Obama”.

“Sobre esta afirmación, comenta el editorialista, reconoce Obama que la firma formal de un acuerdo de paz no puede por sí sola curar las heridas de un prolongado y penoso conflicto. La fase siguiente requerirá de un proceso de justicia transicional muy bien manejado, con esfuerzos concertados para enfrentar las profundas desigualdades y una nueva aproximación para combatir el narcotráfico”.

Y comenta muy acertadamente el editorialista, “Uno de los primeros retos del posconflicto radicará en el establecimiento de los tribunales especiales. El Gobierno de Colombia y las Farc lograron el año pasado un acuerdo deliberadamente vago sobre la Justicia Transicional, del cual se derivan preocupaciones válidas sobre la posibilidad de que los criminales de guerra terminen impunes”.

Algo más que afirma el editorialista: “Es irrealista esperar que todos los crímenes de guerra cometidos durante cincuenta años, sean penalizados. Sin embargo, los mayores crímenes cometidos, tanto por los comandantes de las Farc como por los militares de Colombia, deberán recibir sanciones significativas. Si los tribunales resultaren ser incompetentes o indulgentes las perspectivas de una paz duradera estarían en peligro”.

Y concluye el editorial: “Una de las principales metas de largo plazo de Washington radica en reducir la producción de cocaína a la mitad. Sin embargo, la comercialización de la droga sigue creciendo exageradamente, mantenida a flote por culpa en parte de la demanda en los Estados Unidos. No existe una solución fácil para este problema, pero ha llegado el momento de buscar nuevas aproximaciones para esto”.

Quien firma esta nota se sorprende de la claridad con la que el editorial aludido se refiere a los puntos clave del asunto, a saber: el mar de coca en que se ha convertido Colombia; la falta de una aproximación eficaz, en la visita del presidente Santos, para combatir el narcotráfico; la imposibilidad para penalizar todos los crímenes cometidos durante 50 años; los acuerdos deliberadamente vagos sobre la Justicia Transicional; el probable nombramiento entre el Gobierno y las Farc de tribunales incompetentes o indulgentes para que impartan sanciones insignificantes y simbólicas a los cabecillas de las Farc, movimiento de inspiración marxista.

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