¡a la calle!

He intentado, amables lectores, referirme en mis columnas a los hechos más relevantes del acontecer nacional, sin embargo, soy consciente de que de un tiempo para acá me he ido quedando a la zaga.

La verdad es que es tal la sucesión de acontecimientos (adversos todos), que es prácticamente imposible seguirles el paso.

Si echamos un vistazo a lo sucedido en lo que va corrido de este año, podemos darnos cuenta de que este Gobierno no sale de un escándalo, cuando ya está metido en otro.

Comenzamos enero con el estruendo causado por la venta descarada e irregular de Isagén, seguido por las filtraciones de la leonina reforma tributaria que nos tienen guardada para después del plebiscito y en la que pretenden acomodarnos, entre otras, incremento del IVA al 19 % y la ampliación de la base tributaria hasta los que devengan 1,5 millones de pesos, sin embargo, no tuvimos tiempo de chistar porque enseguida apareció el enredo de los sobrecostos de Refricar.

Espinoso asunto que también quedó en veremos porque las muertes por desnutrición de los niños wayúu, seguido por el bochornoso lío de corrupción y acoso sexual en la Policía Nacional, más las constantes y brutales arremetidas del ELN, y el fastuoso viaje del presidente Santos a Washington, con comitiva de convites y aplausos de más de 200 personas en plena implementación de la tal “austeridad inteligente”, acapararon las primeras planas de todos los medios y se convirtieron en tema obligado de los colombianos.

Pero, por unos cuantos días solamente, porque estando en esas y hablando además de almendras y cortinas, nos sorprendió lo de Conejo, una de las afrentas más graves que ha sufrido Colombia por parte de las Farc y del Gobierno, tema que fue arrinconado ante la inminencia de un apagón, la captura del hermano del expresidente Uribe, y la aprobación en el Congreso de zonas de despeje para las Farc.

Es importante anotar que en medio de todas estas alteraciones, gravitan problemas muy serios que han sido esquivados como el de inseguridad y el microtráfico en las ciudades, cierre de frontera con Venezuela, corrupción política, aumento de coca, contratos de familiares de ministros, Ecopetrol, etc.

¡Dos meses apenas! Imposible dar cuenta de esta sarta de problemas que se van amontonando ante la mirada impávida de un Gobierno que no asume ninguna responsabilidad y que después de cinco años continúa echándole la culpa de todos sus males al Gobierno anterior.

¡Basta Ya! Se nos rebosó la copa, estamos resueltos a salir a la calle a expresar nuestra inconformidad. El presidente Santos se ocupa del país o se va.

Saldremos a la calle a decirle que es inaceptable que el aumento del salario mínimo se haya perdido con las alzas del mes de enero y que el índice de desempleo ya supera el de la favorabilidad del presidente Santos.

Le dejaremos saber que Colombia se respeta y que estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para defenderla, que no toleramos terroristas armados haciendo proselitismo e intimidando poblaciones, como tampoco queremos verlos apoltronados en el Congreso.

En la calle le diremos que estamos hartos de falsas promesas de paz. Que no vamos a permitir que sigan despedazando la Constitución para acomodarla a las pretensiones socialistas de los criminales, y que estamos en contra del despilfarro que hacen en aras de esa supuesta paz.

Aunque tenga los grandes medios de comunicación empachados de mermelada, nos vamos a hacer sentir porque un gobierno cuya gestión es desaprobada por el 80 % perdió el derecho a gobernar.

Por estas y mil razones más que el espacio no me permite enumerar, el 2 de abril, los inconformes saldremos ¡a la calle!.

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