Las Farc vienen por todos

A menos que el país despierte, los presos políticos serán muchos.

El Primer Mandatario puede decir que en Reficar no hubo corrupción, que no se persigue a la oposición o que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) no es un golpe a la institucionalidad, pero esos enunciados, aunque arropados de dogmatismo, carecen de evidencia, son mentiras en la purita almendra.

Un experto constitucionalista como Jaime Castro expresó en EL TIEMPO que la JEP no es una jurisdicción cualquiera, sino “la Jurisdicción”, lo que implica, ni más ni menos, que este tribunal advenedizo estará por encima hasta de las altas cortes, destruyendo –como lo dijo Andrés Pastrana, también en este diario– “el edificio institucional desde sus cimientos”: un “monstruo antidemocrático que nos expone a un futuro totalitario (…) un golpe de Estado”.

También las zonas de concentración han prendido las alarmas ante tantas dudas sin respuesta, lo que aprovechó el hábil Vargas Lleras para apuntalarse en el partidor del 2018, para lo cual le deseamos franca recuperación. ¿Cuántas son? ¿Dónde se instalarán? ¿Por cuánto tiempo? ¿Cuánto cuestan? ¿Quién ejercerá autoridad? ¿Regirá en ellas el Estado de derecho? Nada sobre esos Caguancitos se debatió en el Congreso, se dio el pupitrazo con los frascos de mermelada.

Y dice el presidente Santos que la economía va muy bien, aunque las cifras muestran otra cosa: las exportaciones siguen en picada, cayeron 36,6 por ciento en enero, y el desempleo llegó al 11,9 por ciento. También dice Santos que el 70 por ciento de los colombianos es de clase media, lo que justificaría el IVA del 19 por ciento y el cobro de impuestos a los magnates que ganan millón y medio. Pero el 61,7 por ciento de sus súbditos dicen que solo tienen para lo necesario. Desagradecidos es que son.

Santos asegura que no pide cabezas de periodistas, pero se han cerrado muchos espacios durante esta administración y nunca antes se había ‘mermelado’ a tanta gente para tener la opinión a su favor. Valga recordar las denuncias de la exdirectora de El Colombiano, Ana Mercedes Gómez, y las críticas del maestro Juan Gossaín sobre el comportamiento indecoroso de la prensa en la última campaña presidencial. Ahora se viene una sanción contra RCN Radio por el alquiler de unas emisoras, cuyo único fin es acallar la voz crítica de Fernando Londoño. Hasta Julio Sánchez Cristo dijo que Caracol también tenía muchas emisoras alquiladas y que ¿cuál era la diferencia?

Santos dice que este gobierno no conspira contra la oposición, pero siempre que su proceso de refundación trastabilla, como se refleja en la encuesta de Gallup, caen rayos del Olimpo sobre el uribismo. El obsecuente Montealegre ya había anunciado la captura de Santiago Uribe en aplicación de sus teorías de “el contexto”, por lo que era cuestión de tiempo y de ocasión. Y no había una más propicia que la visita de Uribe a Washington, donde el expresidente arreció contra el proceso de La Habana.

También han anunciado la del mismísimo Uribe, explicando que la JEP no tendrá jurisdicción sobre expresidentes, pero sí en el caso de actuaciones como gobernador. ¿Tendrán el atrevimiento de capturarlo o se conformarán con el hermano para obligar al uribismo a inclinarse ante la Jurisdicción? Porque de otra manera no saldrá; con la justicia en manos de las Farc, tendrá que aceptar como cierta la acusación que le hacen para evitar una condena.

Hace 25 años, el gobierno de Gaviria firmó la paz con el Epl sin entregar el país. El de ahora, acorralado y débil, cada vez apuesta más por la incierta firma del 23 de marzo. A menos que el país despierte, los presos políticos serán muchos. Que no nos pase como en el poema de Niemöller: “Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde”.

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