Padres asesinos

Uno de los más agudos problemas que tiene la sociedad colombiana es el de la violencia contra los niños. Es más grave y más generalizado que la violencia contra las mujeres y tiene, menos publicidad y menos grupos de presión para luchar en su nombre. Debe ser porque buena parte de las agresiones contra los niños son cometidas por mujeres.

El más reciente (y cómo quisiéramos decir el último) caso ocurrió en uno de los sitios más deprimidos de Soacha, en Altos de Cazucá. Un salvaje al que el universo le dio la inmerecida suerte de ser padre de una niña es el autor de los múltiples traumas. a causa de los cuales esa bebé falleció en el hospital cardiovascular de Soacha el sábado 23 de abril de 2016.

¡Cinco meses! de edad tenía la pequeña a la que el individuo atacó, junto con su madre de tan solo 16 años, a causa de los celos que le ocasionaron encontrarla hablando por celular cuando él llegó de Corabastos donde trabaja como cotero.

¿Qué pasa por la cabeza de un individuo adulto para acometerla a golpes contra un bebé de ¡cinco meses!? ¿Cuál es el grado de humanidad que anida en un ser de esos? ¿Qué sociedad es esta que es capaz de incubar seres de semejante calaña? Y lo peor, es que este no es el primer caso. Por lo menos no de los que se conocen judicialmente. ¿Cuántos casos se quedarán sin castigo?. ¿Cuántos brazos quebrados de los que ingresan a los hospitales de todos los estratos son maltrato que los padres explican con una historia cómplice de caída accidental para excusar la locura del esposo o de la esposa?

El maltrato contra los niños está de tal manera acendrado que hasta la judicatura lo justificaba debajo del amplio manto del “derecho de corrección”. Fue solo hasta el 2004, en la sentencia de casación radicada con el número 14.711, que la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia estableció en un caso en el que el padrastro la emprendió a golpes contra una niña de 2 años que cualquier adulto que golpee a un niño asume las consecuencias de la violencia del ataque, como homicidio inclusive, si ese es el resultado. Más tarde en 2008 (radicación 23.521) señaló además que deben imputarse las agravantes de sevicia, parentesco e indefensión. Falta sentar una jurisprudencia parecida para los contratistas que matan los niños de hambre robándoles la comida.

Sorprende que con tantos precedentes jurisprudenciales, la prensa del fin de semana haya informado que al padre agresor de la bebé de Cazucá la Fiscalía solo le haya imputado secuestro y violencia intrafamiliar. ¿Y el homicidio? Para la fecha de esa diligencia ya era claro que la acción de ese “señor” era una tentativa.

Pobres niños, con salvajes como padres. Y con autoridades más preocupadas por sostenerse en los puestos que por defenderlos.

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