Si fuéramos un país serio…

Si fuéramos ese país serio que no somos, la elección de fiscal tendría que ser algo más que este circo político que se ha armado.

Si fuéramos un país serio, muchas de las cosas que están pasando con la elección de fiscal y el terremoto político derivado de este asunto no estarían ocurriendo. El presidente de la República, en un país serio, hubiera acatado la ley y presentado la terna para fiscal sin dilaciones desde antes de terminar el periodo del doctor Montealegre como dispone el estatuto de la administración de justicia.

Si fuéramos un país serio, importantes organizaciones civiles y centros de pensamiento no se hubieran prestado para el sainete en el que se convirtió la tal convocatoria pública para escoger esa misma terna.

Si fuéramos un país serio, los candidatos a fiscal no tendrían padrinos políticos sino méritos jurídicos.

Si fuéramos un país serio, quienes conforman la terna deberían reportar sus conflictos de interés públicamente para que los colombianos los conociéramos y hubiera plena transparencia en su elección. De hecho, si fuéramos ese país serio que no somos, evaluaríamos a los aspirantes no por sus vínculos contractuales pasados sino por la capacidad de renunciar a todos ellos para cumplir con imparcialidad su función hacia adelante.

Si fuéramos un país verdaderamente serio, le pediríamos a la Corte Suprema una elección sin rodeos, rápida pero concienzuda; sin declaraciones de los aspirantes a los medios de comunicación pero con una audiencia pública televisada de Néstor Humberto Martínez, Mónica Cifuentes y Yesid Reyes respondiendo preguntas de fondo por parte de los magistrados de esa corporación.

Si fuéramos un país serio,  prohibiríamos cualquier contacto extraoficial de los ternados con los magistrados de manera que queden proscritas de una vez y para siempre esas cenas en las que se cruzan cuentas, se prometen cosas y se vuelve al juez un político transaccional más.

Inclusive, si fuéramos en realidad serios, este sismo político ocurrido tras conocerse la composición de la terna hubiera servido para algo más que un simple recambio de ministros. Debería permitirnos evaluar la forma en que se elige al fiscal y la naturaleza jurídica y funcional de la fiscalía.

Serios seríamos si nos preguntáramos si llegó la hora de que el ente investigador pase a hacer parte del Ejecutivo, por ejemplo. Todas las demás pataletas de unos y otros hacen parte de la política con p diminuta a la que tristemente nos acostumbramos.

Al final, si fuéramos un país serio, las personas no “cumplirían su ciclo” en su momento de mayor brillo y eficiencia como dijo Santos de María Lorena Gutiérrez ni el vicepresidente hablaría de “la gorda” con desprecio para referirse a la ministra de la presidencia, ni ella se hubiera ido por la puerta de atrás sin darle explicaciones a los colombianos sobre su salida.

¿Estaremos condenados de por vida a la fatal mezcla de temas personales con asuntos de Estado? ¡Así se manejan las cosas en este país que de serio no tiene nada!

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