Autopsia de un suicidio

Son pocos los que no ven lo obvio: Venezuela se está suicidando. Los dirigentes de Unasur, que lo niegan, más que incrédulos, son cómplices.

Haciendo abstracción de la miopía casi idiota de algunos, los desastrosos resultados del Socialismo del Siglo XXI saltan a la vista: Venezuela no solo tiene la mayor inflación del mundo (700% anual), sino que el FMI señala que la economía venezolana –tras tres años consecutivos de contracción económica– va a caer un 8% en el 2016, el mayor retroceso de cualquier país a escala mundial. El Espectador, en su editorial del lunes pasado, afirma: “El angustiante deterioro que sufre Venezuela se asemeja al del Titanic donde su capitán, a pesar de las infinitas advertencias recibidas, continuó a toda máquina pensando que su gigantesca nave jamás podría naufragar. El rumbo equivocado que Hugo Chávez le fijó al país con su Socialismo del Siglo XXI hizo inevitable el choque. Hoy el barco hace agua por los cuatro costados y el gobierno parece dispuesto a hundirse con sus ciudadanos sin hacer nada para evitarlo. Todos los escenarios catastróficos que se preveían para el país vecino se han cumplido superando las previsiones”.

Fausto Masó, un ágil comentarista de El Nacional de Caracas, comentaba hace unos días: “El país se suicidó. Venezuela habrá perdido para final del año y con respecto al año 2013 más de una tercera parte de su PIB por habitante, sin contar los estragos que la crisis económica ha venido causando en el poder de compra y en la calidad de vida de la población.

Rara vez se tiene la oportunidad de presenciar el suicidio de un país…asombroso proceso que destruye sus industrias, acaba con su agricultura, obliga a los jóvenes a huir al extranjero”.

Para el autor de esta nota, cuando hagan la autopsia va a ser evidente que el lento suicidio de Venezuela se inició cuando el chavismo puso en marcha cuatro diabólicos mecanismos: el primero fue el kafkiano control de cambios, control que ha alimentado la corrupción, evaporado el comercio exterior y entorpecido la actividad económica. Si había un país en América Latina que no necesitaba control cambiario era Venezuela. La segunda es haber emancipado lo que en su día fue una de las empresas de mayor prestigio y seriedad a nivel continental, Petróleos de Venezuela, PVDSA. Al politizar y exprimir hasta el cansancio la ‘gallina de los huevos de oro’, los chavistas se encargaron ellos mismos de atrofiar la principal, por no decir única, fuente de ingresos en divisas. Tercero, al haber instaurado un draconiano control de precios, lo que hicieron fue asfixiar al sector productivo en general y a la agricultura en particular. Nadie, absolutamente nadie, produce indefinidamente por debajo del costo. Cuarto, y bastante más peligroso para el país a mediano y largo plazo, los chavistas incentivaron la fuga del ‘capital humano’. Un país, sin una clase profesional y emprendedora, no tiene posibilidades de salir adelante.

Uno pensaría que las autoridades están por lo menos tratando de evitar el suicidio. Mas este no es el caso. Al saltimbanqui de Maduro solo se le ocurre manifestar que “el sistema de boicot del sistema económico nacional e internacional de guerra económica emprendido por la derecha tiene como objetivo vencer a Venezuela, arrodillarla y apoderarse de nuestras riquezas, volver a controlar nuestro país, las viejas élites mundiales de Washington y las viejas élites internas de la burguesía adeca”. Esta verborrea, incendiaria y falaz, solo sirve para acelerar el suicidio.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar