Esto no camina

El Gobierno tiene afán, los guerrilleros no: ya no los bombardean y siguen extorsionando.

Los negociadores en La Habana siguen sin avances en el punto definitivo de la desmovilización de las Farc. Mientras tanto, nada que Gobierno y Eln instalan la otra mesa de negociación, que debe marchar paralelamente a la de Cuba.

El estancamiento en La Habana coincide con la multiplicación de denuncias sobre la violación, por las Farc, del cese unilateral de las hostilidades que ‘Timochenko’ y cía. decretaron el año pasado.

El 20 de abril, en el hospital de Florencia, falleció el soldado James Moreno Sogamoso. El uniformado cumplía labores contra la extorsión en la inspección de El Para, en Caquetá, cuando fue atacado por un francotirador de las Farc. El alto Gobierno no dijo ni mu. Cinco días después, en la misma zona, otro francotirador de las Farc –o el mismo– hirió al soldado Juan Carlos Ramírez Mendoza, que también realizaba operaciones antiextorsión contra las Farc. El alto Gobierno volvió a callar.

Las denuncias sobre la extorsión de las Farc en Caquetá, en otras zonas del suroriente y en Cauca y Nariño se han multiplicado. El alcalde de San Vicente del Caguán, Humberto Sánchez, del Centro Democrático, le envió al Presidente una carta en la que detalla esos crímenes en la zona. Tres días antes, la Defensoría del Pueblo denunciaba que el contratista de los refrigerios para los niños de cinco colegios del Guaviare tuvo que interrumpir sus tareas porque el vehículo que llevaba los alimentos fue detenido por guerrilleros de las Farc que le exigen una gruesa suma de dinero para seguir operando. Los niños se quedaron sin comida; el alto Gobierno guardó silencio.

Una fuente cercana a la delegación gubernamental en Cuba me dijo que denuncias como esta se repiten: “Parece que hay muchos frentes deseosos de tanquear antes del cese bilateral definitivo”. ¿Continuarán con ello una vez firmado el acuerdo y mientras dejan las armas? Es el caldo de cultivo de la guerra sucia: no pueden hacer política mientras extorsionan. La manía de las Farc de combinar política y armas fue lo que disparó la criminal acción paramilitar que acabó con la Unión Patriótica hace tres décadas.

Si a los frentes les falta plata, qué bueno que ‘Timochenko’ y sus socios del secretariado sacaran algo de los miles de millones de dólares que tienen escondidos. Es un tema que asusta al presidente Juan Manuel Santos, quien, en vez de empeñarse en perseguir esos dineros para pagar al menos una parte del posconflicto, terminó por botar al director de la Uiaf, Luis Edmundo Suárez, porque se atrevió a revelar a ‘The Economist’ los cálculos del Gobierno sobre la fortuna de las Farc.

En cuanto al Eln, la cosa va aún peor. No hay fecha para el arranque de la mesa, a pesar de los anuncios del delegado presidencial, Frank Pearl, quien volvió a decirnos hace poco –como en el 2014– que eso estaba listo. Mal haría el Gobierno en sentarse cuando el Eln no para de secuestrar. Ni de engañar: la liberación del exgobernador del Chocó Patrocinio Sánchez, vendida como gesto de paz, fue en realidad un canje por su hermano, el excongresista Odín Sánchez. Como Patrocinio estaba enfermo, al Eln –a más de criminales, cínicos– le dio miedo que se muriera en cautiverio y esa plata se perdiera.

La reacción del Gobierno fue, por fin, la correcta: Santos dijo que no se sienta a la mesa con el Eln hasta que no suelte a todos los secuestrados, que son decenas. Y eso está bien, pues en materia de negociar con la guerrilla, el Gobierno no debe mostrarse dispuesto a todo. Farc y Eln no tienen afán: parecen contentos con la situación. Han recuperado protagonismo político, ya no los bombardean ni les fumigan los narcocultivos y siguen llenando de millones sus bolsillos. Y –me olvidaba– reclutando niños, como lo denunció un reportaje de ‘The New York Times’ esta semana.

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