Los sapos, para nosotros

En estos días estuve en el Zoológico Santa Fe en Medellín. Bien cuidado, agradable e interesante. Me sorprendió ver varias clases de pequeñas ranas de distintos colores, bellísimas pero todas venenosas.

Pensaba, seriamente preocupado, en los sapos que nos vamos a tener que tragar si no lo impedimos. Sapos inmensos, llenos de veneno, pero no del que mata a los hombres sino un veneno que va a acabar con el país, con su democracia, con las instituciones, con el pueblo todo.

Si me pongo a enumerar todos esos sapos me paso del espacio dado para este comentario. Trataré apenas algunos de los más peligrosos, de los más apetecidos por los guerrilleros de las Farc y aceptados ya por Juanpa (como le gusta que le digamos).

El sapo del Congreso donde irán sin someterse al voto democrático. Para ellos no regirán las normas que se nos imponen al resto de los colombianos en la Constitución y las leyes electorales que nos rigen. Ellos señalarán a dedo a aquellos que los representarán en los cuerpos colegiados. No a los colombianos. No harán el esfuerzo de una campaña recorriendo el país ni los costos de la misma.

Nos tragaremos el sapo de que no pagarán cárcel por delitos atroces, de lesa humanidad, el secuestro, el reclutamiento de niños y la violación de niñas, la destrucción de los pueblos, la voladura de oleoductos, la contaminación de las aguas y de las tierras productivas, la extorsión, los atentados, las bombas antipersonal y tantos crímenes cometidos. Ellos, una vez hecha la paz, serán personas honorables que merecerán todo el respeto de los colombianos.

El sapo de la no aplicación de la justicia para ellos, mientras los soldados y policías que nos han defendido de las Farc y de otros delincuentes pagan cárcel.

Mientras exministros y servidores públicos están en la cárcel, los guerrilleros ocuparán los cargos que el señor presidente y sus representantes en La Habana les brindarán para llegar a ellos con todos los honores. Ese será uno de los más grandes sapos que nos tendremos que tragar.

La reparación será un sapo económico que los colombianos nos tragaremos sin poder chistar. Según ellos, no tienen dinero para responder por los daños materiales, físicos y morales a las personas. Los diez mil millones de dólares que Juanpa (como le gusta que le digamos) dice haber buscado sin encontrarlos, no están dispuestos para repatriarlos. Seremos nosotros, todos los colombianos, quienes debemos responder por sus delitos y tragarnos ese otro sapo.

Las armas no las entregarán, las conservarán guardadas para el caso de que el gobierno no les cumpla. ¡Como cumple el señor presidente! Ese es otro sapo grandísimo que nos tendremos que tragar, no el del periodo del presidente que ya nos lo tragamos al elegirlo (así sea con dudas), sino el sapo de las armas guardadas para usarlas cuando ellos, los guerrilleros, consideren que las deben desempolvar.

El sapo mayor es el de los guerrilleros constitucionalistas, entre ellos y Juanpa (como le gusta que le digamos) nos están entregando una nueva Constitución sin posibilidades de reformas futuras.

Mientras nos tragamos estos sapos y muchos más, los guerrilleros no tragarán ninguno. Se comieron el país entero.

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