Santos, sin Plan B

Nuestro retorcido presidente Santos, sostuvo ante la comunidad internacional que “si el plebiscito no se aprueba volveremos a la guerra, así de sencillo, no es que vamos a volver a la mesa de negociaciones, volveremos a la guerra”.

Y aseguró “tener información amplísima de que las Farc estarían preparadas para regresar a una guerra urbana que es mucho más demoledora que la guerra rural”. No es señal de inteligencia afirmar esto ante un foro de potenciales inversionistas internacionales en Colombia. ¡Nada más inoportuno para atraerlos!

En la declaración anterior reconoce Santos que las Farc poseen hoy un “imbatible Plan B” para ejecutarlo en caso de que les fracasen las negociaciones como acontece con toda organización previsora de las realidades inesperadas de la vida cotidiana. Santos, en lugar de chantajear y atemorizar al país para que le votemos su azarosa paz en un plebiscito tramposo, ya debería habernos anunciado su Plan B para defendernos de las Farc.

Tal como se pregunta el procurador Alejandro Ordóñez, si Santos posee información amplísima sobre la decisión y la capacidad de las Farc de atacar las ciudades, ¿Qué está haciendo para neutralizar dicha amenaza?

“La mejor defensa es el ataque”, anónimo. El Libertador Simón Bolívar, tras un terremoto que destruyó a Caracas un jueves santo en 1812, el cual fue interpretado por algunos clérigos como un “castigo divino” por alzarse contra Fernando VII, respondió: “Si la naturaleza se nos opone lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. El héroe de Ayacucho, el general José María Córdova, ordenó: “¡Soldados, armas a discreción; de frente a paso de vencedores!” Nuestro presidente Mariano Ospina Pérez no renunció: “Prefirió un presidente muerto a un presidente fugitivo”. Wiston Churchill derrotó a Hitler con su “no tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas”.

Juan Manuel Santos nos insta a tragar sapos con impuestos y mermelada para que nos rindamos ante las Farc. Con traiciones, mentiras, claudicaciones y congresos eunucos, no se pasa a la Historia con grandeza y, menos aún, sin coraje para luchar como presidente de millones de colombianos.

El país está confirmando sus sospechas de que las Farc sí iban a aprovechar muy bien las estúpidas claudicaciones de Santos para preparar su “imbatible Plan B”. Prohibió, primero, bombardearles sus campamentos; les toleró luego la escandalosa expansión de sus cultivos de coca al prohibir las fumigaciones con glifosato; les aceptó el cese el fuego bilateral; y, finalmente, les fraccionó el país en “republiquetas independientes” sin acceso a ellas del Ejército. Hasta el gobierno de los Estados Unidos se siente afectado y por esto ha protestado ya contra nuestro mar de coca.

“Si no se firma la paz, se requeriría otro nuevo aumento en los impuestos para financiar la guerra”, así se resume la última intimidación Santos. Y cabe recordarle que el gobierno del presidente Álvaro Uribe dispuso de presupuestos nacionales inferiores en no menos del 30% en relación con los que dilapida hoy Juan Manuel Santos, y, así y todo, logró Uribe diezmar a las Farc, obligándolas a refugiarse en Venezuela y Ecuador, sin necesidad de asfixiar la economía con impuestos confiscatorios. Santos elevó y elevará aún más los impuestos y ahuyentó y ahuyentará aún más, tanto a los inversionistas nacionales como a los extranjeros.

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