¿Todo está consumado?

¡Qué sensación de impotencia la que experimentamos una gran parte de los colombianos! . Tan “aplastante” como el entusiasmo antidemocrático por la aprobación del mecanismo del “Acuerdo Especial,” que protocoliza una masacre institucional entregando el poder constituyente del pueblo, a la mesa de conversaciones de La Habana.

Nos arrebatan el país y minan los cimientos constitucionales, sin que podamos hacer nada diferente de pedir la palabra desarmada y ahogar un grito ciudadano de angustia, ante el desdén con que nos despojan de 200 años de construcción de historia y nación.

Nos entregan a quien quiera que haya sido el gran estratega internacional al servicio de las Farc. Se anuncia, con una ingenuidad que clama al cielo, que “todos los procedimientos aprobados en esta norma no entrarán en vigencia hasta tanto no se haga efectivo el mecanismo de refrendación”. Pero según todos los expertos nacionales e internacionales consultados, el Acuerdo Especial “se asimila a un acuerdo humanitario, es de inmediato cumplimiento, no necesita refrendación del pueblo y no tiene reverso”. Uno de ellos; José Manuel Vivanco, director para las Américas de HRW, agregó, recientemente: “Restringir las facultades y atribuciones del Congreso, condicionando su actuar a una autorización del Ejecutivo, y limitar el examen constitucional simplemente a cuestiones procesales es una merma al Estado de Derecho colombiano”

Se va consolidando el sometimiento del Estado colombiano y la llegada de este grupo armado al poder. ¿A qué horas nos dejamos arrebatar nuestra democracia? ¿A qué horas nos dejamos conducir mansamente al precipicio?

¿A qué horas aceptamos convertirnos en reos encadenados a grilletes, en nombre de la mal llamada “paz”? ¿Qué nos pasó? ¿Dónde están nuestros dirigentes? ¿Dónde nuestros medios de comunicación? ¿Dónde nuestra libertad?. En nombre de la paz, nos declararon la guerra a los colombianos y resulta tan absurdo enunciar esta verdad, que nos seguimos resistiendo a creerla, esperanzados en un momento de lucidez democrática.

Es tan desolador el panorama que he llegado a creer en la ingenuidad como móvil de nuestros dirigentes.

¿A quién quedamos empeñados con la figura del “Acuerdo Especial”? Nos proponen una vuelta por Ginebra. Con lo votado el miércoles en la Cámara se le notifica al país que el Congreso no sirve para nada, ni el Presidente, ni los Jueces. Nos rediseñan desde fuera. Esta carga demoledora para las instituciones genera un abismo tan grande entre gobernante y ciudadanos, que sus consecuencias son imprevisibles para nuestra estabilidad. Es tan absurdo el panorama que ya apareció la propuesta de guardar los documentos en Suiza, porque “en Colombia corren peligro”. Digan lo que digan los especialistas, la inmensa mayoría de los colombianos entiende que la graduaron de enemiga, sin disparar una sola bala de fusil.

Provocar de esa manera unas mayorías señaladas injustamente de “enemigas de la paz”, estigmatizadas, manipuladas y heridas en su dignidad ciudadana es un riesgo tan alto para nuestra propia supervivencia, que sólo queda invocar la Misericordia Divina, para este humillado país.

¿Quién responderá por las consecuencias?

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