Venezuela en la cuerda floja

La OEA defiende la democracia
Urge evitar un baño de sangre

Contra lo que el gobierno de Venezuela y algunos gobiernos afines de la región habían pronosticado, la Organización de Estados Americanos (OEA) abocó el tema de la crisis en Venezuela. Por ahora no contempla la expulsión de ese país del organismo interamericano, sino que analiza si proceder a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, que paradójicamente se aprobó años atrás por iniciativa del entonces presidente del vecino país, Hugo Chávez.

Aunque Caracas trató de bloquear la sesión, la evolución de los hechos en el seno de la OEA muestra cómo Venezuela ha perdido influjo en ese organismo, ya que no pudo impedir que se tratara el tema. No tuvo eco que la canciller Delcy Rodríguez, en acalorada intervención, calificara al secretario General del organismo, Luis Almagro, de “golpista” e indebida injerencia en asuntos internos del gobierno de Nicolás Maduro. Se evidenció que los embajadores, por mayoría, no creen los argumentos del régimen chavista. Al final no sólo se estudió el informe de Almagro, sino que fueron muchas las voces que reclamaron el respeto a los canales institucionales y democráticos en Venezuela así como la libertad de los presos políticos.

No hay allí una posición política en particular, sino que se responde simple y llanamente a la razón y el credo institucional de la OEA, que se fundamenta en las tesis del Libertador Simón Bolívar en torno a respetar y defender la democracia como forma de gobierno en el continente. La votación no dejó dudas: 20 países estuvieron por analizar el caso venezolano y la petición de Almagro de estudiar si cabe la aplicación de la Carta Democrática y 12 se alinearon en sentido contrario.

Los expertos en asuntos internacionales que conocen la trama interna de la OEA consideran que con este paso ya se dio un gran salto en cuanto a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, que no busca la expulsión de Venezuela, sino que se ajuste en sus prácticas de gobierno al respeto a los valores de la democracia y de la misma Constitución interna.

Es claro que causaron gran impacto entre los diplomáticos los señalamientos contenidos en el informe de Almagro sobre la gravedad de la crisis venezolana en los aspectos políticos, sociales, económicos y de derechos humanos.

"El Consejo debería expresarse claramente sobre los prisioneros políticos y los informes persistentes de tortura", advirtió dicho diagnóstico. También se agregó que “el que debería ser uno de los países más ricos de la región se encuentra más bien enfrentando niveles de pobreza sin precedentes, una severa crisis humanitaria y uno de los más altos índices de delincuencia en el mundo".

Aun así, la canciller venezolana insistió en acusar a Almagro de golpista y de seguir "consideraciones ideológicas peligrosísimas". Lo acusó de estar al servicio de “delincuentes de cuello blanco que tienen posibilidades económicas y contactos con las oligarquías mundiales, para hacer vender una realidad falsa de Venezuela". Incluso no dudó en considerar la sesión de la OEA como una comedia, en la cual el Secretario General intentaba establecer "un tribunal de inquisición contra Venezuela, violentando la soberanía absoluta de los Estados y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela".

Más allá de ese rifirrafe, lo cierto es que por ahora la OEA mantendrá su política de mano tendida con las partes en conflicto en Venezuela, en tanto los gobiernos del continente analizan el informe del Secretario del organismo multilateral. Al mismo tiempo se redoblarán los esfuerzos de mediación internacional ya en marcha para tratar de favorecer un retorno rápido a la normalidad democrática. Se dejó para más adelante, y según la evolución de los hechos, la posibilidad de aplicarle a ese país la Carta Democrática. Es claro que tema clave aquí será la suerte final que tenga el proceso de referendo revocatorio que impulsa la oposición y que Maduro y su régimen han tratado de bloquear por todos los medios posibles.

Lo claro es que la crisis se agudiza día a día y el desabastecimiento de alimentos, la virtual parálisis de la economía, la polarización política en las calles y el desesperado entusiasmo de las masas porque los dejen ir a las urnas para decidir sobre la revocatoria o confirmación del gobierno, han creado un escenario explosivo que podría degenerar en un baño de sangre que tanto Ejecutivo como oposición dicen, en medio de un duro cruce de acusaciones, desean evitar. Para ello será necesario allanar consensos mínimos, los mismos que hoy se vislumbran muy difíciles de alcanzar.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar