Crece la audiencia

En un abrir y cerrar de ojos el plebiscito pasó de ser pan comido a una prueba casi insuperable.

Aunque muchos se sorprendan por los resultados de las últimas encuestas sobre el plebiscito, estos no deberían causar extrañeza puesto que corresponden cabalmente al pésimo manejo del proceso de paz y al mal negocio que allí se está cocinando, cosa que nadie tiene por qué refrendar de buenas a primeras y menos aún bajo el chantaje del miedo.

Según el Opinómetro de La W y EL TIEMPO, el 35,9 por ciento votará por el ‘No’ en el plebiscito; el 29,1 por ciento se abstendrá y el 27 por ciento votará por el ‘Sí’. Y según la encuesta Colombia Opina, el 50 por ciento votará ‘No’ y el 39 por ciento lo hará por el ‘Sí’.

Es decir, en un abrir y cerrar de ojos el plebiscito pasó de ser pan comido a una prueba casi insuperable, y eso a pesar de las ventajas de que lo han dotado. Y tal desmoronamiento se debe a que es un pésimo negocio cuyas justificaciones no convencen a la mayoría, porque el tal “paquete” de la paz es como una canasta de huevos en la que casi todos están podridos o toteados, y en vez de la promesa de un delicioso desayuno, muchos prevén un dolor de estómago.

Y la desconfianza de los colombianos se acrecienta con el manejo que el Gobierno le da al tema. Todo se quiere instrumentalizar en nombre de la paz: los deportistas, los niños, los funcionarios públicos, las familias de los militares. ¿Cómo apoyar una paz sobre la que el Gobierno no responde a cuestionamientos, como las 60 preguntas del procurador Ordóñez, a pesar de que la Corte Constitucional ordenó que antes del plebiscito se debe divulgar el detalle de los acuerdos? ¿Cómo apoyar una paz que se pretende refrendar sin firmarse, como si se tratara de un negocio entre compadres?

Es que mientras sataniza a los opositores, el Gobierno sigue desconociendo que cerca del 90 por ciento de los colombianos han expresado en todas las encuestas que los cabecillas de las Farc deben ir a la cárcel, y mete el cuento de que las penas alternativas no son impunidad y que los barrotes cayeron en desuso. ¿Sí? A Radovan Karad¿ic? lo acaban de condenar a 40 años de cárcel.

Que como Ramón Isaza camina tranquilo por Bogotá, los de las Farc también pueden. Sí, pero Isaza pagó ocho años de barrotes, igual que cerca de 2.000 comandantes ‘paras’, y 14 de los máximos cabecillas cumplen largas condenas en EE. UU. Que ‘Popeye’ anda como Pablo por su casa. Sí, pero pagó 24 años y, sin embargo, no podrá hacer política jamás.

En todas las encuestas, cerca del 90 % de los colombianos se han manifestado en desacuerdo con permitirles hacer política a estos criminales. Hace años, alguien vaticinó a manera de chiste que les darían ‘Congreso por cárcel’ y hubo insultos porque ‘los uribistas se mantienen inventando mentiras’. Ahora el chiste es realidad porque no hay cárcel, pueden hacer política y les darán curules gratis.

Crece la audiencia: cada día son más los que se enteran de que las anomalías de esta ruinosa impostura no son falacias uribistas. Caracol Radio publicó hace poco “las pretensiones de las Farc para su reintegración”, un borrador que da cuenta de las desmedidas concesiones. Hasta ‘Timochenko’ celebra en un video el éxito de la negociación por la manera en que han obligado al Gobierno a “traspasar sus líneas rojas una y otra vez”.

Está claro que Santos y las Farc pueden perder su plebiscito, pero todos pueden estar tranquilos porque nada va a pasar. Por una parte, las instituciones tienen que mantener su accionar contra el delito, a menos que el Gobierno pretenda incumplir su deber; y, por otra, la Corte dejó abierta la puerta para que el Congreso se apersone del proceso; el ‘No’ en el plebiscito es vinculante solo para Santos. A buen entendedor, hecha otra trampa.

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