El plebiscito del dos de octubre

El autor de esta nota fue partidario del voto por el No en el plebiscito del pasado 2 de octubre; pero debo reconocer que me sorprendió en forma favorable el triunfo de este, por lo inesperado, porque comparé el resultado de tan desigual contienda, como muchos otros colombianos, con la lucha entre David y Goliat.

Aprovecho la oportunidad para agradecerle a las directivas del diario El Espectador, porque durante más de 20 años de publicar mis artículos con mentalidad de capitalista democrático, jamás me han vetado ninguno, pluralidad escasa por estos días.  

No creo que hayamos “saltado al vacío” como afirma el diario El País de España. Tampoco es un “Uribrexit”. No acepto que hayamos hecho el ridículo internacional.  Por el contrario, se ha dado muestra de que las redes sociales y la opinión crítica de nuestra ciudadanía están en capacidad de vencer la demagogia de los poderes centrales, las dádivas y promesas del Estado para los medios de comunicación. El 17% de los colombianos habilitados votó por el Sí y un elevadísimo 83% incluye el voto por el No más la abstención de quienes no votaron por el sí por múltiples razones.

Lamentables resultaron ser las predicciones de las firmas encuestadoras. El ridículo estuvo a cargo de los incompetentes representantes de los países que asistieron a Cartagena para firmar un acuerdo prematuro, sin haberlo leído previamente, ni haber escuchado a la oposición, acuerdos que fueron rechazados por el pueblo soberano. En favor del no les funcionaron a las Farc sus declaraciones cínicas y arrogantes. Censurables igualmente estimo a los prelados colombianos que le recomendaron al papa Francisco y a los fieles que apoyaran el voto por el sí.  

Capítulo aparte merece el nuevo fracaso en la larga lista de reformas frustradas del presidente Santos, a saber: reforma a la Justicia, a la educación, a la salud, a las pensiones, a los impuestos y, finalmente, a una paz negociada a su manera. Su incapacidad para reformar quedó demostrada.  No pocos de quienes intervinieron en las negociaciones deberían renunciar como sucedió tras el no de los plebiscitos de Charles de Gaulle, Augusto Pinochet y David Cameron.

Aspectos positivos. El presidente Santos dijo: “Vamos a decidir entre todos cuál es el camino que debemos tomar para que esa paz sea posible”. AliasTimochenko también dijo: “le seguiremos apostando a la paz… y mantendremos las puertas abiertas”. El expresidente Uribe agregó: “Queremos aportar a un gran acuerdo nacional… El Centro Democrático no renegociará directamente con las Farc, esto es obligación del presidente Santos”.

Aspectos negativos.  No tardaron las Farc en afirmar que el acuerdo final suscrito en Cartagena y ya depositado ante la Confederación Suiza era totalmente inmodificable. Los constitucionalistas consultados discreparon de esta opinión de las Farc y conceptuaron que radica el paso siguiente en que el presidente Santos le manifieste al país su voluntad para introducirle correcciones a dicho acuerdo, consensuadas estas primero con los partidarios del no y luego con las Farc.  El presidente Santos no debió haber suspendido el cese del fuego bilateral a partir del próximo 31 de octubre.

Mi conclusión. Por complejo que parezca el triunfo del No, lo considero más benéfico que tener que desarrollar o rectificar las concesiones azarosas contenidas en las 297 páginas de un acuerdo supraconstitucional, si por desgracia hubiera triunfado el sí.

Nuestra inefable Cancillería afirmó que renegociar el acuerdo está en manos de las Farc. Dudo que esta guerrilla no reconozca que renegociar con el respaldo de un gran consenso nacional las blindaría mejor contra la justicia futura que lo firmado en Cartagena. Lo firmado y rechazado no pasa de ser un documento con temas sugeridos para incluir o eliminar en un nuevo acuerdo.

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