Las víctimas

Hubo una participación descaradamente desbalanceada entre las víctimas del Estado y los paramilitares y las de las Farc.

Para darles legitimidad a los acuerdos, el Gobierno sostuvo que la preocupación central del proceso con las Farc eran las víctimas. Por esa razón, uno de los temas claves de la negociación era el de las víctimas del conflicto. Sin embargo, como casi todo en el proceso, las cosas se hicieron bien en La Habana y bastante regular en Colombia.

Mientras que las Farc y el Gobierno buscaban un acuerdo sobre el tema de víctimas que quedara plasmado en el texto final, en Colombia se delegó en la Universidad Nacional, con el respaldo de la ONU, la organización de foros regionales destinados a recoger las exigencias, experiencias y propuestas de las víctimas. El resultado fue una participación descaradamente desbalanceada entre las víctimas del Estado y los paramilitares y las de las Farc.

Herbin Hoyos, el director del programa Las voces del secuestro, quien fue secuestrado por las Farc y luego exiliado a causa de sus denuncias, contó en distintos medios que en estos foros hubo un veto sistemático a las víctimas de las Farc. Cuando unos pocos pudieron ingresar a los auditorios, fueron abucheados por activistas del Partido Comunista, la UP y la Marcha Patriótica. ¡Incluso en un foro se negó la denuncia de las víctimas porque los coordinadores de las mesas argumentaban que las Farc no secuestraban sino que retenían!

Que algunos activistas humanitarios actúen así no es nada nuevo. Muchas organizaciones anteponen sus afinidades ideológicas y políticas a las denuncias de violaciones de los derechos humanos. Solo si es víctima de la derecha tiene su respaldo para reclamar. Es como si las víctimas de las guerrillas no tuvieran los mismos derechos humanos que las víctimas del Estado y del paramilitarismo.

El error del Gobierno fue dejar en este sector de las organizaciones de la sociedad civil el manejo de las víctimas de las Farc. Era evidente que no iban a encontrar un interlocutor que atendiera sus demandas de reparación y verdad. Todo lo contrario, se iban a encontrar con un interlocutor interesado en acallarlos para no afectar la transición de las Farc a la política legal.

Si el Gobierno hubiera hecho en Colombia una gestión seria para atender a las víctimas de las Farc, coherente con lo pactado en La Habana, muy seguramente se hubiera ganado su voto en el plebiscito y hubiera volcado los resultados a favor del ‘Sí’. Como bien dicen los mexicanos: la forma es fondo.

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