La dictadura moral de la paz

“Dictadura es una forma de gobierno en la cual el poder se concentra en torno a la figura de un solo individuo (dictador) o élite, generalmente a través de la consolidación de un gobierno de facto, que se caracteriza por una ausencia de división de poderes, una propensión a ejercitar arbitrariamente el mando en beneficio de la minoría que la apoya, la independencia del gobierno respecto a la presencia o no de consentimiento por parte de cualquiera de los gobernados, y la imposibilidad de que a través de un procedimiento institucionalizado la oposición llegue al poder.”

Ignacio Molina, Conceptos fundamentales de Ciencia Política.

“Los incentivos que hoy tienen terroristas y criminales son perversos. Creen en violencia con justificación política y además beneficios.9:02 PM – 17 Jun 2017“

Juan Carlos Pinzón, Exministro de Defensa de Colombia del Gobierno Santos; ex embajador en Washington

“Si tomáramos el poder, tendríamos la tarea de limpiarlo de la burguesía y de mantener a la gente en un estado mental revolucionario.” John Lennon

Pensamos y escribimos de acuerdo con esquemas que jamás cuestionamos porque pretendemos que son verosímiles. Pero esa verosimilitud del planteamiento político puede caer ante la fina ironía de una caricatura, un escrito, una observación, una contradicción. De la misma forma nos desequilibra una hermosa dama cuando decide seducir. Sin embargo, al desatar el corsé de la seducción queda la verdad desnuda. Por eso algunos machos políticos se enamoran de hermosas piernas veladas de sutilezas y le proponen matrimonio a un cerebro ducho en la política del engaño y la seducción. Cuando despierta, ya demasiado tarde, se encuentra en un mal matrimonio. Igual puede ocurrirnos en esta falsa política de la paz querida y deseada, de la que no puede haber divorcio; además, regida por la razón y voluntad mutable de sus intérpretes; sujeta a error y capricho, que busca un sesgado bienestar político que no incluye a la oposición; no ligada a la conciencia como eco de la voz de Dios, porque prefiere la propia, y ha ignorado la justicia.

Combinada con el anterior escenario moral sobre la paz, afronta Colombia una concepción sofisticada del autoritarismo marxista que seduce la debilidad y desinformación de las conciencias. Ese fantasma del comunismo recorre a Colombia vestido de paz y debe ser expuesto de manera explícita, preguntando: ¿Existe una paz dictatorial que se asemeje a la paz democrática?¿Puede existir una paz moralmente buena en connivencia con procedimientos malos para obtenerla y mantenerla?

Nuestra cultura política está acostumbrada a la ambivalencia moral, a reconocer los comportamientos de regímenes autocráticos personalistas, militaristas o unipartidistas como políticamente necesarios aunque se les rechace moralmente. Sin embargo, siendo la democracia un sistema saludable que resiste en su naturaleza los virus de esos diferentes estilos y contradicciones, no nos damos cuenta cuando el lenguaje de esas características es manejado con intención claramente dictatorial. Ahí es cuando hay que afinar un cerebro divergente para detectar el engaño y definir realidades. Yo siempre pido la opinión de mi esposa cuando no veo algo claro. La diferencia crea nuevas perspectivas. Analicemos entonces las estrategias del engaño fariano que ingenuamente expone Semana en “El proyecto político de las Farc.” (Edición 1833)

LA PRIMERA MENTIRA DE LAS FARC. Cuando se trata de vender a las Farc, porque se le asocia con la paz, se crean las expectativas del ‘debut político’; pero no hay tal. Por ejemplo, Semana dice bajo el subtítulo de ‘un partido moderno’: “La base de ese debate está en un documento de 46 páginas llamado Las Tesis de Abril”. Pero la primaveral sugerencia abrileña es una vil copia de ‘Las Tesis de Abril’ que son una serie de conceptos expuestos por Lenin, en un discurso pronunciado en el Palacio Táuride el 4 de abril de 1917 en el que postulaba el paso a la segunda fase de la revolución: la conquista del poder por parte del proletariado y el campesinado de los soviets. Entonces el mensaje de las Farc es clarísimo, pero está camuflado en un artículo de Semana.

LA SEGUNDA MENTIRA DE SEMANA / FARC. Trata de inducir Semana a sus lectores que es posible crear una imagen fresca de las Farc, mediante “una estrategia de comunicación con asesores extranjeros para suavizar su lenguaje, desactivar prejuicios, dar una imagen más amigable y buscar una mayor sintonía con los sectores urbanos. El lenguaje de la confrontación ha dado paso al de la reconciliación y el perdón. A Jesús Santrich (Seusis Pausías Hernández) que ha sido el más radical, le han moderado el uso del Twitter y en cambio tanto Pastor Alape (José Lisandro Lascarro), como Carlos Antonio Lozada (Julián Gallo) e Iván Márquez (Luciano Marín), han empleado buena parte de su tiempo asistiendo a todo tipo de eventos en universidades, en los que han dejado el mensaje de que el proceso de paz no tiene marcha atrás, y en los que con frecuencia hablan de entregar el corazón, y abrazar a los adversarios.”

Semana y las Farc ignoran que si Popeye dijera: "Sólo quiero que la gente me conozca como persona; lo que deseo es hacerles cambiar la percepción que tienen de mí. He cometido muchos errores y me gustaría que nunca hubieran sucedido. Lo que quiero decir es que no importa cómo caemos, sino cómo nos levantamos,” seguramente habría personas que estarían de acuerdo porque Popeye ha asumido su condición de asesino, pagó sus culpas en la cárcel y si pretendiera volver a ser un peligro social, habría una reacción inmediata. Es decir, hay un escenario claro con este criminal. Eso no sucede con las Farc, lo que genera mucha desconfianza. Así que lo de la imagen fresca es un embeleque publicitario, que puede ser eficaz si nos olvidamos del ‘bosque’ comunista al concentrarnos en los árboles de las pendejadas domésticas. Veamos por qué.

Si consideramos que la imagen política es un recurso, un instrumento, una herramienta, un proceso y un método para acceder al poder; para competir por él; para ejercerlo y para conservarlo; y si el poder se entiende como la capacidad de una minoría para hacer que una mayoría haga lo que en condiciones normales no haría; en este caso, para establecer las Farc un orden de cosas que no nos convencen, siendo además las que mandarían inexorable y perpetuamente, se entendería entonces que pretender lograr este objetivo es un loca ilusión. Porque ese tipo de poder no se mantiene frente a la tremenda movilidad social de la globalización, la refutación de la teoría socialista y su experiencia histórica de fracaso. Es difícil que se sostenga ante los imprevisibles cambios de la realidad. Por lo que ese escenario es siempre violento para coexistir en cualquier sociedad. Por ese motivo, dice Semana: “Las Farc tendrán que decidir si hacen un partido al estilo marxista o uno moderno y democrático.” Según hemos leído y oído, las Farc no renunciarán a su ideología, así que querer “participar en un gobierno de transición que defienda los acuerdos de paz,” es otra manera de decir que aspiran a utilizar la paz como una transición hacia el marxismo, escenario al que yo llamo ‘la dictadura moral de la paz.’ Ese es el postconflicto que estamos viviendo porque los tipos de las Farc tienen el cerebro lavado por Marx y Lenín.

Si no lo cree repasemos a Lenín. Decía: "No se puede, bajo ninguna circunstancia, permitir que el congreso se convierta para los comunistas en la arena de los años de lucha para las reformas… El único problema puede ser el de la utilización de las instituciones del Estado burgués para su propia destrucción." ¿No es acaso lo que estamos viendo? Los camaradas no tienen por qué preocuparse porque desde la presidencia tienen un aliado para hacerlo. De esa forma: "Nuestra estrategia en la actualidad es sólo para convertirnos en el más fuerte y, por lo tanto, más sabio, más razonable, más oportunista. Entre más oportunista, más pronto podremos tener de nuevo a las masas a nuestro alrededor, dándonos apoyo. Cuando nos ganemos a las masas mediante nuestro enfoque razonable, entonces aplicaremos las tácticas ofensivas en el sentido estricto de la palabra. “¿Giran las masas alrededor del engaño comunista? Por ahora no, y puede ser un distractor; pero a lo mejor el comunismo no sea el problema sino la corrupción mafiosa que el comunismo puede aprovechar para cooptar el estado.

Ahora bien, al comienzo de este escrito daba una definición de dictadura política. Pero existe otra, perniciosa, la dictadura moral. Con ella se pretende inducirnos a una decisión de respaldo a la paz según la entienden las Farc y la confirma el exministro Pinzón. Sin embargo las razones de esa decisión, de parte de los más interesados (Farc y Gobierno) no pueden convencernos de una manera fácil, segura y completa de su corrección moral. Pues la moral de esa paz deja al capricho de cada quien, sin llegar al fondo de la conciencia, lo que es bueno para el país; de allí que no se cumplan promesas, se engañe, se viole la ley en nombre de un bien superior que, está visto, es lo que el gobierno interpreta. A falta de esa coherencia ética recurre al slogan facilista. Entonces la oposición del país no es solamente política, es moral; ignorar esa realidad desemboca en la peor dictadura de las conciencias.

En la eventualidad de un gobierno comunista que es lo que buscan las Farc con la excusa de la paz, desaparecería el fundamento de la moral cristiana en Colombia. Esa moral es excelente porque se basa en la voluntad de Dios regida por una sabiduría que ha construido lo mejor de la civilización occidental. La finalidad de esa moral es nobilísima: el servicio. ¿Han sido las Farc agentes de servicio? La obligación de ese cumplimiento moral es estricta y su sanción, eficaz: premio, castigo, mediante la justicia; pero atemperada por la compasión humana y la misericordia divina.

Y peor que la dictadura moral es la dictadura de la insensibilidad cínica: el ‘quizá, quizá, quizá’ de Santrich; el narcotráfico como delito político, cuando la conciencia nos exige la sanción del vicio y el daño; justificar el asesinato altruista a nombre de la revolución. Y lo peor de todo: así como la simple biología nos REVELA RACIONALMENTE que de niños y jóvenes somos DEPENDIENTES de nuestros progenitores, como lo atestiguan también los animales, la INDEPENDENCIA FÍSICA que necesitamos como seres adultos, libres tridimensionalmente, se ha confundido con la INDEPENDENCIA DEL SER QUE NOS CREÓ.

Así, con esta paz cada quien hace lo que le da la gana porque con esa ‘independencia’ se ha renunciado libremente a la moralidad de los actos humanos relacionados con la paz, que no es solamente política; se ha renunciado a dar cuenta de: compromiso radical con la conciencia del bien, la ley, el pecado y las virtudes que son la base fundamental de la convivencia humana. Eso es lo que nos depara la mentalidad comunista detrás de la paz. Desde luego que la solución no es el aniquilamiento militar de los terroristas marxistas, sino el cambio profundo de la conciencia. Cuando las Farc se ufanan de no haber sido derrotadas, tienen razón. El MAL EN ELLAS NO HA SIDO DERROTADO PORQUE TIENEN UNA TRÁGICA FALENCIA EN LA HUMANIDAD DE SUS ACTOS. Hagámosle a esa guerrilla el siguiente examen que no sería necesario si tomamos en cuenta que si ‘el odio de clase’ es la premisa del marxismo-leninismo, negando la humanidad del otro, entonces cualquier pretensión de moralidad es inexistente. Pero al desglosar el meollo de esa suposición, quizá se le abra un espacio a la reflexión fariana.

1. ¿Qué nos dicen la falta de libertad física y moral de sus secuestrados?
2. ¿Qué nos revela la falta de derecho de los fusilados en sus filas por cualquier tontería? ¿Y su falta de conciencia en las masacres y ataques a la población civil en su mayoría compuesta por los pobres que dicen defender?
3. ¿Qué nos hace pensar su justicia en su coalición con el gobierno para ignorar los resultados del NO?
4. ¿En dónde están su aceptación de imputabilidad real por sus actos de barbarie y la responsabilidad ante los mismos?
5. Su compromiso con la paz ¿es total o parcial? ¿Es con un fin político o una convicción profunda de conciencia? Eso deja en claro la clase de voluntad que tienen con respecto a ese compromiso y lo que podemos esperar.
6. ¿Qué nos muestra su voluntad en cuanto a sus pronunciamientos sobre la paz y otros asuntos políticos, su conducta evidente, sugerida, y la presunción que podemos derivar sobre esa voluntad? 
7. Su negociación con el gobierno no fue por convicción sobre la paz, sino por necesidad. De esa manera, no es posible creerles que la ‘visión enemiga’ del otro haya desaparecido. ¿Cómo puede haber reconciliación con esa visión?
Ahora bien, a las Farc les molesta que los insulten en relación con su inhumanidad. El insulto es el resultado de no presentar escenarios, argumentos y pruebas claras de lo que se les acusa; por lo tanto no los aceptan, quedando como cínicos. Pero si se llegara a probar con claridad por qué son inhumanos, no desde la prueba judicial, sino racional ¿qué pasaría? Ese sería su verdadero juicio ante Dios. El juicio ante los hombres es a otro precio. Veamos.
1. ¿Sus actos revolucionarios han sido cometidos en la ignorancia? No lo creo. ¿Por un principio altruista? Debatible. 
2. ¿Fueron cometidos bajo la pasión del odio? Seguramente. ¿Lucharon contra esa pasión? No; porque es un mandato político. 
3. ¿Sus actos fueron el resultado del temperamento irascible? Posiblemente; entonces son asesinos irredentos. ¿Fueron cometidos por el miedo? No, porque la guerrilla va sobre seguro; no se enfrenta, huye.
4. ¿Fueron cometidos debido al escenario de violencia ‘normal’? Quizá.
La moralidad surge entonces, no de un propósito revolucionario como lo pretende el comunismo, sino del debate, la lucha, entre la bondad, lo bueno, y la malicia moral; o como aceptación consciente del mal inobjetable.

El objeto del acto humano, las circunstancias, el fin, la conclusión del mismo son debatibles, justificables, cuando se enfocan desde una moralidad humana, relativa. Pero no lo son cuando esos actos son dirigidos a Dios.

Por eso el comunismo elimina a Dios para tener carta blanca en sus atrocidades.

Los actos de las Farc serían inimputables, si hubieran estado locos; (pero no lo están); distraídos; (pero son muy pilos para el mal); porque no saben controlar su voluntad; (han demostrado lo contrario). Por otra parte, una persona normal que conoce lo malo, tiene la libre voluntad para seguir deseándolo o retirarse de él. Por eso a las Farc se les considera inhumanos, porque no estando locos, persisten en el mal; es decir, libremente renuncian a su condición de buenos que es lo que distingue al ser verdaderamente humano. Esto se sabe por experiencia universal; pero quizá, conceptualmente, no sea claro.

Los enemigos se convierten en guerreros cuando mutuamente descubren su humanidad. Pero eso es imposible cuando existe de por medio una voluntad sometida a la fe en un mandato político que no les permite razonar sobre la humanidad del otro: si es burgués, es como una cucaracha de la que hay que limpiar a la sociedad, según la ‘traba política’ de John Lennon. (Ver la cita inicial y analice la letra de ‘Imagine’ que es el hedonista Manifiesto Comunista de un multimillonario burgués. Por eso el parque John Lennon en Cuba fue inaugurado por Fidel Castro.) Al haber renunciado las Farc con sus actos inhumanos a la autoridad espiritual de un ideal, los deja al nivel de simples asesinos, no de luchadores altruistas. Por eso tenemos muchos ‘micos’ morales en este proceso de paz. ¿Qué hace un buen congresista con un ‘mico’? Lo denuncia y elimina.

Entonces a pesar del engañoso dogmatismo existencial de Santos en Paris, las Farc no han desaparecido. Han mutado, aparentemente. Las armas han sido un medio cuyas caletas y depósitos permanecen escondidos; pero el fin, la toma del poder, no ha cambiado. (Oír la entrevista de Herbin Hoyos en ‘La Hora de la Verdad del 21 de junio de 2017) ¿Puede haber reconciliación con alguien que nos sigue viendo como enemigos de clase, pretendiendo mantenerse como un letal enemigo político? (Leer: Desde Noruega, Timochenko advierte que si en el 2018 gana el Uribismo, las FARC seguirán luchando).No estamos locos. Somos muy conscientes de nuestros actos morales. Desviarnos de esa claridad salvadora es la dictadura moral de la paz. Como nos resistimos a esa dictadura moral nos llaman ‘enemigos de la paz.’ Pero el problema no es la paz, es su engañosa moralidad farcsantista, estúpido, como diría Clinton.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar