El respeto cuando se merece

Los juristas puros y por consiguiente grandes defensores de la institucionalidad, han salido en defensa de las altas Cortes colombianas en esta época de escándalos. No puedo negar la razón que los acompaña. Pero algunos miembros de las altas Cortes han dado suficientes muestras de que no merecen el respeto del pueblo colombiano cuando unos se encuentran investigados y otros han sido ya judicializados. Por eso, cuando nos muestran los resultados de las encuestas de opinión, lamentablemente la justicia ocupa uno de los últimos lugares junto con el Presidente, el Congreso y los partidos políticos. Esa es la tragedia de Colombia. Los tres poderes públicos han perdido credibilidad junto con la política colombiana. No las instituciones, son los miembros de ellas quienes las llevaron al desprestigio actual.

Es que desde cuando un magistrado dijo que el siglo XXI sería el siglo de la justicia, era que pensaba ya en apoderarse de todos los poderes. Cuando otro afirmó que debían fallar en política y no en derecho, era que ya habíamos caído en la politización de la justicia. Grandes daños le hicieron estos comentarios a la justicia colombiana y más, cuando mostraron que esas opiniones se volvieron realidad.

Es curioso lo que ocurre con algunas investigaciones y condenas. Yo llamaría a esto la operación canguro. Se investiga y se condena a quienes cometieron el delito de los falsos positivos. Si estos ocurrieron, tenemos que apoyar el fallo de la justicia. Si algunos oficiales del Ejército dieron la orden de que cometieran esos crímenes, se debe condenar a esos oficiales. Pero han condenado a algunos que no estaban al mando de la jurisdicción donde ocurrieron los hechos. Además de que pretenden acusar al presidente Uribe por esos falsos positivos y pasan por encima del ministro de Defensa de aquella época. Es el salto del canguro para no tocar al amigo de los subversivos, a quien les entregó el país.

Si hablamos de la institución presidencial, allí sí que no podemos pedir respeto para quien la representa. Un presidente que ha dado muestras suficientes de apoyarse en la mentira para buscar imagen internacional o para mostrar un país de maravillas que no hemos podido encontrar. Un presidente que le entrega el país a los mayores asesinos de toda la historia, que los lleva al Congreso sin someterse a la votación que exige la democracia, que desconoce la voluntad del pueblo en un plebiscito que convocó él mismo con la garantía de que respetaría la voluntad soberana del pueblo y lo burló. Un presidente que mintió cuando dijo que no haría reforma tributaria. Hizo cinco.

Juanpa -como le gusta que le digamos- con todo el cinismo al que nos tiene acostumbrados, dice ahora que no será el crítico del nuevo gobierno. Es que la diferencia es mucha. Las promesas mentirosas del actual presidentico, no se cumplieron. Dijo que seguiría la política de la seguridad democrática que tantos beneficios nos trajo, no cumplió con lo prometido. Más bien se entregó a los enemigos de Colombia y de su pueblo. Prometió que cuidaría los tres huevitos que le encomendó Uribe, el mejor presidente de todos los tiempos, y no hizo nada de lo prometido. Todas las promesas fueron falsos positivos.

¡Presidente Uribe, no nos abandone en estos momentos!.

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