“Hay más producción de cocaína que nunca”

El comisario responsable de la lucha contra el tráfico de drogas alerta de que los narcos gallegos «ahora funcionan como una gran empresa formada por grupos de servicios especializados»

España batió cifras históricas en incautaciones de droga en 2017 y va camino de superar un nuevo récord este año. La batalla contra el tráfico de cocaína ha conseguido retirar del mercado casi 31 toneladas de esta sustancia (104% más que en 2016), uno de los resultados más abultados en casi treinta años de estadísticas. Antonio Martínez Duarte (Melilla, 1973), dirige las investigaciones de narcotráfico como nuevo comisario de la Brigada Central de Estupefacientes de la Policía Nacional. Después de más de 11 años en Galicia, Duarte es una pieza clave en la coordinación de los centros de inteligencia entre países para contener la avalancha de coca.

Martínez Duarte alerta de la situación en Colombia. “Estamos en un momento muy peligroso por la mayor producción de coca y con más pureza de los últimos años. La desmovilización de la guerrilla de las FARC, que antes controlaba la producción y el tráfico, hizo que emergieran más grupos y salga mucha más cocaína que nunca hacia EE UU y Europa, también hacia África, uno de sus principales almacenes”, afirma.

Hace cuatro décadas fueron los cárteles, primero el de Medellín y luego Cali, los que manejaban el negocio, que ahora se reparte entre grupos más numerosos pero incluso con más poder. “El principal proveedor es el Clan del Golfo, aunque otros grupos como los Pelusos, disidentes del Ejército Popular de Liberación (EPL), o Los Rastrojos, que salieron del conflicto armado colombiano como una organización paramilitar y que siempre controló la producción, son los mayoristas que abastecen al mercado europeo”, señala el experto policial.

Treinta años de presión policial han hecho que España deje de ser el principal puerto de entrada de cocaína y han desviado los alijos a puertos de Holanda y Bélgica. Sin embargo, Duarte asegura que el narcotráfico en Galicia sigue vivo. “Los traficantes gallegos todavía son los número uno en el transporte de cocaína y su introducción en tierra”, afirma. El resto del proceso, asegura, lo hacen los carteles colombianos, que mandan y dirigen el negocio. “Aunque hay grupos que compran la droga en origen y controlan todas las fases de la operación, incluida la del transporte por tierra hasta Madrid”, puntualiza Duarte.

“Los grupos gallegos buscan la invisibilidad, que no se hable de ellos, y así poder trabajar más cómodos, con discreción”, apunta Duarte. “Es cierto que muchos de sus líderes están en prisión, otros se han fugado, y los hay que han aprendido a adaptarse a los nuevos tiempos y ahora funcionan como una gran empresa formada por grupos de servicios especializados en las distintas fases del narcotráfico. Se alían para una operación y cada grupo se encarga de tener su parte preparada para funcionar en cualquier momento”, explica el comisario.

Martínez Duarte hace una rápida radiografía del actual escenario. “Empezaron traficando todos juntos, como evidenció la Operación Nécora, luego se independizaron (había tarta para todos) y se empezaron a vender entre ellos, traicionándose, hasta ser desarticulados sus grupos. Ahora que todo se les complica, vuelven a unir fuerzas formando complejos entramados criminales”, dice. Estas extrañas relaciones se vieron en la última detención de Sito Miñanco. “Sorprendió encontrarle trabajando con gente del nivel de David Pérez Lago y Ramiro Somoza Martínez”, comenta.

Nuevos competidores

Sin embargo, las bandas gallegas tienen nuevos competidores. “Organizaciones albanesas, serbias, y marroquíes están empezando a asumir sus propias operaciones, dominando todo el transporte, incluso la compra de la droga en origen. Viajan hasta los laboratorios para que no les falle ningún eslabón de la cadena. Para esto hace falta dinero en metálico que solo se consigue tras años traficando con hachís y heroína por Europa”, desvela Duarte.

Todavía quedan bastantes batallas por ganar al narcotráfico gallego. “Están operando varias bandas y con perfil muy diferente. Y los grandes capos se sirven de estos grupos para hacer fuertes operaciones. Algún traficante gallego podrá estar pensando que tiene la fórmula perfecta para coronar un alijo sin ser detenido, pero se equivoca, porque también ellos van a caer, tarde o temprano, y lo saben”, advierte.

Existe un vínculo histórico entre el traficante gallego de la cocaína y el andaluz, especializado en el hachís. En momentos puntuales, los grupos del sur reclamaron infraestructura marítima y pilotos a sus colegas del norte. Martínez Duarte descarta que las bandas sureñas sean más violentas o que la proximidad de África, uno de los principales almacenes de cocaína, convierta a Andalucía en el nuevo eje para la entrada de estos alijos. “Marruecos está a catorce kilómetros de las playas de Algeciras, un factor que facilita las entradas continuas de hachís, pero la cocaína requiere mucha más inversión y planificación. Además, la pérdida de droga se penaliza de otro modo”, explica.
El comisario resta importancia a los incidentes entre algunos de estos grupos con los equipos antidroga. “Evidentemente, es un fenómeno que nos tiene alerta y preocupa”, afirma, no obstante. Explica que ha habido robos de mercancía entre bandas en los que se han utilizado uniformes policiales y posiblemente esto hace que las organizaciones empleen la violencia.

Las incautaciones de heroína han crecido un 88,8% en 2017, con 440 kilos capturados, otra cifra récord en el tráfico de esta sustancia, una de las mayores amenazas globales para la OMS. “La heroína sigue entrando en España de la misma forma como en los años setenta”, afirma Duarte. “Junto a Portugal, somos destino finalista pero no entra más, lo que ocurre es que estamos incautando mayores cantidades y eso hace que se haga más visible”, aclara.

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