Defensa del currículo nacional en V Cumbre de Líderes por la Educación

Lo que quiere ser un país se ve en su currículo, y en Colombia puede haber 19.650.

Es carreta que la educación sea una prioridad de la sociedad colombiana. No ha habido ni una discusión sustantiva en los últimos diez años que lleve a un cambio de fondo. La política colombiana no tiene la visión ni el valor ni la estrategia para meterse con el statu quo de la educación.

Como no tenemos un proyecto de sociedad caracterizado, definido, con personalidad, nos da lo mismo qué conocimientos, competencias y valores aprenden los estudiantes del preescolar a la educación secundaria.

Con más precisión: no tenemos un centro político, una coalición, un partido grande que lidere un proyecto de sociedad claro y alinee a la educación. Si dijéramos que nuestro proyecto de país se basa en la equidad y la productividad, por ejemplo, sabríamos qué pedirle a la educación.

Pero somos un país en el que millones de estudiantes de instituciones públicas no adquieren las competencias básicas y los que reciben educación privilegiada se preparan para el mundo de la cuarta revolución industrial.

No nos aseguramos de unos conocimientos, competencias y valores comunes en los alumnos sin importar las diferencias de condición socioeconómica o región. En cambio, tenemos un arreglo institucional que permite eso y argumentos para justificar que unos niños aprendan menos que otros.

Un proyecto de nación decidido diría: “Necesitamos que aprendan mínimamente esto por materia y grado, y aquí están los materiales didácticos para que la desigualdad de ingresos no se burle de nuestro propósito nacional”.

En cambio, decimos: “Aquí hay unos lineamientos curriculares por ciclos de grados, pero cada institución educativa puede adoptar el currículo que quiera, y en cuanto a los materiales, arréglenselas como Dios les permita”.

Luego los resultados de las pruebas Saber muestran las terribles disparidades en el aprendizaje, pero los gobiernos se dan contentillo con el promedio nacional de Saber 11, el sector pasa de agache y ningún proyecto político le muestra a la sociedad que estamos ante un desastre social y hay que hacer algo.

Aunque a veces aprovechamos el margen para empeorar: este año, por ejemplo, no hubo Saber 3, 5 y 9, dizque por falta de presupuesto, y algunos consideran no hacer censales las pruebas, con resultados niño por niño, sino muestrales. Hay que introducir Saber 7, y nos debe importar cada niño, medir su aprendizaje.

Dicho sea de paso, y esto no lo dije en el panel “Dotación de contenido o marco curricular: ¿qué es primero?” de la impresionante V Cumbre de Líderes por la Educación que organiza Semana Educación:

Las necesidades de evaluación de la educación colombiana son tan grandes que el Icfes no debería distraerse de su misión vendiendo servicios a terceros. Puede sacar rendimientos del mercado creciente de evaluación participando en una unidad de negocio aparte.

Hay un acuerdo técnico (que incluye a la OCDE y el BID) sobre la imperiosa necesidad de un currículo nacional en Colombia, pero no hay suficiente consenso en el sector. La primera respuesta de disenso es que “la 115 no lo permite” (la Ley General de Educación, que data de 1994).

Si se sugiere que se cambia la ley, entonces la profundidad del statu quo habla: “Ah, es que si la ministra va a cambiar la 115, no hace nada en estos cuatro años porque la respuesta será grande”, en palabras de pasillo de una docente. “No, no se preocupe, la ministra no ha dicho que tenga ese plan”.

“El currículo es el centro de todo sistema educativo: establece los objetivos, contenidos y resultados esperados de la educación, y define la visión y las aspiraciones que un país tiene para sus ciudadanos, su sociedad y su economía” (OCDE, 2016). Hay que tener un currículo nacional, por favor.

Los docentes pueden tener muchísimas formas de enseñar, y ahí entra la diversidad; lo que es pegarse un tiro en el pie como país es dejar de enseñar cosas básicas en nombre de la diversidad o por pereza.

Y mientras damos el paso del currículo, por favor, no sigamos teniendo niños desfavorecidos sin libros de texto mientras sus pares acomodados sí los tienen, o por lo menos no hablemos de equidad y calidad en la educación sin referirnos al problema.

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