El crítico momento del multilateralismo en ONU

En una semana numerosos mandatarios criticaron las organizaciones del sistema internacional. Liderados por Trump, esta tendencia, a la que cada vez más países se unen, pone sobre la mesa la efectividad de este modelo. Sin embargo, no quiere decir que sea su fin. ¿Llegó el momento de transformar a las instituciones de las Naciones Unidas?

La mirada escéptica de Donald Trump sobre el multilateralismo no es nueva. Desde que anunció su candidatura a la presidencia, siempre criticó a las organizaciones internacionales por su falta de resultados. En la ONU, no hizo más que confirmar esta visión.

La actual crisis de este modelo, sin embargo, no debe confundirse con su fin. Hace parte de una tendencia en la que están resurgiendo nacionalismos como el que enarboló Trump, y el unilateralismo, como contraposición al discurso liberal que ha dominado las organizaciones internacionales desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Trump no fue el único que pidió mayor soberanía en sus decisiones. En sus discursos en la ONU, varios presidentes se contagiaron de su tesis “patriótica” y pidieron mayor autonomía. El italiano Antonio Comte, recién designado primer ministro, criticó las “lecciones morales” de Francia en el marco de la Unión Europea (UE), mientras que el turco Recep Tayyip Erdo?an no hizo más que confirmar su proyecto nacionalista que recuerda una nostalgia imperialista.

En esencia, todos están buscando lo mismo: autonomía de las organizaciones internacionales. La credibilidad del multilateralismo ha sido puesta en duda por cada uno con diferentes medidas, como no firmar acuerdos que involucran varios miembros o salirse de tratados globales.

Para Trump, los conflictos se resuelven de manera bilateral sin la intervención de grandes instituciones como la ONU o la CPI

Anunciada desde el período preelectoral, Trump retiró su país de la Asociación Trans-Pacífico (TPP) y dejó de ratificar el Acuerdo climático de París, que para muchos republicanos no tiene certeza científica.

La escalada anti-multilateral también ha tenido como principal punto de críticas a la Organización Mundial del Comercio (OMC). Esta, según Trump, ha vulnerado la soberanía de Estados Unidos, lo que ha llevado a su administración a bloquear los nombramientos de jueces en ella, según The New York Times.

Para Trump, los conflictos se resuelven de manera bilateral sin la intervención de grandes instituciones como la ONU o la Corte Penal Internacional (CPI), a la que criticó. Los avances en el caso de Corea del Norte son una muestra, dice el Presidente norteamericano, de la efectividad de este tipo de negociaciones directas y confidenciales.

Es claro que, antes de un régimen de principios que gobiernen la comunidad internacional, Trump cree en sus propias reglas. Lo que importa, pase lo que pase, son los resultados, como en el caso coreano.

Este tono cambia radicalmente el modelo que ha gobernado al sistema internacional en los últimos 70 años, que se basa en una serie de tratados que ponen por encima -salvo algunas excepciones- los principios del sistema sobre las intenciones unilaterales de los estados.

Multipolar

El tono de Trump, Comte, Erdogan y el reacomodamiento de potencias como China y Rusia hacen pensar que el sistema internacional está viviendo un cambio extremo, parecido al que vino después de las guerras mundiales. Sin embargo, hay algunos que defienden aquella tesis de que el fondo del asunto es que el multilateralismo hoy significa algo distinto a lo que creían Clinton o Blair hace unas décadas. Es, entonces, un terma de interpretación.

Ahora, el mundo se transforma pasando del dominio unipolar de Estados Unidos al auge de lo multipolar, con potencias como China o Rusia. ¿Hasta qué punto Putin tiene la capacidad de poner en tela de juicio la capacidad de Washington? ¿Es Xi Jinping el nuevo Mao Tse-tung?

No hay duda que Estados Unidos sigue siendo la principal potencia de lejos. Su capacidad económica y militar duplican a la de Rusia y China juntos, pero no deja de ser cierto que poco a poco ha ido cediendo terreno en algunos lugares del mundo como Eurasia (Afganistán, Kazajistán etc.), donde Moscú ha expandido su presencia, o el sureste asiático, claramente dominado por Pekín.

La jugada geopolítica de Rusia en Siria ha demostrado el reacomodamiento de fuerzas en Oriente Medo. Dominada hace unos años por Washington casi en su totalidad -salvo Irán- esta región hoy experimenta un incremento notorio de tropas rusas, cuya presencia es clara en Siria, apoyando a Bashar al Assad, y en Irán, donde no hay tropas pero sí una relación amistosa con el régimen de los Ayatolás.

Tanto Moscú como Pekín creen poco en el sistema internacional. No es que lo vean como un escenario poco efectivo, sino que más bien lo ven como el lugar para contener a Estados Unidos y sus aliados occidentales, como Alemania, Francia e Inglaterra. Esto ha quedado claro en los reiterados vetos contra cualquier iniciativa que implique movilizar tropas contra algunos de sus aliados, bloqueando la medida.

Paralelamente, sus movidas territoriales se han hecho en secreto y no tienen en cuenta la preocupación de organismos como la ONU. La anexión de Crimea es un ejemplo claro. Pese a las reiteradas sanciones impuestas por la comunidad internacional, Moscú no movió un ápice de esta región del mar Negro.

Pero sigue siendo el rey

Hace poco, en una entrevista en CNN, el exdirector de la CIA, Michael Hayden, dijo que su país tenía “un Presidente que ve a los aliados como una carga”. Su declaración, en cierta medida, es correcta.

Aunque Trump cree en aliados como Japón, Israel o Colombia, el nivel de importancia que les da es menor al que George W. Bush le dio a los países europeos que lo ayudaron en la intervención en Iraq.

En cambio, otros países están aprovechando su aislacionismo para recuperar espacio. Francia con la llegada de Macron, tras un impopular gobierno de François Hollande, intenta convertirse en el líder europeo haciéndole contrapeso a Alemania y volviendo a viejos territorios donde tenía influencia, en África, el Caribe y partes de América Latina.

Reivindicando el actual sistema internacional, el Presidente francés salió en su defensa en la Asamblea de la ONU sin dudar de sus ventajas. Dijo que el caso de Irán se resuelve con “diálogo” y “multilateralismo”, y añadió que no se deben “exacerbar la tensiones regionales”. “No se conviertan en indiferentes, no acepten la erosión del multilateralismo, no acepten que se desarme nuestra historia”, sentenció en contra de Trump.

Hoy, el orden mundial es cada vez más caótico. Las relaciones de poder son menos claras: Guterres

Como Macron, otros líderes mundiales han salido en defensa de este modelo. El presidente de la OCDE, José Ángel Gurria, en un artículo publicado en Project Syndicate, escribió que “la cooperación internacional eficaz continúa siendo la mejor vía para mejorar nuestras economías y nuestra vida cotidiana”.

Lo cierto es que como explica Gurria, “el multilateralismo flaquea en el preciso momento en que el orden internacional se vuelve más multipolar”. Como se ve, más que el surgimiento de Trump, que ha ayudado a su erosión, el asunto es que el mundo se está reconfigurando porque Rusia, India, la Unión Europea y China están teniendo sus propias agendas.

“Hoy, el orden mundial es cada vez más caótico. Las relaciones de poder son menos claras”, anunció Antonio Guterres en la ONU. La erosión de este modelo no quiere decir que se esté acabando.

La mayoría de países del mundo siguen apoyando el multilateralismo como principal forma para hacer alianzas económicas, coordinar políticas y acordar acciones militares. Aunque la Organización Mundial del Comercio (OMC) esté en crisis, las normas del comercio internacional siguen intactas y casi todos, salvo casos extraordinarios, se rigen por ellas.

Incluso China, uno de los países más controversiales en materia de comercio internacional, ha salido en defensa de la OMC, pese a las numerosas sanciones que le ha impuesto. Lo mismo, pero mucho más claro, pasa con la Unión Europea. A pesar de que algunos de sus líderes reniegan del multilateralismo, es claro que este modelo es la base del bloque y, por así decirle, hace parte de su “ADN”.

Esta asamblea de la ONU sirvió para confirmar lo que se dice, pero poco se habla. El mundo requiere de un sistema internacional compaginado con un sistema multipolar y, en cierto sentido, renuente al liberalismo.

Hace unos años esto podía sonar indignante. Pero cada vez más se confirma que es cierto. No es que el multilateralismo se vaya a acabar, simplemente es que tiene que transformarse.

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