La coca, los estragos del tercer producto más exportado de Colombia

Asesinatos de líderes sociales, deforestación de santuarios naturales y guerras entre criminales: los coletazos del incremento de la coca, un negocio que en 2017 habría sido más grande que el del café.

El último informe de Naciones Unidas sobre cultivos ilícitos diagnostica lo previsto: el incremento de la coca sigue acelerado. El país nunca antes había tenido tanta de esa mata sembrada en sus tierras, una dinámica desatada en buena medida por la salida de las Farc como el gran regulador de esa renta ilícita, y los movimientos de los demás grupos armados por ocupar sus espacios. Pero más allá de esa imagen panorámica, hay fotos más particulares que se deben tener en cuenta en el análisis para entender qué es lo que está pasando con el narcotráfico, pues lo concreto es que está pasando por un momento boyante y de transformaciones.

Los líderes sociales

A los líderes sociales los están matando, sobre todo, en las zonas donde hay más coca. Naciones Unidas contrasta el registro de estas muertes que lleva Indepaz con los focos más cultivados. La comparación se corresponde en gran proporción. Son 295 asesinatos entre diciembre de 2016 y junio de 2018. Los departamentos más azotados por esta ola de violencia son Nariño, Putumayo y Antioquia, los tres aparecen entre los cinco con más cultivos ilícitos.

Las cifras corroboran la teoría de que los líderes sociales están atrapados en medio de los intereses de los criminales sobre la coca. El objetivo suelen ser quienes, por ejemplo, promueven procesos de sustitución de cultivos o incluso de retorno a las tierras de las comunidades. También hay zonas, como el Bajo Cauca antioqueño, donde los líderes más visibles, que fungen de interlocutores, son señalados como informantes o colaboradores de agrupaciones criminales en confrontación.

En Nariño, por ejemplo, hay pugnas entre cuatro grupos disidentes de las Farc, el Eln que llega desde la coordillera e incluso un vestigio de bandas criminales en cercanía con Putumayo. En contraste, departamentos que también tienen alta incidencia de cultivos, como Caquetá y Guaviare, pero en los que el territorio cocalero está controlado por un solo actor, en este caso por disidencias del Frente Oriental de las Farc, los asesinatos de líderes sociales no se cuentan en más de cinco.

El corredor del norte

Aunque históricamente el sur del país ha concentrado la mayor cantidad de coca, en el norte se está consolidando un corredor fuerte desde la frontera con Venezuela hasta el Golfo de Urabá. Una hipótesis puede tener que ver con el debilitamiento del alcance nacional del Clan del Golfo. Hace un par de años, Otoniel tenía hombres repartidos por los puntos claves de la coca. En los Llanos le había comprado una franquicia de exparamilitares a alias Soldado y en el Pacífico Nariñense y en Putumayo había mandado estucturas desde Antioquia. Pero con el cerco que le armó la Fuerza Pública con la Operación Agamenón, Otoniel, debilitado, ha ordenado el repliegue de sus hombres para contrarrestar la guerra en su territorio tradicional, el Urabá antioqueño.

Incluso en esa zona que ha sido su fortín, el cerco es fuerte y con la caída de varios de sus capos más cercanos, como lo ha explicado la Policía y el Ejército, el Clan del Golfo ha huido hacia Córdoba y Bolívar. Son justamente esos departamentos los que presentan el mayor incremento de cultivos ilícitos entre 2016 y 2017. En Córdoba crecieron el 79%; en Bolívar el 51% y en Antioquia el 55%. En contraste, el departamento del sur del país donde el incremento fue superior al 50% es el Valle del Cauca. En Arauca creció el 1.200% pero porque no había prácticamente nada y ahora se registraron 120 hectáreas, que siguen siendo pocas.

El negocio

La estimación del SIMCI es que el negocio de la exportación de cocaína en 2017 rondó los 2.700 millones de dólares. Es un mercado impresionante, más grande, por ejemplo, que el café, cuyas exportaciones en 2017 fueron de 2.500 millones de dólares. Si se compara con otras rentas legales del país, solo la supera la venta del petróleo y el carbón. El mercado de la hoja de coca, por su parte, es de 371 millones de dólares y el de la base de cocaína de 1.315. Y eso que, ante el aumento de la disponibilidad de la mata y del incrementó de la producción, bajó el precio de la cocaína. La hoja fresca disminuyó su valor en un 28%, la pasta de cocaína en un 14% y el clorhidrato de cocaína en un 11%.

Es toda una industria ilegal. Para esa producción potencial de 1.379 toneladas de cocaína -que creció 31% frente a 2016- se usaron, dice el cálculo, 510 millones de litros de insumos químicos líquidos y 98.000 toneladas de sólidos. En toda esa cadena itervienen 64 actores, según identificó Naciones Unidas, entre raspachines, financieros, químicos, transportadores, intermediarios, comerciantes, etc. Otro dato: la cuarta parte de la cocaína tipo exportación es incautada por las autoridades

Los bosques

El estudio de Naciones Unidas da un dato revelador sobre el impacto que está teniendo la expansión de la coca en la deforestación, que se ha duplicado en el país en los últimos años. El 34% de los cultivos de coca identificados están plantados en áreas que en 2014 eran bosques. Otra cifraque muestra el golpe a la sostenibilidad ambiental es que el 5% de la mata está sembrada en parques naturales, y el 27% a menos de 20 kilómetros de una de esas áreas protegidas. Esta es una tendencia que puede crecer si se reactiva la asperción con glifosato, pues en esos santuarios naturales no se puede utilizar el químico.

Colombia, el mayor productor

Desde que el SIMCI comenzó su registro, en 2001, solo en 2012 Colombia dejó de ser el país con más hectáreas de coca de la región Andina. En adelante y hasta hoy, la cifra de hectáreas en el país se triplicó desde los 50.000 hasta las 171.000 hectáreas, mientras que en Perú se mantuvo rondando los 40.000 y con una leve tendencia a disminuir. Por su parte, Bolivia, el otro gran productor de la mata, no pasa de las 30.000 hectáreas. Esto se traduce en que Colombia tiene ahora el 71% de los cultivos de la región Andina.

Erradicación y sustitución

A mitad de este año, cuando se conoció el informe del Gobierno de Estados Unidos también sobre los cultivos ilícitos en el país (que habló de 209.000 hectáreas sembradas de coca), la Fundación Ideas para la Paz dio su diagnóstico sobre las estrategias del Gobierno Santos para contrarrestar el incremento. «Mientras que el Estado incrementó el número de hectáreas erradicadas en algunos clústeres, en otros la intervención de la Fuerza Pública fue mucho menor (…) El Estado erradicó donde pudo hacerlo, mientras que varios territorios se configuraron como zonas vedadas para la Fuerza Pública», explicó la FIP.

Naciones Unidas, por su parte, resalta que las zonas donde se han implementado los programas de sustitución voluntaria de cultivos, suscritos entre el Gobierno y las comunidades, acompañados también por la erradicación forzada que adelanta la fuerza pública, los cultivos bajaron en un 14%.

El SIMCI advierte que la fecha de cierre del último monitoreo no registra aún los resultados que pudo haber producido la vinculación de más de 20.000 nuevas familias al programa de sustitución voluntaria de cultivos, donde hoy están inscritas 77.000. El informe dice, eso sí, que es necesario mejorar la interlocución con las comunidades en las iniciativas de sustitución para bajar la propagación de los cultivos. En últimas, resalta que más allá de las estrategias de lucha directa contra estas plantaciones, la solución de fondo pasaría por la transformación de los territorios afectados, observando sus complejidades más allá de los lotes cultivados con la mata.

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