Demasiada prudencia

La prudencia es buena consejera y es de los verdaderos sabios, según dichos populares. Pero en exceso se puede volver perjudicial.

Eso le ocurre al presidente Iván Duque. Prometió no usar el espejo retrovisor y lo está cumpliendo, pero el cumplimiento de tal promesa lo está perjudicando a él y a todos los colombianos. Tiene que contarnos en detalle lo que encontró para entrar a solucionar lo que no funciona. Debe decirnos cuánto les cuesta a los colombianos esa nómina multiplicada por mucho que nos dejó Juanpa, el indigno fugitivo. Que nos cuente lo que costó la propaganda oficial, entre otras cosas prohibida por la ley 29 de 1944. Los aviones para el servicio familiar, las cortinas, las almendras, los premios y tantas cosas que sumadas se vuelven significativas.

En estos días, una periodista de la radio hacía escándalo porque el presidente Duque había viajado con su señora y sus hijos, con el ministro de Relaciones, su señora y otras pocas personas a la audiencia con el Papa Francisco. Recordaba yo, que fui testigo presencial, cuando la canonización de Santa Laura Montoya llegó el presidente Juanpa (como le gusta que le digamos), en el avión presidencial lleno, tanto que tuvo que llevar otro, se alojaron en un hotel de lujo en la zona más costosa de Roma y no sufrió las críticas que ahora le hacen al presidente.

Hay cosas que hay que aguantarlas por prudencia, pero, cuando se trata de la salud de la economía colombiana, la prudencia hay que hacerla a un lado.

Para solucionar la situación económica que encontró el presidente Duque, hay que contar en detalle la realidad. Hay que volver por lo que hizo el presidente Uribe que fusionó ministerios, que recortó la nómina, que suprimió gastos inútiles. Hay que eliminar consejeros que sobran y que gastan en secretarias, en funcionarios, en oficinas, en vehículos, en guardaespaldas, en servicios públicos.

Hay que eliminar muchos consulados que fueron creados para pagar favores y que no cumplen ninguna función en favor del país. Hay que reducir viceministerios que se crearon en abundancia para alimentar las ansias de mermelada.

El espejo retrovisor hay que ponerlo porque se le está empañando, no el espejo, se le empaña es el manejo del gobierno con las críticas de los defensores del funesto gobierno anterior. Se le empaña si no aclara y presenta la realidad de lo que encontró, se empaña si no acaba con el derroche que heredó.

Hay que buscar los recursos suficientes para mejorar la situación económica que le dejó el indigno fugitivo, tratando de no golpear a la clase media y mucho menos a la clase trabajadora que tiene que subsistir con un salario mínimo.

Otra minita para arbitrar recursos es acabar con la vergonzosa corrupción que se manifestó en los dos períodos anteriores. Las contrataciones con Odebrecht, Reficar, los puentes que se caen o se retuercen, los pagos por favores, las compras de conciencias. Y, por otro lado, hay que revisar los compromisos exorbitantes con motivo de los acuerdos de paz o, lo que es lo mismo, con la entrega del país a la subversión.

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