Ejército Nacional recuerda a militares víctimas del ataque al cerro de Patascoy

La helada madrugada del 21 de diciembre de 1997 se escribiría uno de los capítulos más cruentos en la historia de Colombia y el cerro de Patascoy, ubicado entre los departamentos de Putumayo y Nariño, a más de 4100 metros sobre el nivel del mar. Hacia las dos de la mañana, cerca de 200 integrantes del bloque sur de las Farc atacaron a 32 militares que se encontraban custodiando la base de comunicaciones, ubicada en este punto.

Varias explosiones de artefactos improvisados anunciaron la arremetida guerrillera; uno de los primeros en ser asesinado fue el Teniente Mauricio Hidalgo, el oficial al mando de la base; posteriormente, cuatro suboficiales se pusieron al frente de la tropa para repeler el ataque, sin mayor eficacia, pues la superioridad numérica del enemigo y el uso de armas no convencionales (prohibidas por el DIH) por parte de los mismos hicieron meya en los esfuerzos de los uniformados por mantener el control de la base. Tampoco pudieron pedir refuerzos, puesto que se perdió todo tipo de comunicación.

Fue gracias a la alerta de dos campesinos, que llegaron al Batallón Batalla de Boyacá un par de horas después de haber iniciada la incursión, que tropas de apoyo se desplazaron al lugar, mientras que un helicóptero sobrevolaba la zona para repeler el ataque; sin embargo, este tuvo que retirarse, luego de haber recibido cuatro impactos de bala por parte de los guerrilleros, según el reporte del comandante del Batallón, que para la época era el Coronel Víctor Julio Burgos.

Pasadas las horas y después de un arduo esfuerzo, los refuerzos llegaron a la base. El panorama fue desolador: 10 muertos, 22 desparecidos, la base completamente destruida. Cerca de 36 horas más tarde fueron ubicados 3 de los 22 desaparecidos, se trató del Cabo Hugo Naranjo y los soldados Leonardo Andrés Buitrón y Franco Cancimanci, quienes llegaron a la localidad de Santa Lucía, tras caminar por peligrosos riscos y trochas; ellos narraron que habían logrado huir junto con dos soldados más, Carlos Bermúdez, que murió al caer a un abismo, y Néstor Acevedo, quien no pudo continuar la caminata debido a sus heridas y permanecía escondido entre la vegetación de frailejones.

Sin embargo, los sobrevivientes desconocían el paradero de sus compañeros desaparecidos; solamente hasta el 27 de diciembre, seis días después de haber ocurrido el ataque, la interceptación de comunicaciones del Ejército a la guerrilla de las Farc reveló que 18 uniformados permanecían secuestrados, 16 soldados y dos suboficiales; casi cuatro años duró el drama del secuestro para los 16 soldados, pero los cabos Pablo Emilio Moncayo y Libio José Martínez permanecieron bajo el poder de las Farc durante varios años más. Moncayo fue liberado gracias a un acuerdo humanitario en marzo del año 2010, mientras que Libio José Martínez Estrada fue asesinado por sus captores a quemarropa, cuando completaba 13 años, 11 meses y 5 días de secuestro, convirtiéndose en la persona que ha permanecido bajo el flagelo del secuestro durante más tiempo en el mundo.

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