¡Uno menos!

Independientemente de si está bien o mal alegrarse con la muerte de un individuo que no ha hecho más que sembrar terror y causar daño a sus congéneres, discusión bizantina en la que no me voy a enfrascar, sí quiero decir que cuando uno de estos seres como Walter Patricio Arizala, alias “Guacho” es dado de baja, el solo hecho de pensar que ya no podrá hacer más daño, genera una sensación de inmenso alivio.

Nos confirma también, que sí hay un orden social que hay que obedecer y que quien no se acoja a sus normas tendrá que asumir las consecuencias. Que tenemos un mando dispuesto a hacerlo respetar.

La muerte de ese criminal nos recuerda, además, que los narcoterroristas de las Farc que hoy están apoltronados en el Congreso Nacional, preconizando sobre moral, ética política, derechos humanos, etc., cometieron las mismas o peores atrocidades que su feroz correligionario y que, no solamente, siguen evadiendo la justicia, sino que han violentado el dichoso Acuerdo de La Habana que ellos mismos concibieron.

Por todos es sabido que con posterioridad a la firma del convenio se han visto involucrados en negocios de tráfico de drogas (Santrich), han reclutado forzosamente menores de edad, se han ausentado de las zonas de concentración o de los lugares de vivienda previstos para ellos sin avisar a las autoridades, tal como en su momento lo hiciera alias “Guacho”, o como alias “Iván Márquez” y alias “El Paisa”, de quienes nadie da razón de su paradero.

No han pedido perdón, no han entregado el dinero para resarcir a las víctimas, ni han contado la verdad, de acuerdo con lo pactado. Por el contrario, andan dedicados como el bandido alias “Marcos Calarcá”, de emisora en emisora desfigurando la verdad hasta el punto de asegurar, energúmenos y desafiantes, que “las Farc jamás reclutaron forzadamente a nadie”.

Es tal el grado de atrevimiento y mendacidad al que han llegado los narcoterroristas de las Farc, que hasta José Miguel Vivanco, el consumado izquierdista director de Human Rights Watch, dijera por estos días: “Qué descaro hay que tener para decir que nadie fue reclutado a la fuerza por las Farc. Si esta es la verdad que pretenden contarle a la JEP, deberán terminar cumpliendo largas penas de cárcel”.

Que sea este el momento para reiterar que la mayoría de colombianos demandamos ¡justicia! Nos asiste el derecho de pedir modificaciones de fondo al nefasto “acuerdo de paz”, sustentados, no solamente en la facultad que nos concedió el resultado del plebiscito, sino también, en el evidente incumplimiento por parte de los criminales de las Farc.

El tiempo ha demostrado que la política de paz más efectiva en el país ha sido la seguridad Democrática.

Cayó “Guacho”: ¡uno menos!

P.S.: Amables lectores: quiero desearles que el año que está por llegar, venga pleno de bendiciones para ustedes y los suyos.

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