A callar mandan

De nuevo desde el Palacio de Nariño mandan a callar. El presidente Santos se queja de la dureza de sus críticos, le parece que van demasiado lejos, que son ofensivos, que hacen política con la paz con la fuerza pública con San Andrés con el desempleo, con todo y a él le parece que eso no está bien, que hay gran injusticia e intereses oscuros detrás de esa “campaña negra”.

Pero, se pregunta uno: ¿será que el presidente da ejemplo de usar buen tono y armas leales en el debate? Fue él el que sembró la cizaña al traicionar el programa con el que fue elegido, al aliarse con los enemigos de las tesis que lo promovieron. Fue él quien empezó a hablar de una siniestra “mano negra” para referirse a las críticas iniciales a su iniciativa de paz, tildó de “partidarios de la guerra” y “guerreristas” a quienes le hacían observaciones sobre los términos entreguistas en que iba a sentarse a dialogar con grupos armados irregulares.

Por si fuera poco, en ocasiones envía a sus escuderos a echarle leña al fuego mientras sostiene que el no quiere “pelear con nadie” y que “está cansado de tanto negativismo” y tanto divisionismo”, y entonces esos mandaderos vomitan frases hirientes, de odio contra los que ya a estas alturas del partido son opositores políticos, algo legítimo en nuestra democracia y que por tanto merecen garantías. Y dicen que “la ultraderecha se tomó el país doce años” que “impusieron la guerra y fracasaron con ella”, que los críticos de las negociaciones con las FARC “son enemigos de la paz”.

Mientras mandan a callar, se conocen reportes oficiales del Departamento de Estado al congreso americano que aseguran que las FARC han comprado misiles tierra-aire en el mercado negro de armas y que no parecen tener disposición de ponerle fin al conflicto.

Mientras mandan a callar, el alto mando guerrillero declara que no están dispuestos a “pagar un solo día de cárcel”, que ellos “no van a entregar sus armas”, que no se van a dejar transar por “dos o tres curules en el Congreso”, que las negociaciones deben llevar a una reconsideración sustancial “del modelo económico”.

Y el Gobierno Santos manda a callar a los que se oponen a los que debaten a los que polemizan con la forma como se están conduciendo las negociaciones en La Habana como si lo que se está negociando allá no fuese el asunto más trascendental para los colombianos, como si se tratara de cualquier compraventa de empanadas en un bazar. De un lado convocan a la sociedad a participar sin exclusiones y lo primero que hacen es excluir a los que nos atrevemos a opinar.

Mientras nos mandan a callar, la exsenadora Piedad Córdoba conocida por su intermediación con las guerrillas y acusada de haber actuado en su favorecimiento cuando era congresista, propone alargar dos años la presidencia de Santos lo que supondría cancelar las elecciones del 2014, supuestamente para favorecer la paz, eso sí, sin ninguna garantía o certeza de que hay voluntad de paz por parte de las guerrillas.

Mientras nos callan y obstruyen espacios en los medios inundándolos de prebendas y publicidad oficial costosa, el expresidente Samper, el mas nefasto mandatario del siglo XX según opinión popular, con el cinismo que lo caracteriza y sus coqueteos con imitar a los payasos y humoristas exclama en su aire bonachón: “dejen gobernar a Santos”, como si en democracia no fuese esencial la crítica y la oposición, como si los gobiernos en democracia no tuviesen la obligación de tolerar, admitir y respetar los derechos de los opositores. Y como si el mismo Samper, después de lagartear por la embajada en París en el gobierno Uribe, no le hubiese amargado, junto con César Gaviria y las desteñidas toldas rojas del liberalismo cadavérico y el Polo y la socialbacanería, la vida y la gobernabilidad a Uribe.

José Fernando Isaza libre de sospecha de filar con el uribismo les dice en tono de reclamo a los gobernantes: “…salir todos a una a pedir que cesen los comunicados, las cartas y las conferencias, en aras del bien de la patria, es nuevamente rechazar la oposición y la crítica”, deberían acatarlo y encarar de frente, sin dobleces, sin mandaderos, sin tapados, sin solapadeces, el debate que tiene que abrirse y que debe darse sin miedo a la libre circulación de opiniones y de propuestas. La “Santa Alianza” conformada por Santos, Samper, Piedad, el gelatinoso Roy, el iletrado Simoncito, Petro, comunistas e izquierdistas, progresistas, la oligarquía capitalina, la Marcha Patriótica y el cardenal Salazar, no puede pedir que se les despeje el panorama para imponer un discurso hegemónico según el cual estamos ad portas, a un cacho, de la paz, y los enemigos de la paz no son los que matan soldados y ponen bombas y agreden a población civil y reclutan menores y secuestran por miles, sino, los que nos atrevemos, en ejercicio legítimo, a controvertir lo que nos parece un monumento a la impunidad y una bofetada a las víctimas de las guerrillas.

CODA: El apoyo de Presidencia de la República y Alcaldía de Bogotá a la marcha del 9 de abril, es contraria a nuestras tradiciones democráticas. Los órganos estatales y autoridades oficiales no deben promover el militantismo de sus funcionarios so pena de caer en prácticas dictatoriales como la cubana y la chavista donde por orden del gobierno hay que acatar la orden sin chistar.

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