¡A colgar ‘corbatas’!

Al presidente le llegó la hora de mandar a colgar tanta corbata inútil y desenredar la maraña burocrática en que convirtió su administración.

Fue Lucho Garzón, "ministro" para el diálogo social de la Presidencia de la República, el primero en advertirlo: en Palacio algunos sólo se dedican a calentar silla, dijo incluso hablando de sí mismo hace ya varios meses.

Y es que este gobierno tiene la maña de crearle a cada problema una consejería o una comisión de notables creyendo que así lo soluciona todo. Lo cierto es que aún hoy Lucho sigue teniendo razón pues casi ninguna de esas corbatas ha servido para nada.

Tan mal le fue, por ejemplo, al ‘ministerio’ para el diálogo social que ésta es la hora en que Santos sigue convencido de que los tales paros nunca existieron durante su primer mandato.

¿Y qué decir de la consejería que duró menos tiempo en la historia burocrática del país? Me refiero, claro, a la alta consejería para Bogotá, que en buena hora dejó Gina Parody para dedicarse a responsabilidades más serias.

Pero el esperpento aquel existió y en algún momento del primer gobierno de Santos llegó a haber 11 consejerías como esa, cifra escandalosa que llevó al primer mandatario a prometer falsamente que reduciría la nómina en la Casa de Nariño de manera considerable. Y digo falsamente porque al final terminó dándole ministerios, apenas de título, a aquellos que no pudo poner en los cargos más importantes del Estado. En últimas, todo resultó más enredado que antes, igual de inútil que siempre y tremendamente costoso para los colombianos.

Este gobierno, según las cifras que expuso el senador Iván Duque en un debate de control político sin que nadie lo desmintiera, creó 18.000 cargos en la rama ejecutiva con lo cual el gasto público en nómina pasó de 2,6 billones de pesos que se destinaban en el año 2010 a 5 billones en 2014.

Es verdad que tantas 'corbatas' no solo corresponden a puestos en la Casa de Nariño pero sin duda estas últimas son las que han resultado más costosas desde el punto de vista de la gerencia pública. O interfirieron perturbadoramente en el normal transcurrir institucional, como es el caso de Néstor Humberto Martínez, o se aburrieron por la inacción propia de esos cargos como le ocurrió al General Óscar Naranjo que pudiéndosela ganar facilito terminó colgando su corbata en el ministerio del posconflicto.

Aunque desde el punto de vista legal esos ministerios jamás existieran -lo que complica la interpretación del estatuto anticorrupción y la aplicación de las inhabilidades- la reestructuración de Palacio terminó creando tantas distorsiones, redundancia en las funciones y complejidad en las relaciones interpersonales de los máximos responsables de la rama ejecutiva que el balance no podría ser peor para el "buen gobierno" de Juan Manuel Santos.

Ante este panorama va siendo hora de que el presidente reconozca que se equivocó y le pida a sus aliados que comiencen a desocupar tanto cargo pomposo que se han inventado o de lo contrario su administración se convertirá en un inmenso armario con corbatas de todos los colores pero sin vestidos ni camisas para ponérselas encima.

Presidente: aproveche las renuncias voluntarias de sus buenos amigos para cerrar esas oficinas que solo le han traído a usted dolores de cabeza y a los colombianos perdida de recursos en un momento de desaceleración de la economía en el que cada peso cuenta. ¡Cuelgue todas esas corbatas, ponga a trabajar más duro a sus ministros de verdad y verá que le va mejor!

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