A ‘Pablo Catatumbo’ (2)

Cuando encuentre a Paula, permita al CTI desenterrar a los estudiantes de ingeniería de la Nacional.

La verdad, creía que usted tenía más poder. Y que conocía mejor a los suyos. Pero me di cuenta de que le toman el pelo y que habita la misma burbuja que sus colegas afincados en la Venezuela chavista.

Fui hasta la zona de Tenerife, que usted dominó en su época de comandante tropero del bloque Occidental y que sigue en manos de su organización. Recorrí la ruta de Paula Ortegón y conocí las tierras que le costaron la vida a su papá y a ella, su desaparición. Me refiero a la joven ganadera de Palmira (Valle) a quien usted se comprometió públicamente a buscar.

Me costó llegar a las fincas que me interesaban porque nadie se atrevía a llevarme. Y eso que mentí diciendo que contaba con su permiso. Pero la gente no es boba y querían verlo por escrito. La alternativa era conseguir luz verde de ‘Caliche’, el miliciano más veterano de la zona, y no la obtuve.

De todas formas llegué y hablé con ese bandido y con otros de la misma calaña. Incluso con el principal responsable de que Paula no dé señales de vida desde el 22 de octubre del 2014. Sus contradicciones, relatos inverosímiles y varios testigos delatan a Fernando Piña, miliciano y cuñado de ‘Caliche’. Él podría conducirlo hasta ‘Cholis’ y su hermano, matoncitos ambos y también implicados. Entre todos difunden la falacia de que Paula se fugó a España con un hombre.

Si usted quisiera, resolvería el enigma en una semana. Pero no vuelva a mandar otra comisión de inútiles del Tolima, como hizo en diciembre. Se apoyaron en ‘Caliche’, cómplice de lo ocurrido, para llevar a cabo sus averiguaciones. Bueno, averiguaciones por llamarlas de alguna manera, no hicieron sino unas preguntas tontas.

También dijeron a la comunidad que no pagara ‘vacunas’, que ya no las exigían las Farc. La gente se mordió la lengua, pues no iban a denunciar a ‘Caliche’ si estaba con ellos y el jefe de la comisión daba muestras de estar solo cumpliendo un trámite. Y este mes unos guerrilleros cobraron las nuevas ‘vacunas’. Ya no aceptan terneros, solo billete, y se han sofisticado; ahora cargan computador con los datos.

Los finqueros pagan porque en Tenerife y sus alrededores lo que se palpa es miedo. Un pueblo de paisaje precioso, que podría atraer turismo, vive aplastado por el pánico que infunden milicianos y guerrilleros.

Dirá que yo, que no los bajo a ustedes de criminales y no creo una coma de lo que dicen, debería recurrir a la Fiscalía General y dejarlo en paz. Pero a los fiscales les faltan voluntad e interés por conocer la suerte de una ciudadana del común, actúan como si se hubiera perdido un celular. Ni siquiera se atreven a entrar a la región, pensarán que ustedes los van a matar. Y si no la buscaron viva, menos harán si la dan por muerta.

Cuando usted encuentre a Paula, permita al CTI desenterrar a los estudiantes de ingeniería ambiental de la Nacional (Alexánder Bayona y Alberto González) que fueron a pasear por Colombia en marzo del 2000 y ustedes secuestraron. Los trasladaron hacia la finca El Vergel y los asesinaron. No se compadecieron de los llantos y súplicas de dos muchachos que solo querían vivir. Yo misma podría indicarles el sitio. Y hay más fosas. Pero seguro no irán.

Ya ve, ‘Catatumbo’, solo usted puede ayudar.

Nota. Beatriz Linares estaría indignada por la indolencia de las autoridades que pudieron evitar el brutal asesinato de Ximena, Juliana, Samuel y Deiner Grimaldo. Dedicó su vida a trabajar por los derechos de los niños. Su partida y la anterior de Gilma dejan un vacío tan descomunal como el de esos niños.

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