A propósito de Marín Bernal

La muerte de Rodrigo Marín Bernal hace pensar no únicamente en las virtudes ejemplares de un hombre público sino en el concepto de generación dentro de la historia. Un reciente libro de Enrique Gaviria Liévano analiza el papel de la Generación de los Nuevos en el siglo XX como excepción inteligente a la omisión de historiadores académicos nuestros que tienden a restar importancia al influjo de ciertos  grupos humanos en el rumbo de la sociedad.

En 1990, William Strauss (Yale) y Neil Howe (Harvard) publicaron Generations y en 1997 The Fourth Turning,obras en las cuales sientan la tesis, hoy conocida como Teoría Generacional Strauss-Howe, que parte de ensayos sobre el tema de José Ortega y Gasset y Julián Marías. En ella postulan que las generaciones mutan en ciclos regulares, como las estaciones dentro del año. Strauss y Howe argumentan que 5 siglos de historia anglo-norteamericana pueden explicarse a través de la existencia de 4 arquetipos generacionales que se repiten secuencialmente cada 80-100 años, rango que fija el máximo de la vida humana. A su vez, cada generación  se compone de personas nacidas en rangos de 20 años. A medida que cada generación asume la dirección de la sociedad, la historia cambia.

Cuatro estadios recientes son identificados: Crisis (1925-1945), Boom de Posguerra (1946-1969), Asunción de Conciencia (1961-1981) y Ola de Libertad. Historiadores europeos vienen identificando asimismo estadios muy similares en Francia, Alemania y Gran Bretaña apoyados en trabajos de Ortega, Marías y el gran historiador y filósofo neerlandés Johan Huizinga y las expresiones contemporáneas de estos colosos del pensamiento, Strauss y Howe.

En el campo de la literatura y las ciencias sociales el cambio e influjo generacional se han hecho con algún esfuerzo en Colombia. No en los asuntos públicos, donde el enfrentamiento partidista, la violencia y la corrupción son identificados como factores únicos de mutación. El profesor Miguel Ángel Urrego es excepción valiosa. Carlos Lleras Restrepo supo adentrarse en su época deNueva Frontera en la identificación de estos grupos generacionales. Bautizó y aportó los rasgos de la Generación del 47 (Álvaro Gómez, Misael Pastrana, Belisario Betancur, Virgilio Barco).

Se habla, por ejemplo, en forma anecdótica, de la Generación del Medio Siglo o del Frente Nacional, a la que perteneció Marín Bernal. Ninguno de sus miembros fue elegido Presidente y en esta referencia solitaria queda todo. Pero no existe aún el análisis histórico de su injerencia que fue ni más ni menos que la ejecución de las políticas del bipartidismo frente-nacionalistas o post-frente-nacionalistas. El análisis sojuzgado -y sesgado- en que reposa la óptica histórica sobre estos períodos ha impedido valorar el rol de sus actores y las dinámicas de acción a que respondieron.

Ni qué decir de las generaciones posteriores. Frivolidad y reduccionismo es lo que se lee. Colombia ha sido gobernada ya por 6 administraciones de mandatarios nacidos en la década del 50. Y ningún historiador o científico social se ha dado a la tarea de examinar con cuidado cuales son los elementos de discrepancia y convergencia que vienen preponderando desde el punto de vista de liderazgo generacional.

“Como ocurre con la generación de las hojas, así con los hombres: el viento las empuja al suelo pero en seguida el árbol da nacimiento, al llegar la primavera, a otras nuevas. Así con los hombres: pasan unos y llegan otros” escribió Homero. El rastreo de esos frutos humanos y la habilidad para producirlos en estos procesos de crecimiento, maduración, entropía, destrucción y, otra vez, crecimiento, continúan escondidos entre nosotros.

Y de esta forma la historia sigue siendo para los colombianos un torbellino caótico de personalismos desaforados que aprovechan sus elementos para hacerlo cada vez más cierto.

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