Abogado de causas perdidas

Es lo que casi siempre he sido, pues pertenezco a los que aún creen que son los hechos los que han de ajustarse al derecho y no el derecho, muy a posteriori, acomodarse a los hechos. Para una tal acomodación se inventa la norma, se la fabrica a la medida.

Al presentarse la eventualidad de acordar la paz con un grupo rebelde, que se dice dueño de toda una historia de desórdenes, y a medida que se presentan exigencias, se acomodan normas, unas por extensión analógica, otras por aporte de quienes dicen tener la llave de las soluciones. Rico tesoro de iniciativas jurídicas, capaces de convertir un armisticio interno en un pacto entre naciones y la conversación de unos delegados nacionales en un tratado internacional.

Muchos años les negó el Estado la condición de beligerantes a quienes mezclaron los reclamos sociales y políticos con un terrorismo de la peor clase contra la riqueza nacional y la integridad de personas inocentes que simplemente vivían dentro de un estado de cosas que a ellos no les parecía. De un momento para otro, ya no la beligerancia sino la condición de Estado enemigo y en guerra se les termina concediendo, por parte de un Gobierno plegadizo, generoso con lo que no es suyo y ha jurado defender.

Dejémoslo así, parecen decir los conocedores de la ley. ¿Dónde están los abogados?, ¿“qué se fizo el Rey don Juan“? Los que nos dieron ejemplo y nos enseñaron a los iniciados. Bueno, los míos ya se murieron (manes de Carlos y Andrés Holguín, de Luis Carlos Sáchica, de Chepe Esguerra…). ¿Qué pensarán los que todavía estudian y se aplican a aquellas primeras exégesis de que la ley es dura, pero es la ley?

Hay excepciones. El eminente y socorrido jurista, don Juan Manuel Charry, pide claridad sobre las materias que serán objeto del voto por el “sí”, pues tal simplismo abarca muchos temas no aclarados. Hasta el propio exfiscal, que aún parece en ejercicio, Luis Eduardo Montealegre, le quita reconocimiento constitucional al llamado plebiscito que se prepara.

Causa mayor sorpresa aún el pronunciamiento del vocero de la Conferencia Episcopal, monseñor Luis Augusto Castro, quien pide lo que él llama una pedagogía sobre lo que se va a votar, dando a entender que la gente ignora para dónde será llevada como rebaño. Y está muy bien dicho, pues habla el pastor de las ovejas.

***

En el tintero se me quedaba la graciosa alusión que me hace el afamado escritor promiscuo (porque también es caricaturista), don Antonio Caballero. Según él, todos los cardenales me parecen santos en razón del oficio. Chistoso, pues no me ocupo de cardenales en estos escritos y en mis dibujos no les ha ido muy bien, por mal de mis pecados. Pero Antonio me reivindica ante la Santa Iglesia, ella sí de todas mis fidelidades.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar